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  • Instituto Juan Domingo Perón: demasiado tarde para lágrimas

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 14/06/2025 04:40

    El gobierno anunció el cierre del Instituto Juan Domingo Perón creado en 1995 La pregunta que surge es para qué quieren los kirchneristas el Instituto Juan Domingo Perón si del General solo se acuerdan en las malas. La mejor muestra de que ese centro no fue usado para el estudio del movimiento y la difusión del pensamiento y la doctrina de Perón es que hoy “los pibes para la liberación” tienen un discurso más cercano al alfonsinismo, al trotskismo, al guevarismo y ¡al wokismo! que al peronismo. En estos días de agitación frente a la casa de Cristina Kirchner, un pretendido referente villero, director de un medio ídem, convocaba a todos en jerga inclusiva y lamentaba que “los pibes y las pibas” de hoy ya no se pongan la camiseta del Che como en la época K… También despreció la preocupación por la caída de la natalidad, con el manido argumento de que ellos se preocupan por los nacidos que tienen hambre, algo ampliamente desmentido por los resultados de sus cuatro gestiones. Es verdad que, en contraste con el alarde de crueldad social actualmente de moda, hasta el último de los peronistas es siempre más proclive a escuchar los reclamos sociales. Y a actuar. El problema es que la versión kirchnerista de esta sensibilidad social fue populista. Con jactancia. No faltaron los intelectuales que pretendieron darle a esa desviación demagógica e inmediatista un fundamento teórico. Supporters gather outside the house of Argentina's former President Cristina Fernandez de Kirchner after Argentine Supreme Court upheld her guilty verdict for defrauding the state, in Buenos Aires, Argentina, June 13, 2025. REUTERS/Mariana Nedelcu El populismo, a diferencia de lo realmente popular, implica la satisfacción inmediata de las necesidades o demandas sociales, en detrimento de los intereses a mediano y largo plazo del Estado y de la Nación. Una política verdaderamente popular busca dar satisfacción a las necesidades sociales sin comprometer el funcionamiento institucional y el futuro del país. Para ello, como lo explicó el propio papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti, es necesario “un proyecto duradero de transformación y crecimiento”. Está claro que Jorge Bergoglio jamás adhirió a la teoría liberal del “derrame”, pero en este y en otros documentos fue muy crítico hacia el “insano populismo”. “La superación de la inequidad supone el desarrollo económico”, sostuvo. “Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras”, agregó. “Ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria -había escrito ya en Evangelii Gaudium-. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo”. En una entrevista en 2017, dijo: “Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable”. Superar el asistencialismo es imposible sin una política integral y un plan de desarrollo, algo contrario al inmediatismo y a la demagogia. No considerar el mediano y largo plazo en la gestión, determina una provisionalidad que vuelve efímero cualquier logro y deriva en pan para hoy y hambre para mañana. La realidad lo ha demostrado. En su encíclica Fratelli Tutti, de octubre de 2020, el papa Francisco condenó duramente el populismo irresponsable (REUTERS/Remo Casilli) Ni sacrificar el presente en aras de un futuro que nunca llegará ni comprometer el futuro con políticas dadivosas irresponsables. Los archivos de Perón “Sorprende que no haya aquí un instituto que guarde el archivo de la historia de Perón y del peronismo”, me dijo hace unos años el estadounidense Herbert S. Klein, profesor de historia y curador de la colección América Latina de la Hoover Institution Library and Archives. Junto con el historiador argentino José C. Chiaramonte, había compilado un libro de ensayos basados en cartas y documentos del general Perón durante su exilio, adquiridos por el Instituto Hoover, de California. La dispersión de los papeles de Perón es tan grande que se suele encontrar más y mejor material en el exterior que en nuestro propio país. A eso aludía el profesor Klein. Herbert Klein y José Carlos Chiaramonte, en los estudios de Infobae. Ambos historiadores compilaron un libro de ensayos sobre la correspondencia de Perón en el exilio Salvaguardar la historia del peronismo a través de la compilación y conservación de fuentes documentales no estaba entre las tareas del Instituto Juan Domingo Perón, que más parecía un club social K. Un caso lo demuestra de modo patente. En marzo de 2013, Infobae reveló que el gobierno ocultaba el hallazgo del archivo de Perón de Puerta de Hierro, que había sido robado por un comando de la Fuerza Aérea después del Golpe del 24 de marzo de 1976. Esos documentos fueron pasando de mano en mano por los diferentes jefes de Inteligencia y de Estado Mayor de la Fuerza Aérea. Hasta que, durante la gestión de Nilda Garré en el Ministerio de Defensa, el entonces jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea, brigadier general Normando Constantino, entregó al gobierno las diez cajas con documentación perteneciente al general Perón. Y acá viene lo más