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    » Diario Cordoba

    Fecha: 13/06/2025 11:54

    Vivimos estas semanas las ceremonias solemnes de graduación de miles de alumnos que terminan su formación de varios años en diversos centros universitarios y se disponen a iniciar una nueva etapa. Graduaciones en las que me gusta participar cada año para despedir a mis alumnos de Derecho cuya docencia he compartido durante varios cuatrimestres. Cuatro miradas sobresalen en estas jornadas extensibles a otros muchos jóvenes que terminan sus ciclos formativos. La primera es el reconocimiento al esfuerzo para superar cada asignatura, cada prueba, cada práctica, entre obstáculos y contratiempos que hubo que sortear. Un esfuerzo sostenido durante años que nos ha curtido en el valor del sacrificio, del compañerismo, de la recompensa justa. Nadie regala nada, y llegar a esta meta volante tiene ese valor añadido de la cosecha tras la buena crianza. De otro lado, mirar el camino andado también nos muestra la gratitud que debemos por la posibilidad de haber disfrutado de los recursos y medios que muchos otros no tienen. De tener a nuestro alcance una oferta académica extensa, junto a una familia que nos ha acompañado durante este proceso, en el que hemos entretejido amistades y vivido experiencias enriquecedoras. Cuando nos situamos en un cruce de salida a la vida laboral, un profesor de ética recuerda los cuatro grandes principios que deben acompañar todo quehacer profesional. El de beneficencia, para hacer bien nuestro trabajo conociendo sus técnicas y cumpliendo sus reglas, además de hacer el bien con nuestro trabajo, que tiene una función social que debemos atender. El principio de autonomía, para que podamos mantener nuestro criterio profesional por encima de presiones o condiciones espurias y también respetemos el parecer e intereses del usuario de nuestros servicios. La obligación de no generar daño con nuestra actividad, pues nuestras acciones tienen como límite el derecho de los otros. Y el principio de justicia definido por Ulpiano como el derecho de dar a cada uno lo suyo, superando dinámicas de ganadores y vencidos. Y la última mirada es no volvernos insensibles a las necesidades humanas. Como decía el profesor jesuita Ignacio Ellacuría, «cargar, hacednos cargo y encargarnos de la realidad». Es decir, estar alerta y mirar el mundo que nos rodea y descubrir tantas realidades lejanas a nosotros pero que no son ajenas sino parte también de nuestra existencia y de este mundo globalizado; comprender que mirar no es distinto de hacer y comprometernos ante esa realidad; y tener la capacidad de transformarla huyendo de repetir clichés y las mismas acciones que cronifican los problemas. En esta hora eufórica de sentimientos encontrados de tantos jóvenes y familiares, nuestro reconocimiento por el esfuerzo, la gratitud a quienes lo hicieron posible, y pongamos en el horizonte de nuestra meta valores éticos desde el convencimiento de que una mala persona no puede ser un buen profesional, como señalaba el padre de las inteligencias múltiples Howard Gardner. Elige bien, piensa que todo está conectado y que una decisión que tomes hoy tendrá consecuencias para toda la vida. Con la mejor actitud y perseverancia, sigue tu vocación hasta el final y vive siempre sin pasar de puntillas, ajeno a la mediocridad y al atajo, para ser excelente en todos tus afanes. Te necesitamos. *Abogado y mediador

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