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» Diario Cordoba
Fecha: 10/06/2025 03:35
Una de las pocas modalidades de financiación colectiva (al fin y al cabo otra forma de llamar al mecenazgo) que han conocido en España cierto éxito estos últimos años es el llamado ‘crowdfunding’, sostenido por toda una serie de portales web (‘Joinmyproject’, ‘Verkami’, ‘Lanzanos’, ‘Fandyu’, ‘The Crowd Angel’, etc.), que potencian el apoyo económico a determinadas iniciativas de supuesto interés general, estableciendo diferentes categorías de mecenazgo -desde 1 €- y contrapartidas que varían en función de la cantidad aportada: ‘merchandising’, primicias, figurar en los créditos, ediciones limitadas, atención personalizada, etc. Para ello se establece un plazo, generalmente improrrogable, que suele oscilar en torno a los 40 días. Si al final del mismo el proyecto en cuestión ha alcanzado o superado los fondos requeridos, se lleva a cabo y sus sostenedores encuentran el eco que buscaban a cambio de un pequeño interés en torno al 5%; si por el contrario no es así, las cantidades comprometidas no llegan a hacerse efectivas, devolviéndose a sus donantes. Hay muchos ejemplos de esta práctica en nuestro país, referidos al mundo del cine, los documentales, el arte -música y videojuegos incluidos- o la cultura, pero también la investigación de base tecnológica, la antropología, los derechos humanos y ciudadanos, o las publicaciones del más variado signo -no sólo científicas; también, verbigracia, para dejar de fumar-. El único problema, además, como es lógico, del reto que supone despertar la curiosidad de los internautas hasta conseguir que comprometan sus menguados fondos, es el riesgo: para poder financiar un proyecto hay que mostrarlo por vía telemática en su integridad, lo que pone seriamente en peligro la propiedad intelectual del mismo, favoreciendo el plagio. También, en el caso concreto de la arqueología, la necesidad añadida de que cualquier intervención que no sea la investigación puramente bibliográfica cuente con la autorización de las administraciones responsables; algo que puede resultar misión imposible, por lo que el sistema, en sentido amplio, está muy lejos de ser la panacea. Se trata de algo similar -que no idéntico- a lo que se viene haciendo desde hace algunos años en Mérida, a través del denominado Proyecto Mecenas, un ‘crowdfunding’ singular, de carácter y particularidades locales que ha conseguido grandes resultados (en su marco tiene lugar también el programa Eméritos del Patrimonio, destinado a las personas mayores, y la adopción de monumentos por parte de los centros educativos emeritenses, en una exitosa adaptación del programa internacional ‘La scuola adotta’). Es fácil imaginar lo que podría conseguirse en Córdoba, o en otras ciudades andaluzas de sus mismas características, con una iniciativa como ésta; pero para lograrlo sería conveniente antes la creación de un organismo de carácter transversal y financiación múltiple sostenida en el tiempo, similar al Consorcio de la ciudad Monumental, Histórico-Artística y Arqueológica de Mérida, que pudiera planificar al margen de toda presión externa, temporal o política. Contribuiría así a la rentabilización de recursos, la cohesión social y la generación de valor simbólico e identitario, de orgullo ciudadano y de empleo de calidad. Por desgracia, dada la escasa cultura arqueológica de nuestra clase política en general, la escasez habitual de fondos y la falta secular de voluntad para ello, es difícil que las cosas cambien a corto o medio plazo. De ahí el papel determinante y transformador que sin duda puede ejercer la iniciativa social . *Catedrático de Arqueología de la UCO
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