increíble. Semejante noticia, de alto impacto no solo para los peronistas, sino para cualquier argentino interesado por la historia, la política o el pasado reciente, fue silenciada durante varios años por la administración de quien hoy funge de titular del Partido Justicialista. Perón en Puerta de Hierro. Su archivo fue robado por un comando de la Fuerza Aérea después del golpe del 76 El archivo personal de Perón en el exilio, todo lo que conservó metódicamente, como buen militar que era, había sido recuperado luego de más de 40 años, y el gobierno pretendidamente peronista no lo anunció con bombos y platillos -pueden revisar los diarios-, porque no le importó. Las cajas fueron depositadas en 2013 en el Archivo General de la Nación, sin ninguna explicación sobre lo sucedido previamente con ellas. Cuando Infobae reveló la existencia del archivo, hacía 3 años que Nilda Garré había dejado el ministerio de Defensa, por lo que el hallazgo tenía como mínimo ese tiempo de antigüedad. Ni el presidente del Instituto Juan Domingo Perón, Lorenzo Pepe, fue notificado de su existencia. Tampoco hizo nada, al menos públicamente, una vez enterado, gracias a Infobae, de la recuperación del archivo. Ni una conferencia de prensa, ni un comunicado, ni un coloquio de investigadores para analizar el contenido del archivo, nada de nada. Pensemos en la riqueza de ese material: Perón vivió en Madrid de 1961 a 1973. Pasaba el día entero respondiendo correspondencia y escribiendo todo tipo de documentos: libros, artículos, planes de acción, instrucciones, consignas, etc. También grababa cintas, concedía entrevistas, participó de documentales y llevaba una agenda de las actividades en la casa donde recibió a tantos dirigentes del país. Peron e Isabel en Puerta de Hierro, Madrid (Photo by Apic/Getty Images) Esta conducta de los pretendidos “herederos de Perón y de Evita” fue una constante. Cuando Mario Rotundo anunció el remate de bienes del General Perón, de los que se había apropiado indebidamente con la complicidad de la justicia argentina, el único político que intervino en la subasta fue Francisco de Narváez que adquirió la biblioteca de Perón y su traje de general. Ningún kirchnerista abrió la boca, ni recurrió a la justicia, ni propuso una colecta para comprar esos bienes. Cuando Rotundo murió, tampoco se les ocurrió averiguar cuál sería el destino de los muchos documentos y bienes que todavía estaban en su poder. El interés del kirchnerismo por Perón en estos años ha sido exclusivamente marketinero. Cuando CFK dice “soy peruca”, está diciendo mucho, porque ningún peronista se llama a sí mismo así. Ese es un término falsamente popular, chabacano y despectivo. Una chica de La Cámpora se declaraba “peronista, pero no de Perón”; otra, decía que había cantado la Marcha por primera vez porque “lo pidió Ella”, y uno de sus principales referentes se jactaba de homenajear a Agustín Tosco en el aniversario del asesinato de José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT e hijo dilecto de Perón. No se puede pedir otra cosa si tu libro de cabecera fue la novela de un presidente que no debió ser, escrita por un difamador de Perón. Con ese texto formaste a “los pibes y las pibas”. Ahora bien, a diferencia de muchos de sus seguidores, podríamos suponer que Cristina Kirchner sí conoce la doctrina peronista. Ha tenido atisbos de ello, como cuando en un viaje a Francia pidió visitar la tumba de Napoleón ponderando su Código Civil y dijo que no estaba a favor de la legalización del aborto. Y luego se vistió de existencialista para desfilar por las calles de París (siendo Presidente) y adoptó a pleno la agenda 2030, el antinatalismo y la ideología de género. Cristina Kirchner, entonces presidente, desfilando en París Durante los años del kirchnerismo volvieron a circular todos los infundios de siempre contra Perón y el peronismo sin que surgiera la menor réplica desde el oficialismo. Eso sí, cuando un busto de Néstor Kirchner fue retirado de un lugar donde nunca debió estar, enseguida salieron a pedir desagravios. Ni hablar del trato dado a Isabel Perón. Néstor Kirchner declaró que tramitaría con urgencia el pedido de extradición de un juez argentino y fue la intervención de la Audiencia Española -de cuya memoria y gratitud deberían aprender los dirigentes locales- lo que eximió a la viuda de Perón de un trato ignominioso. Cada 24 de marzo, los “perucas” van a Plaza de Mayo a rasgarse las vestiduras contra el Golpe sin jamás mencionar a la Presidente derrocada. Es que el kirchnerismo ha dejado correr -si no ha hecho propia- la versión -en la cual coincide una parte de la guerrilla y la dictadura que la combatía- de que toda la culpa la tuvo el peronismo. El peronismo, principal víctima de la represión, queda así en el lugar del victimario, un relato que conforta a todos los cómplices del Proceso. El Día de la Memoria nadie se acuerda de Isabel Perón, la presidente derrocada y encarcelada durante 5 años (Adrián Escandar) En junio del 2022, un diputado del PRO desgranó en el recinto de Cámara todas las clásicas acusaciones contra Perón sobre “la entrada de nazis a la Argentina”. Señaló a Otto Skorzeny como guardaespaldas de Perón y de Evita. Una mentira de patas