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Crespo » Paralelo 32
Fecha: 10/06/2025 21:42
En un contexto donde el bienestar de las infancias y adolescencias cobra cada vez más protagonismo en las políticas de salud, la ginecología infantojuvenil se consolida como una especialidad médica de creciente relevancia. Su objetivo no es solo atender patologías, sino educar, prevenir y acompañar desde el nacimiento hasta el final de la adolescencia, abordando de forma integral la salud ginecológica en etapas clave del desarrollo femenino. La pubertad marca un momento de grandes transformaciones físicas y emocionales. Uno de los hitos más relevantes es la menarca —la primera menstruación— que suele ocurrir entre los 9 y los 15 años. En esta etapa, contar con información clara sobre el ciclo menstrual, su manejo y los signos de alerta es fundamental. El dolor menstrual (dismenorrea), por ejemplo, afecta al 70-93% de las adolescentes, según diversos estudios. Sin embargo, como advierten especialistas, el dolor no debe ser naturalizado ni tolerado pasivamente: existen estrategias eficaces para aliviarlo y su persistencia puede ser motivo de consulta médica. En este sentido, la consulta ginecológica infantojuvenil representa un espacio seguro, confidencial y de escucha activa para abordar no solo dolores o síntomas, sino también dudas, inseguridades y cambios corporales. “La consulta ginecológica en la niñez y adolescencia no debe verse como un último recurso ante un problema, sino como una herramienta fundamental de acompañamiento y prevención desde etapas tempranas”, explica la Dra. Fernanda Mezzatestta (MN 86081), ginecóloga especialista en tocoginecología del Centro Integral de la Mujer en Clínica del Sol. Romper mitos y construir confianza Una de las principales barreras para el acceso temprano a esta atención son los mitos que la rodean. La idea errónea de que solo se debe consultar al ginecólogo tras el inicio de la vida sexual o ante la aparición de enfermedades graves aún persiste. Pero la ginecología infantojuvenil tiene un enfoque preventivo y educativo, abordando temas como el desarrollo puberal, la higiene íntima, el conocimiento del cuerpo y la gestión del ciclo menstrual. “La primera consulta no siempre incluye un examen físico. Muchas veces es solo una conversación, un espacio para resolver dudas sin miedo”, enfatiza Mezzatestta. La especialista resalta que “el objetivo es crear un vínculo de confianza, empoderar a las niñas y adolescentes en el cuidado de su salud, y derribar estigmas que muchas veces las alejan del sistema de salud”. El rol clave de las familias Madres, padres y cuidadores tienen un papel fundamental en este proceso. Fomentar un ambiente de diálogo abierto, brindar información adecuada y acompañar sin prejuicios son pasos esenciales. También es importante estar atentos a señales que indiquen la necesidad de una consulta temprana, como irregularidades menstruales, dolor excesivo o signos de desarrollo puberal antes de los 8 o 9 años. Asimismo, la adherencia al calendario de vacunación cobra especial relevancia. En Argentina, la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) es gratuita y obligatoria a los 11 años, tanto para niñas como para varones, y constituye una herramienta vital en la prevención del cáncer de cuello uterino y otras enfermedades relacionadas. Hacia una salud ginecológica libre de estigmas Un informe de UNICEF Argentina, titulado “Acceso a la gestión menstrual para más igualdad” (2021), reveló datos preocupantes: el 10% de las adolescentes no asiste a la escuela durante el período menstrual, y el 23% experimenta vergüenza o incomodidad. Estas cifras reflejan la urgencia de naturalizar la conversación sobre menstruación y salud íntima desde edades tempranas. Promover la ginecología infantojuvenil no solo significa atender síntomas, sino también acompañar procesos de crecimiento con sensibilidad, información y perspectiva de derechos. Así, se sientan las bases para una relación saludable con el cuerpo y con el sistema de salud a lo largo de toda la vida.
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