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» Diario Cordoba
Fecha: 13/06/2025 11:54
Esto es algo que le sonará a cualquier buen aficionado al fútbol. Los deportes han sido siempre mucho más que un juego: funcionan como redes vivas que reúnen y unen grandes comunidades a través de la identidad y la emoción compartidas. Un nuevo estudio del antropólogo de la Universidad de Connecticut, Dimitris Xygalatas, publicado recientemente en la revista PNAS, revela con precisión que los rituales que rodean los deportes, y no solo los partidos, alimentan ese profundo impacto emocional y social que todos sabemos que tienen. Xygalatas, un científico racional, pero a la vez un ferviente aficionado al fútbol (dos aspectos de la personalidad que son objetivamente contradictorios, pero no por eso infrecuentes), lo experimentó de primera mano cuando su equipo griego ganó la liga en 2019, y se vio de repente llorando como un niño chico, una reacción irracional a la vez que profundamente humana. Sus investigaciones, llevadas a cabo con la colaboración de una apasionada peña de fútbol brasileña en el estado de Minas Gerais, muestra que los rituales previos al partido no son accesorios, sino que generan a menudo sentimientos de unidad más intensos, si cabe, que el mismo juego. Centrándose en la Rua de Fogo, un ritual previo donde los aficionados reciben al equipo con bengalas, fuegos artificiales y cánticos, el equipo de investigación de Xygalatas usó monitores de electrocardiograma portátiles para medir el ritmo cardíaco de los hinchas y su comportamiento sincrónico durante una final de campeonato local. Sorprendentemente, el pico de intensidad emocional compartida ocurrió durante el ritual previo, no en el partido, y solo se vio superado cuando el equipo local anotó un gol. La emoción estructurada de los deportes (tácticas, suspense y goles) cautiva a los aficionados, pero son los actos ritualizados, como cantar o agitar bufandas y banderas, los que forjan lazos duraderos. La presencia en el estadio, a diferencia de ver el partido en la tele, impulsa la sincronía emocional y la identidad grupal, como confirma el estudio brasileño. Estos rituales amplifican las emociones compartidas, moldeando identidades colectivas. El trabajo de Xygalatas trasciende el deporte, conectando rituales en conciertos o mítines con el poder de moldear emociones y creencias. Los deportes, que generan miles de millones a nivel global, prosperan gracias a la inversión emocional de los fans, alimentada por estos rituales. Sin embargo, el fanatismo intenso puede pasar de castaño oscuro. Xygalatas recuerda haber sido atacado en Grecia por llevar la bufanda de su equipo en una zona rival, destacando la conexión única del fútbol con la violencia, que supone un gran desafío para instituciones como LaLiga o la FIFA. Investigaciones más amplias respaldan esto: los deportes desencadenan emociones intensas y compartidas, fomentando cohesión e identidad. Las reuniones colectivas sincronizan emociones en multitudes, un fenómeno impulsado por dinámicas autoorganizadas y ligado al vínculo social a través de respuestas fisiológicas sincronizadas. El fútbol, en general libre de cargas ideológicas, es un terreno ideal para estudiar estas dinámicas. Los hallazgos de Xygalatas muestran que rituales como la Rua de Fogo igualan la intensidad emocional del partido, moldeando la identidad de los aficionados. Más allá del deporte, los rituales en cualquier entorno colectivo influyen profundamente en emociones y creencias. El trabajo científico de Xygalatas nos recuerda que la magia del fútbol, y de cualquier actividad colectiva, no está solo en el campo, sino en todos los rituales que unen a los aficionados, creando identidades que perduran más allá de un individuo y de un partido de fútbol. Exactamente igual que cualquier religión. *Profesor de la UCO
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