Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Peor el remedio que la enfermedad

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 15/06/2025 07:08

    n El paliativo es el remedio que ataca específicamente, dolencia alguna. Como avión en guerra y vuelo rasante enfocado al objetivo, sorteando todas las baterías con bocanadas de fuego. Pero la efectividad también tiene sus inconvenientes. Es decir el margen de improbable si bien decrece, dudas a veces quedan. En este país dudas se han hecho al cabo de su larga vida. Algunas transitoriamente dieron en el clavo, otras la insistencia puso a pruebas los remedios, y la palabra como solución política se encargó de hacernos ver que nada es infalible, más aún si la inmoralidad metió la cola. Tal vez el duro invierno incrementa todos los inconvenientes que experimentamos. Un cambio que la libertad nos trae, que el periodismo cese los comentarios críticos, aunque vengan achurando y la sangre no llegue al río, mientras la ribera como la playa está inundada de los verdaderos atacantes. La Iglesia dio en el clavo, al preguntarse: “QUÉ N0S HA PASADO QUE N0 HEMOS VUELTO INSENSIBLES..? ” Motivo predominante, donde todo se ha cambiado para mal. Después de la Pandemia que castigó en todo el mundo, y donde no fuimos la excepción, la economía se apuntó porotos en la lucha con la inflación, pero en la macro porque en la micro la lucha es diaria. Siempre nos queda la duda, si nos cobraron lo justo, lo que corresponde, pero con tanto “despiplume” cuál es el correcto; más bien crece la desconfianza del curro. Cambiamos las buenas costumbres por los fuertes epítetos, sin importar a quién, dónde y cuándo, porque siguiendo su filosofía ha cruzado los mares, y se ha hecho idioma normal en desaforados discursos, que más bien son una carrada de malas palabras que ahora y en esta gestión han tomado cuerpo y de pronto se ha hecho cotidiano. Si acaso no habría que restituir la buena educación, costumbres y formas, esto se parece más bien a épocas superadas, cuando el empellón estuvo de moda por el capricho desbocado de respuestas juveniles, o “imberbes” erradicados de la plaza por el mismo Perón. Nuestra historia a los tumbos entre improvisación y algunos que otros aciertos, siempre sembró dudas; hasta nosotros mismos muchas no las creemos pero la ansiedad de la esperanza desbocada cierra el circuito de la credibilidad que un simple manojo de lechuga en la ceremonia diaria de la feria, nos vuelve a la toma de razón de una realidad que provoca pavor y desconfianza. Alguna vez desmenuzando la controversia de la espera de justicia y bienestar para los pobres, esa brecha que los pueblos y el nuestro muy especialmente luchan sin cesar, o no hacemos lo que debemos, o es el resultado de la insensibilidad denunciado en su documento por la Iglesia Argentina: Sucede que el oponente ocasional es nuestro prójimo, y el escenario es el mismo donde vivimos hace una pila de tiempo. Las ficciones han sido agotadas y derrotadas porque la realidad supera en todos los órdenes, y se lleva la de ganar porque no se trata de una imaginación creativa brillante, sino de un presente tenebroso con un final imprevisible: luchar por comer y salir de él. Ante tanto desborde, negación como los jubilados, desigualdad, mientras unos hacen cola para aguardar la mesa en un restaurante, otros se desgañitan pidiendo calor porque el frío no aguarda, sino que ataca haciendo de las suyas, poniéndolos morados mientras siguen aguardando unas mirada siquiera. Algunas citas tienen una objetividad que concatena perfectamente con la realidad: El Evangelio según San Lucas, en su versículo 9.25, dice: “De qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina.” Ojalá aprendamos que vivir significa bregar por todos. Unir, reunir, abrazar, porque hoy la Cruz somos nosotros ante un Dios azorado y triste.” Decía justamente el escritor y periodista uruguayo, Eduardo Galeano: “A diferencia de la solidaridad que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba, abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones del poder.” Produzcamos ese cambio y no la costumbre de terminar mal, en la cafúa para purgar nuestras culpas, tirando por tierra la pobre dignidad del que trabaja. “Quién no está preso de la necesitad, está preso de miedo: unos no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.” Remata sus reflexiones con la merecida ironía crítica, diciendo: “Este es un mundo que te domestica para que desconfíes del prójimo, para que sea una amenaza Y NUNCA UNA PROMESA.” “Cacho” Castaña, ha sido un excelente letrista. Ha planteado situaciones simples, pero por simples verdaderas que nos llenan de optimismo. Imágenes desveladoras de nuestros mejores y peores desaciertos. Un ser común con verdades para decir, como allá y a lo lejos con “Setiembre del 88´”, que invita a soñar otra vez como lo hacen los poetas en sus preocupaciones: “Si vieras que linda está la Argentina / Tiene la mirada de la primera novia que nunca se olvida / Desde los balcones llueven las glicinas / Y a pesar de todo camina y camina. / Si vieras de nuevo que linda y qué grande está mi Argentina. / Buenos Aires sigue llena de gorriones. / Hay nuevos poetas que escriben sus tangos y hay nuevos cantores. / Y sigue tremendo la vieja locura, que al doblar la esquina haya una aventura. / Ya ves, sigue viva y a pesar llena de ternura. / Si acaso te encuentras con otro emigrante, decile que vuelva, que pronto seremos mejores que antes. / Que todo fue culpa de cuatro atorrantes. / Que solo lograron que el pueblo no cante. / Volvé cuando quieras que juntos podremos salir adelante.”/ En las buenas de las esperanzas somos mejores de lo que parecemos. Entonces por qué seguimos en las malas si somos mejores que ellos que solo hacen de la política que no nos entendamos, que los remedios nos hagan efectos y la enfermedad en pandemia nos llegue. Las comparaciones son odiosas, pero son reflejos de la verdad. Produzcamos ese cambio y no la costumbre de terminar mal, en la cafúa (prisión en lunfardo) para purgar nuestras culpas, tirando por tierra la pobre dignidad del que trabaja.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por