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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 11/06/2025 04:30
Cristina Kirchner fue condenada a 6 años de prisión e inhabilitada a ejercer cargos públicos de por vida (REUTERS/Tomas Cuesta) Eduardo “Wado” de Pedro fue de los últimos en irse del PJ Nacional. Cuando bajó los pocos escalones que separan la puerta de la vereda, elevó la cabeza, miró las caras difusas de la militancia presente, levantó sus dedos en forma de “V” y se escabulló por la calle Matheu. Tenía los ojos llorosos. Respiró hondo al bajar el último escalón. Detrás suyo iba Juan Ignacio Ustarroz, el intendente de Mercedes y su hermano de crianza. La ratificación de la condena a Cristina Kirchner y su próxima detención golpearon con fuerza en el corazón del kirchnerismo. “Esto no es solo una cuestión política. Hay un tema emocional. Es muy duro”, aceptó un dirigente camporista del núcleo duro. Quienes estuvieron adentro de la sede partidaria dicen que la ex presidenta era la que estaba más tranquila. Tenía asumido su destino. Su hora en este momento de la historia. Muchos estaban apesadumbrados. Otros tantos dispuestos a comenzar con la gestión de la resistencia. En el kirchnerismo no se mueven ni un centímetro de la idea original. Para la dirigencia que la rodea lo único que cambia es sus limitaciones para moverse. Sus días encarcelada en su propia casa. La ex presidenta pidió cumplir la condena en San José 1111, donde está el departamento en el que vive. Será la capilla a la que peregrinarán los fieles cristinistas. La clave será cuándo dura en el tiempo y qué dimensión real tienen esas caminatas futuras. “Cristina va a ser la conducción y la jefa esté donde esté. Eso no va a cambiar. Su liderazgo no lo elige la Corte. A partir de ahora, más unidad que nunca y más jefatura que nunca”, sintetizó un dirigente kirchnerista de los que estuvo en el PJ y que luego se sumó al encuentro en el departamento de la ex presidenta. Parte del círculo más cercano. La ex presidenta pidió cumplir su condena en el departamento donde vive actualmente, en Constitución (REUTERS/Tomas Cuesta) En La Cámpora ya están pensando en dos ejes de trabajo. El primero es edificar y mantener en el tiempo una campaña para pedir la libertad de la ex mandataria y acusar a la Justicia de intentar proscribirla. El segundo es diseñar un operativo de acompañamiento a CFK el día que tenga que entregarse en los tribunales federales de Comodoro Py. Aún nadie tiene demasiada claridad sobre cómo será el momento en que la titular del PJ Nacional quede detenida. En su fuero íntimo no saben cuánto podrían tardar en darle la prisión domiciliaria. “La foto la van a tener. Eso seguro. La van a querer mostrar detenida”, se sinceró un dirigente ultra K, apuntando contra lo que en el kirchnerismo duro llaman los “poderes concentrados”. La Cámpora y los partidos más kirchneristas apostarán a blindar su liderazgo dentro del peronismo. Y lo harán de cara a una interna que no se alivia. No hay discusión. Ningún liderazgo está en juego. Todo sigue igual. La líder es una. Así lo piensan. Las diferencias con Axel Kicillof son explícitas. Ayer el Gobernador volvió a asistir al PJ, tal como lo había hecho el lunes, pero esta vez fue solo. Estuvo menos de media hora y se fue. Las grietas son evidentes. El mandatario se vio cara a cara con CFK pero no participó de una reunión que estaban llevando adelante el consejo nacional del partido con los presidentes de los PJ provinciales. Encuentro del que formaban parte, vía zoom, los gobernadores Ricardo Quintela (La Rioja) y Sergio Ziliotto (La Pampa). “Dice que lo trataron mal. Estaba incómodo. Es una realidad”, admitió un camporista de larga data. La ex mandataria cuestionó a la Corte Suprema y pidió organización, militancia y empatía con la gente más dañada por el modelo económico de Milei (RS Fotos) Cuando ingresó al PJ, en el asiento de acompañante de un auto oficial, la militancia camporista entonó la canción que ya es un grito de guerra en la