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  • Anarquista, conservador y ¿libertario?: Borges, el escritor políticamente inclasificable

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 12/06/2025 04:47

    Anarquista, conservador y ¿libertario?: Borges, el escritor políticamente inclasificable Borges nació en el siglo XIX, justo antes de que se clausurara, y murió en 1986 atravesando todo casi todo el XX: las dos guerras mundiales, la guerra fría, la de Malvinas, revolución rusa, cubana, china, comunismos varios, radicalismo, libertarios originales —cuando Kurt Gustav Wilckens mató a Héctor Benigno Varela tenía 22 años—, peronismo, todas las dictaduras. Su posición política estuvo siempre canalizada a partir de sus concepciones literarias y filosóficas. Aunque se expresó en varias ocasiones —más en contra que a favor—, mantuvo una dura independencia. Esto lo volvió uno de los autores más difícil de encasillar, incluso hoy, con una Argentina tan diferente a la suya. Hace unos días, el escritor Carlos Gamerro lanzó la piedra. “¿Borges, libertario?” es el título de un artículo que publicó en el diario Perfil donde se pregunta si ese “antiestatismo” que profesaba el autor de El Aleph tenía alguna ligazón a esa zona que llamamos liberal-libertaria o anarco-capitalista. Si esa posibilidad existe, primero hay que subrayar que Borges tuvo una larga y compleja vida en términos intelectuales. Tan larga que, como escribió Nicolás González Varela en un texto publicado en Polvo en el año 2016, “Borges abrazó apasionadamente los ideales anarco-comunistas” con “fervor soviético”, etapa que fue “reprimida” hasta llegar a un “anarquismo aristocrático”. Anarquista speneceriano Alejandro Vaccaro publicó unos siete libros sobre Borges. Es escritor, coleccionista, presidente de la SADE y miembro de la Fundación El Libro. A la hora de definirlo políticamente evita el parafraseo: “Él se definía a sí mismo como un anarquista spenceriano”. Herbert Spencer fue un filósofo inglés del siglo XIX, famoso por adaptar la Teoría de la Evolución de Charles Darwin al estudio de las sociedades. Así como Borges lo leía con entusiasmo, también lo hizo Murray Rothbard, uno de los héroes del anarcocapitalismo. Por esto es que Ricardo H. Bloch llegó a afirmar que Borges es “el máximo espíritu libertario de la cultura argentina”. Vaccaro no opina igual: “Borges era anarquista desde el punto de vista de un Estado mínimo y spenceriano en cuanto a las ideas liberales. Pero ahora se mezcla con lo liberal en lo económico, que tiene otro significado. Borges era un hombre que, no podía ser de otra manera, amaba la libertad de expresión, la libertad de elegir: desde la pareja hasta cuestiones filosóficas. En cuanto a lo económico, creo que Borges no sabía, no podía opinar. Yo creo que en el fondo, lo de ‘soy anarquista spenceriano’ lo decía irónicamente. Yo me quedaría con que Borges era anarquista en cuanto a un estado mínimo y spenceriano en cuanto a que uno debe disfrutar de todas las libertades, siempre”. "Borges se definía a sí mismo como un anarquista spenceriano”, dice Alejandro Vaccaro Contra todo determinismo Hay un texto de 2012 del filósofo argentino Luis Diego Fernández titulado El germen ácrata de Borges que aborda este tema: “Borges, que era escéptico en materia política y agnóstico en términos religiosos, también era un maestro de la sospecha con respecto al libre albedrío. De todos modos, si bien dudaba, lo cierto es que aquello no implicaba caer en el determinismo”, y agrega que ”este argumento es una constante en el universo ficcional borgeano”. Su perspicaz escepticismo lo resguardaba de abrazar cualquier verdad política. Incluso, arriesgo, podría poner bajo sospecha y con buena munición irónica el renovado mantra de que “todo lo regule el mercado”. Sobre todo un conservador “Según desde donde se lo lea, se puede considerar a Borges anarquista, socialista, facho, pero sobre todo conservador”, dice la escritora Silvia Hopenhayn, que por estos días estará dando un ciclo en el Malba titulado Borges, el tiempo y la ficción. Y resalta “conservador” porque es una “palabra que resignificó a través de la nostalgia o el ‘matiz evocativo’, como decía su gran amigo Xul Solar”. Ahora Hopenhayn relee el cuento “El Otro”, ese gran relato donde Borges se piensa a sí mismo desde una otredad: “Ahora las cosas andan mal. Rusia está apoderándose del planeta; América, trabada por la superstición de la democracia, no se resuelve a ser un imperio…” “Sin embargo, ‘yo tengo para mí’ -como le gustaba decir al maestro-, que la clave está en su apropiación del Quijote. El afán