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Rio Negro » Adn Rio Negro
Fecha: 08/06/2025 13:38
(Por Adrián Murano*).- Mientras el presidente Javier Milei acumula postales VIP en la cálida primavera de Europa, Luis «Toto» Caputo suma problemas en Buenos Aires. El «Plan dólares del colchón», esa fantasía monetaria que pretendía seducir a los ahorristas argentinos para que sacaran sus verdes de los rincones más creativos de sus hogares, se convirtió en una pesadilla de proporciones épicas para el ministro de Economía. Los datos son despiadados: las reservas terminaron la semana en U$S 38.635 millones y el viernes bajaron otros U$S 110 millones. Según el último informe del Banco Central, los depósitos en dólares del sector privado cayeron otros 64 millones y acumularon en cuatro días un retroceso de 292 millones. Es el movimiento inverso al que soñaba Caputo cuando diseñó su estrategia de blanqueo suave que el gobierno presentó con la provocación marketinera «Tus dólares, tu decisión». La decisión de los ahorristas, efectivamente, fue clara: sacar la plata de los bancos y llevarla al colchón, o fuera del país. El fantasma del corralito La ironía de la historia es cruel. Apareció el creador del tristemente célebre «corralito», el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, para advertir sobre los riesgos de repetir los errores del pasado. Cavallo describió la economía argentina como «fuertemente endeudada en monedas extranjeras y que prácticamente no tienen crédito externo», un retrato que suena familiar y ominoso. El problema de fondo es que el Gobierno ya incumplió de modo flagrante dos compromisos centrales del acuerdo con el FMI: no está comprando dólares dentro de la banda cambiaria como esperaba el organismo, e interviene agresivamente en el mercado de futuros para sostener el carry trade, exactamente lo contrario de lo pactado. Desde que se firmó el pacto a mediados de abril, el Banco Central no compró ni siquiera un dólar en el mercado, dejando pasar la liquidación de la cosecha gruesa sin adquirir las divisas comprometidas. Solo en créditos con tarjeta de crédito ya alcanzó los 800 millones de dólares, un récord desde 2001 que hace saltar todas las alarmas en un país que ya vivió esa película y conoce el final. La desregulación salvaje que impulsó Federico Sturzenegger abrió una puerta peligrosa: desde febrero se habilitó a cualquier persona física o jurídica a endeudarse en dólares, sin importar si sus ingresos son o no en esa moneda. Es exactamente la receta que llevó al país al desastre en 2001, cuando Martín Redrado tuvo que implementar la norma elemental de sentido común: si los ingresos no eran en dólares, el cliente no podía acceder a crédito en moneda extranjera. Ese cortafuegos ya no existe. Gula amiga Mientras el 90% de la población recibe salarios de subsistencia por debajo de la línea de pobreza, la minoría privilegiada que habita Caputo disfruta la dolce vita del dólar barato e impulsan el consumo de bienes y servicios importados. Los datos de turismo son elocuentes: salieron del país por motivos turísticos 881.161 personas, mientras que ingresaron 418.771, lo que arrojó un saldo neto negativo de 462.390 personas solo en abril. La importación de bienes de consumo arrojó un volumen de 971 millones de dólares, un 77,7% por encima de igual período del año pasado, mientras la infraestructura aduanera colapsa con las compras por courier de la clase media alta que descubrió el paraíso del shopping internacional con dólar subsidiado. El consumo vip exprime los pocos dólares del Banco Central y la memoria emotiva de los argentinos drenan las arcas de los bancos comerciales. Como reveló El Destape, los bancos tienen en el tesoro de las sucursales almacenados más de 5.000 millones de dólares, el equivalente a 17% de los depósitos en el sistema o al 13% de las reservas internacionales del BCRA. Esos dólares están destinados a saciar la creciente demanda de dólares por ventanilla, pero al estar en poder de las entidades y no depositados en el BCRA, no se pueden usar para las operaciones de carry trade que tanto le gustan a Caputo. Paradoja verde Los números del campo argentino en mayo fueron espectaculares: liquidó divisas por 3.054 millones de dólares, un aumento del 21% respecto de abril y 16,9% más que el mismo mes del año pasado. Se trató del mejor desempeño mensual desde mayo de 2023, consolidando a los primeros cinco meses de 2025 como el tercer mejor arranque del año para el agro en dos décadas. Pero este festival de divisas agropecuarias no se tradujo en ni un solo dólar acumulado en las reservas del BCRA. La cuenta corriente cambiaria acumula ya once meses consecutivos de déficit, una sangría que se profundiza pese a la bonanza agrícola. En