interna: “Cuánto les falta para entender, que no fue magia, nos conduce una mujer”. Le recordaron, una vez más, que hay una conducción y un liderazgo. Y no es el de él. El grito de bienvenida fue el mismo que Kicillof sufrió el lunes por la tarde cuando fue al acto de CFK en la sede de Matheu. Ayer fueron los militantes, el lunes los cánticos llegaron de parte de la dirigencia. No lo abrazaron, lo expulsaron. Son las reglas del juego. Así lo dan a entender en las entrañas del justicialismo K. El cristinismo itentará mantener en la cima el liderazgo de la ex Jefa de Estado. Pero hay una limitación que quedará evidenciada a partir de ahora. Ya no será una carta de negociación en términos electorales. Parte de la condena es que está inhabilitada a ejercer cargos públicos de por vida. Ya no puede ser candidata. El maso ya no tiene el ancho de espada. Entonces, naturalmente, el juego deberá cambiar. Muchos dirigentes del esquema K se imaginan peregrinando semanalmente al departamento en el que vive la ex presidenta y que ese sea un foco de reunión permanente. Un faro para la dirigencia y la militancia K, que debe digerir que el principal nombre propio con votos en su bolsillo es el archienemigo interno: Axel Kicillof. Axel Kicillof durante su visita al PJ. La relación con el cristinismo está completamente deteriorada (RS Fotos) ¿Qué rol jugará Sergio Massa a partir de ahora? Ayer llegó al PJ una hora antes de que se conociera la sentencia de la Corte Suprema. Estuvo reunido con CFK en su oficina del tercer piso y fue, junto a Máximo Kirchner, de los que estuvieron bien cerca de la ex mandataria en el momento que se hizo público el fallo. En la primera semana de julio, durante el congreso del Frente Renovador, definirá su futuro electoral. Candidato o no, será un actor importante en la reconfiguración inevitable del peronismo. Una pequeña sutileza. En ese instante histórico en el que se conoció la sentencia final de la causa Vialidad, Kicillof no estaba en el PJ. Tal vez sea un anticipo de los tiempos que se aproximan o la señal de un cambio de mando obligado, que recién podrá dilucidarse con el paso del tiempo. La disputa por el poder seguirá activa. Hay un punto y aparte, no un punto final. Kicillof quedó en un lugar incómodo. Es el sucesor natural que el kirchnerismo tiene en su plantilla pero tiene una fuerte resistencia de los cristinistas de paladar negro. No le perdonan, que en este último tiempo de la ex presidenta en libertad, haya desafiado su liderago y lo haya desgastado con sus desaveniencias. Es una factura escrita con tinta china. El Gobernador tendrá que sentarse a negociar las listas para las elecciones de medio término. El acuerdo de ir juntos se mantiene en pie. Faltan designar los nuevos interlocutores que negociarán la estrategia en la provincia de Buenos Aires y lograr un acuerdo sobre el modelo de campaña. ¿Se hablará solo de proscripción y persecución? ¿CFK, aún presa en su domilicio, estará bien presente en la campaña? ¿Qué lugar tendrá Kicillof? Sergio Massa es uno de los líderes de Unión por la Patria que tendrá un rol destacado en el tiempo que viene (RS Fotos) La detención de CFK pero, sobre todo, su imposibilidad de competir por un cargo electoral, parecen delinear el final de una era. Pero también el comienzo de un tironeo por el liderazgo. Kicillof no la obedecerá solo porque esté detenida. Tampoco los que integran el Movimiento Derecho al Futuro (MDF). Se inicia una nueva partida de ajedrez. En las próximas semanas el peronismo empezará a emanar sus decisiones, su rumbo, su lugar. Puede ser la resistencia o puede ser la transformación de un esquema político obligado a sobrevivir. Puede ser el trabajo meticuloso para ordenar un esquema de dirigentes alrededor de una líder caída en desgracia o puede ser el punto de partida de un nuevo liderazgo que crezca en las sombras de la figura histórica. Todo está por verse. Se empieza a escribir sobre una página blanca. Nuevo punto de partida.
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