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» El Ciudadano
Fecha: 10/06/2025 22:23
Por Lourdes Abrigo y Sofía Zabala * Cada 10 de junio conmemoramos un nuevo aniversario del hito que marcó uno de los principales argumentos en favor de los reclamos de soberanía argentina sobre las Islas Malvinas. Esta fecha, declarada en 1973 por la Ley N.º 20.561 y reconocida como el «Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas, Islas y Sector Antártico», evoca la creación de la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos el 10 de junio de 1829. Por entonces, y como parte de su interés por ejercer soberanía sobre las Islas Malvinas, el gobernador interino de la Provincia de Buenos Aires, Martín Rodriguez, designaba a Luis Vernet como Comandante, llegando éste a ejercer autoridad sobre una población de 300 habitantes. El decreto oficial expresaba con claridad: “Las islas Malvinas y las adyacentes al cabo de Hornos en el mar Atlántico serán regidas por un comandante político y militar nombrado inmediatamente por el Gobierno de la República. La residencia del comandante político y militar será en la isla de la Soledad, y en ella se establecerá una batería bajo el pabellón de la República. El comandante político y militar hará observar por la población de dichas islas las leyes de la República y cuidará en sus costas de la ejecución de los reglamentos sobre pesca de anfibios.” Antecedentes históricos Los legítimos e imprescriptibles derechos soberanos que nuestro país ostenta sobre las Islas Malvinas responden a principios de continuidad y contigüidad geográfica, descubrimiento, ocupación efectiva y al principio de Derecho Internacional del “Uti possidetis iuris”, el cual implica la herencia por partes de los Estados americanos de los territorios que conformaban la colonia española de la cual se independizaron. Argentina ejerció de manera sostenida y permanente los derechos sobre las Islas desde el temprano 1810 cuando comenzó su proceso de emancipación de la Corona Española constituyendo su Primera Junta luego de la Revolución de Mayo. Hacia 1816, y una vez independizada de ella, continuó con los actos de gobierno que llevaba a cabo el Virreinato del Río de la Plata, nombrando un gobernador, emitiendo permisos de pesca y estableciendo el funcionamiento de un penal y una base militar, entre otras acciones que permiten constatar la ocupación efectiva sobre las islas, tal como sucedió con la creación de la Comandancia política y militar de Luis Vernet. Dentro de estos de actos de soberanía, se menciona el primer izamiento de la bandera argentina en las Islas Malvinas en 1820. Sin embargo, hacia 1833 las fuerzas británicas ocuparon de manera ilegal las Islas Malvinas, expulsando a las autoridades y pobladores argentinos que allí residían. El Gobierno argentino inmediatamente inició el reclamo por la restitución del ejercicio soberano sobre las islas, reclamo que se mantuvo constante hasta nuestros días y que fue plasmado mediante la reforma constitucional de 1994 en la disposición transitoria primera de la Constitución Nacional. Las mismas ratifican la legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, como objetivo permanente e irrenunciable del estado. Malvinas y su relación con la Antártida El reclamo que nuestro país refuerza cada año no se limita solo a las islas, sino que también incluyen los espacios marítimos correspondientes y a sus recursos naturales. La cuestión de las Malvinas forma parte de una problemática más amplia vinculada a la soberanía en la región austral que también abarca a la Antártida. Actualmente, este continente se encuentra regido por un régimen jurídico especial establecido por el Tratado Antártico de 1959, el cual permite únicamente actividades con fines pacíficos y científicos. Argentina siempre ha considerado una parte de la Antártida como parte de su territorio y, de hecho, es el país con la presencia ininterrumpida más prolongada en el continente blanco. La cuestión Malvinas en la gestión Milei El pasado 2 abril, durante el discurso presidencial en conmemoración a la guerra de Malvinas, el presidente declaró: “Si de soberanía sobre las Malvinas se trata, nosotros dejamos en claro que el voto más importante de todos es el que se hace por los pies y anhelamos que los malvinenses decidan algún día votarnos con los pies a nosotros. Por eso buscamos ser una potencia, a punto tal que ellos prefieran ser argentinos, que no haga falta usar la disuasión o el convencimiento para lograrlo”. Dichas palabras llamaron la atención, teniendo en cuenta que pueden deberse a declaraciones aisladas del primer mandatario, o a una nueva postura en torno a la cuestión Malvinas: la de considerar a los isleños como un tercer actor. Esta postura se contrapondría a la tradición histórica que reconoce sólo dos partes en la disputa de soberanía, es decir la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y nos remontaría a la política de seducción del ex Canciller Guido Di Tella durante el gobierno de Carlos Menem. En este contexto, conmemorar el 10 junio implica no sólo evocar un hecho histórico significativo para nuestra soberanía, sino también, realizar un ejercicio activo de memoria que proyecte la Cuestión Malvinas como parte constitutiva de nuestra identidad, entendiendo que no puede defenderse lo que no se conoce. *Grupo de Estudios sobre Malvinas – Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales – Universidad Nacional de Rosario
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