abril, el déficit alcanzó los 636 millones de dólares, y las proyecciones para 2025 hablan de un rojo de 4.190 millones en el primer trimestre. El atraso cambiario incentivó importaciones y turismo emisivo, convirtiendo la ventaja competitiva argentina en una fiesta de consumo importado financiada con endeudamiento externo. Los operadores asocian estos retiros masivos al giro de billetes al exterior para cubrir la salida de capitales que se realiza con operaciones de Contado con Liquidación. La desconfianza del mercado se refleja sin piedad en el precio de los activos financieros. Los bonos en dólares volvieron a caer hasta 1,5% pese a las promesas del equipo económico sobre la disponibilidad de fondos para afrontar el vencimiento de unos 4.500 millones de dólares que vencen en julio. Las Tasas Internas de Retorno se ubicaron en 13,2% y 12,1%, valores que alejan cualquier posibilidad de salida al mercado de capitales. El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, salió a desmentir a los «agoreros» con el tono sobrador de los funcionarios mileístas: «Argentina cumplirá con sus obligaciones en julio», declaró. Alentó fantasmas. Al día siguiente, los bonos se desplomaron. El mercado tiene memoria y sabe que las promesas en la Argentina suelen tener fecha de vencimiento falseada. En el mercado evalúan que la situación de las reservas es dramática. Las reservas netas del Banco Central alcanzan a los 4.204 millones de dólares, menos de las necesidades para sostener un mes de importaciones del país, pese a los históricos desembolsos del FMI por 12.478 millones de dólares, más 1.500 millones del Banco Mundial y 500 millones del BID. Si se descuentan los préstamos del Fondo, el panorama es catastrófico: las Reservas Internacionales Netas sin FMI quedan en -9.415 millones. Es decir, sin el salvataje externo, Argentina tendría reservas negativas por casi 10.000 millones de dólares. El fracaso del plan es notable: en el mejor momento del año para acumular reservas, con una cosecha récord que liquidó más de 3.000 millones de dólares solo en mayo, el Gobierno no logró sumar ni un dólar al BCRA. Si el dólar no se movió hacia la banda inferior como esperaba el equipo económico en plena liquidación agrícola, es muy difícil que el «Plan dólares del colchón» (que aún no arranca) o la reanudación del crédito en dólares compensen el menor flujo de divisas proyectado para el segundo semestre. El FMI, sin embargo, le arrojó otro salvavidas a Milei: postergar la misión técnica que debía llegar el 13 de junio para revisar el cumplimiento de metas hasta julio. Un guiño electoral que confirma que el organismo multilateral sigue dispuesto a financiar la campaña al presidente libertario, pese a las advertencias severas de los técnicos del organismo, quienes observaron las mismas fragilidades que inquietan a los mercados. La excusa oficial es que «las fechas eran orientativas», pero en los pasillos de Washington todos saben que se trata de un waiver preventivo para evitar el bochorno de un incumplimiento explícito a solo dos meses de firmar el acuerdo. Héctor Torres, ex director para Argentina en el FMI, fue explícito: «No es muy alentador empezar un programa con un fuerte desembolso inicial pidiendo una dispensa». Pero el Fondo parece más preocupado por la estabilidad política del aliado sureño de Donald Trump que por la ortodoxia de sus propias reglas. Luis Cubeddu, el venezolano que desde el FMI encabeza la negociación, había sido taxativo: «Para nosotros es muy importante que el gobierno argentino cumpla con la meta de acumulación de reservas». Palabras que se evaporaron al calor de la picante coyuntura política estadounidense -con Trump y Elon Musk en guerra abierta- y el aliado Milei en un delicado trance electoral. Timba cara El sueño de Caputo de convertir a Argentina en un paraíso del carry trade se desvanece día a día. Los inversores internacionales miran con desconfianza un esquema que promete tasas altas pero en un contexto de reservas evaporándose y bonos en caída libre. La ecuación es simple: a mayor riesgo, mayor tasa exigida. Y las tasas que hoy demanda el mercado hacen inviable cualquier estrategia de financiamiento genuino. Las consultoras financieras son lapidarias en sus diagnósticos. Faltan 4.000 millones de dólares para la meta de junio (ahora julio), 8.500 millones para septiembre y 15.500 millones para diciembre, según 1816. Para LCG, el Gobierno deberá avanzar «pagando un costo elevado» en los mercados internacionales dado que se mantiene firme en su decisión política de no comprar dólares hasta que toquen el piso de la banda. Una estrategia electoral que hipoteca el futuro económico del país. *Periodista, El Destape.
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