de libertad viene por ahí. Hallar la verdad en la historia, y la creencia en lo humano”, dice la escritora y agrega, más taxativa con esta contemporaneidad: “Fijate que en el principio de ‘La noche de los dones’ (sexto cuento de mi libro preferido), escribe: ‘aprender es recordar, ignorar es de hecho haber olvidado’. Imagino que en nuestro presente, los libertarios caerían en el rango de los ignorantes, y por eso se olvidan del hambre (hay cada vez más desnutrición infantil) y del arte, la respiración simbólica de los pueblos”. “Según desde donde se lo lea, se puede considerar a Borges anarquista, socialista, facho, pero sobre todo conservador”, dice la escritora Silvia Hopenhayn Fina ironía letal Manuel Quaranta, filósofo, curador, narrador, que tiene un libro, La fuga del tiempo, donde mata a Borges, asegura que el autor de Ficciones "está en las antípodas de las concepciones libertarias“: “El libertarismo actual dice que el Estado es un obstáculo para el individuo. Coincidiría Borges con eso. Pero este gobierno usa el Estado para frenar el dólar o pisar las paritarias. ¿Hasta qué punto ese moderado anarquismo que profesaba Borges está presente hoy? Lo imagino haciendo algún juego de palabras, ‘He dejado mi libertarismo para poder seguir siendo libre’, ante este estado de cosas que, no tengo ninguna duda, lo horrorizaría. Eso en el aspecto económico”. Para pensarlo desde lo cultural recurre a un clásico, ”El escritor argentino y la tradición”, una conferencia de 1951: “En ese texto Borges dice: miremos hacia afuera, porque el color local es una pavada, pero hagamos con ese afuera lo que queramos”. Y agrega: “El uso del lenguaje que hace Borges lúcido e irónico. Milei dice ‘Lali Depósito’. Borges dice de García Lorca: ‘un andaluz profesional’. Es una fina ironía letal”. Y antiperonista Cuenta Roberto Alifano, poeta y colaborador de Borges durante muchos años, que un día de julio de 1974, precisamente el seis, cinco días después de que muriera Juan Domingo Perón, paseaban por la calle y de un auto alguien le gritó: “¡Ahora debés estar contento, viejo gorila!” La escena, que forma parte del libro Primer Cuaderno Borges. Diarios, 1974-1976, que acaba de publicarse, da cuenta de un aspecto central en lo que podríamos llamar su biografía política: Borges era antiperonista. Ha dejado muchas frases al respecto, algunas muy graciosas. Pero lo central de su posición está en que veía en Perón, como bien recoge Alifano en el libro, un “émulo de Mussolini“. "Borges decía que con el tiempo mereceremos no tener gobiernos, una suerte de leve anarquismo", explica Daniel Mecca (Foto: EFE/Manuel Hernández de León) De nadie y de todos El año pasado, en una entrevista en la Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Ticmas, Daniel Mecca lo dijo con todas las letras: “Borges no le pertenece a nadie”. Para el poeta, director del BorgesPalooza y autor de libros como Borges, la gran bestia pop de la literatura argentina, es una gran virtud, porque “nos da la posibilidad de encararlo y recrearlo”. Ahora, en diálogo con Infobae Cultura, acelera en el debate: “Borges no tiene nada que ver con el ‘liberalismo’, por más que alguien se lo quiera apropiar. Borges decía que con el tiempo mereceremos no tener gobiernos, una suerte de leve anarquismo, ligado a su padre Jorge Guillermo”. Ese “leve anarquismo” no tiene mucho que ver con Milei, “que dice detestar el Estado”, pero “usa todos los resortes del Estado”. “Es el primer estatista y, en definitiva, quiere serlo él mismo. Un Luis XIV devaluado que se desvanecerá, como todo lo sólido, en el aire. Por caso, Borges rechazaba los absolutismos. Por otra parte, reducir a Borges políticamente es un absurdo cuando su biografía política -que va de simpatías por los bolcheviques al antiperonismo- requiere una visión más fina del caso", agrega. Contra ese encasillamiento discute hoy Mecca: “Es como pretender asociar a Borges a una élite cuando no solo su literatura no reclama elitismo, sino que biográficamente Borges llegó a ser empleado público en una biblioteca municipal (la Miguel Cané) y trabajar en uno de los diarios más populares del país, el diario Crítica. En otras palabras, Borges fue un trabajador -mal que le pase a algunos que lo quieren volver etéreo y arbitrariamente iluminado- y precisamente esa circunstancia fue un motor en su literatura". Y agrega: “Una pregunta interesante podría ser la siguiente: ¿un país que se destruye culturalmente podría parir un Borges?" “En definitiva, como decía Borges, nadie es la patria pero todos lo somos”, concluye.

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