largas, lamentablemente. Skorzeny era un protegido de los aliados ganadores de la Segunda Guerra Mundial a los que seguramente entregó información a cambio de impunidad y por eso le permitieron vivir tranquilo en España como empresario de éxito. En esos tiempos visitó una vez la Argentina y fue recibido por Perón. Fin. Luego, citó el caso de Adolf Eichmann, que vivió clandestino en el país, no solo durante el peronismo sino durante toda la dictadura que derrocó a Perón -la llamada Libertadora- y parte del frondizismo. Entonces la pregunta es: ¿cuántos nazis fueron encarcelados y/o deportados luego de la caída de Perón? Cero. Ninguno. Porque no los había o, si los había, eran clandestinos, no protegidos por las autoridades; de lo contrario deberían haber sido detectados de inmediato por todos los detractores de Perón. El diputado también dijo que en tiempos de Perón se dejaba entrar a los nazis y no a los judíos. Además de ser falso, ignora que quienes en 1938 enviaron una circular secreta a todos los consulados argentinos en el exterior, con la instrucción de no conceder visados a los judíos, fue el radical José María Cantilo, canciller del también radical Roberto Marcelino Ortiz (presidente de 1938 a 1942). Pero ese partido nunca es acusado de antisemita, vaya uno a saber por qué. Al diputado repetidor de infundios habría que recomendarle los libros del israelí Raanan Rein. Este historiador de la Universidad de Tel Aviv es quien ha hecho justicia con el peronismo en todos estos años, enriqueciendo la historiografía argentina con sus investigaciones sobre la política exterior de Perón, la realidad de su vínculo con Franco, los peronistas judíos y árabes, etc. Como me dijo en una entrevista, “sorprende la obsesión casi patológica de la oposición de tildar de nazi a todo dirigente peronista”. Incluso contra toda evidencia. Uno de los muchos libros del historiador israelí Raanan Rein Es lamentable que se cierre el Instituto Juan Domingo Perón, y otros institutos históricos, dedicados a diferentes próceres. Pero sucede con esto como con otras instituciones valiosas que fueron desvirtuadas por el desuso o por un uso demagógico e irresponsable, como el Conicet. Ahora el gobierno quiere avanzar sobre el INTA, uno de los organismos más valiosos que tenemos, que brinda un servicio real a la producción agropecuaria. Pero si encuentra plafond o poca resistencia para hacerlo es en buena medida por el hartazgo de la gente frente al uso y abuso demagógico de las instituciones y los recursos del Estado, la creación de infinidad de programas y de organismos gigantescos e inútiles. El problema es que pagan justos por pecadores. En octubre de 2006, el Senado organizó un merecido homenaje a Benito Llambí (1907-1997), militar argentino, compañero de Perón en el GOU, cuyo gobierno integró, tanto en las primeras gestiones, como en 1973, en calidad de Ministro del Interior. Benito Llambí y su esposa, Beatriz Haedo, visitando a Juan Domingo Perón En esa ocasión, una de sus hijas, Verónica Llambí, fue invitada a hablar y luego de evocar la trayectoria de su padre, hizo una requisitoria a la gestión progre-kirchnerista que resume todas las traiciones al pensamiento y la obra de Perón en que venían incurriendo. Como los “medios hegemónicos”, de los que tanto se quejan hoy, en ese entonces los protegían, el mensaje fue acallado. Reproduzco aquí una parte: “Es en razón de (su) trayectoria, que hoy me siento en la obligación de decir que, como militar, mi padre jamás hubiera avalado que se degrade a una institución fundacional de la Nación como las Fuerzas Armadas pues está demás decir que la Patria nació con el Ejército. En su carácter de católico, mi padre en modo alguno hubiera comulgado con la descalificación de las autoridades de la Iglesia que representa la fe mayoritaria de los argentinos. Como funcionario que acompañó todas las decisiones del general Perón en la lucha contra una subversión que atentaba contra la unidad nacional, mi padre no entendería qué significa la defensa de los derechos humanos en boca de quienes asesinaron a José Ignacio Rucci. Como hombre con estrechos lazos políticos y familiares con la hermana república del Uruguay, mi padre se hubiera entristecido sobremanera al ver cómo la discordia empaña hoy un legado histórico de integración [N. de la R: en referencia al conflicto por las pasteras]. Como militante al que le cupo, junto al líder radical Ricardo Balbín, el honor de despedir aquel triste mes de julio de 1974 a su jefe y amigo, el general Juan Domingo Perón, mi padre condenaría a quienes intentan hoy usufructuar sus restos y su memoria con espíritu faccioso. (...) Verónica y Benito Llambí Finalmente, encarnando el espíritu y las enseñanzas que desde muy jovencita él me inculcó, no creo equivocarme al decir que si hoy Benito Llambí estuviese entre nosotros nada anhelaría más, como militar, como católico y como patriota, que la pacificación de los espíritus y la reconciliación nacional para poder edificar, como constantemente nos pide Monseñor Jorge Bergoglio, una Patria de hermanos, una Argentina para todos, porque la fragmentación sólo sirve a los intereses de los imperios."

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