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» El Ciudadano
Fecha: 08/06/2025 10:13
Por Candela Ramírez Este jueves, se presentó en Buenos Aires el primer libro del año de la editorial Nocturna, “La infancia de Quien” de José Luis Juresa, psicoanalista y escritor. En diálogo con El Ciudadano, el analista compartió cómo fue el proceso de escritura de su última obra que fue editada y prologada por Leila Guerriero, periodista y escritora argentina reconocida a nivel internacional. Nocturna, fundada en 2018, está integrada por tres editoras y psicoanalistas: Fernanda Restivo, Luciana Grande y Amalia Federik; y una gestora cultural, Ariadna Mierez. Su primera publicación fue la traducción al español de «En caso de amor» de Anne Dufourmantelle. En su web oficial, cuentan que Nocturna “busca editar una escritura que guarda relación con el enigma, acercándose a los discursos que soportan en sí una parte de noche. Busca interpretar un cuerpo textual en el hilo invisible que lo atraviesa y lo trama, intentando extender a su hechura y su portada la materialidad con que ha sido escrito. Apuesta a seguir pensando modalidades de poner en juego lo que el psicoanálisis propone como materia viva”. Hasta ahora lleva publicadas siete obras y el año pasado lanzaron la serie de cuadernillos “Palabra hablada”, que reúne entrevistas y clases dictadas. La presentación del libro de Juresa se dio el jueves a la tarde en la librería Naesqui. El autor estuvo acompañado por Leila Guerriero, Ignacio Iraola (editor, dueño de Naesqui) y Luciana Grande (Nocturna). En Rosario «La infancia de Quien» se puede conseguir en las librerías Paradoxa (Mendoza 923) y El Juguete Rabioso (Mendoza 784). Si no, se puede encargar directamente a la editorial a través de su web o su cuenta en Instagram. Juresa es miembro fundador de Espacio de Psicoanálisis Contemporáneo (EPC) y codirector del espacio investigación y lectura “Psicoanálisis: zona franca” junto con Alexandra Kohan. Ha colaborado en Página 12, Revista Polvo, Ají, Fixiones, entre otras. En 2013 fue reconocido por el Premio Lucien Freud de ensayo psicoanalítico, con su trabajo: “¿Un pase? Clarice Lispector y la Historia de una Transformación”. En su libro anterior “La realidad por sorpresa” (Paidós, 2024) hay un capítulo de especial importancia para “La infancia de Quien”: “Es un pequeño antecedente. En un fragmento menciono la muerte de mi padre vinculándolo con las lenguas que lo atravesaban a él como migrante. Él era de lengua materna croata y aprendió a hablar el alemán porque se formó en Alemania como mecánico naval, en plena guerra. Y después cuando emigró a la Argentina apareció el castellano. Mi padre tuvo un ACV y todas las lenguas adquiridas -el alemán, el castellano sobre todo- prácticamente se perdieron y emergió la lengua materna croata. Así estuvo durante un mes, hasta que esa agonía terminó y falleció. Le dedico un capítulo a él y a ese fenómeno de la lengua materna. Ese modo de escribir fue como el germen de lo que apareció casi inmediatamente después que fue ‘La infancia de Quien’. Ese recuerdo de la infancia de mi padre creo que disparó el recuerdo de la infancia en general con una idea que sí me venía dando vueltas y es la diferencia entre la niñez y lo que desde el psicoanálisis consideramos infancia”. Leila Guerriero, autora de «La llamada» (Anagrama, 2024), hizo el trabajo de edición del libro de Juresa y cuenta a este medio que en 2023 conoció los primeros capítulos “desde el germen” y que el texto le resultó “muy inusual”: “La teoría de base de esta obra es diferenciar la infancia de la niñez. Pero lo singular es que el autor hace un trabajo de evocación de su propia niñez, de su propia experiencia, para aterrizar esa teoría. Es un libro arriesgado. No es usual que un profesional del psicoanálisis exponga su vida de esta manera, aun cuando esa exposición tiene un grado de elegancia enorme”. Además, considera que es un libro “escrito con emoción y potencia, en las antípodas de la jerga ‘psi’. No es tampoco un libro de divulgación, ni psicoanálisis para dummies. Se entronca más en la tradición de la obra de la psicoanalista francesa Anne Dufourmantelle”. Se trata de la autora que la editorial traduce al castellano en Argentina. Guerriero comparte que casi nunca hace lo que hizo: la propuesta de editarlo vino de ella, “un impulso”: “Pero me pareció que esto era un material muy único, muy inusual en la tradición de libros de y sobre psicoanálisis. Excede ese marco, es una rara avis”. La periodista y editora sintetiza: “Tenía muchas ganas de que este libro existiera. Creo que no sólo es un aporte inusual y desenfadado al psicoanálisis sino que cualquier buen lector puede devorarlo con placer”. Juresa cuenta que la edición de Guerriero fue para él “un lujo”: “Fue muy amorosa. Su edición fue fundamental porque me permitió organizar el texto de una forma potente, de ponerlo en el máximo de sus posibilidades. Estoy muy agradecido porque además aprendí un montón, ya tengo ahí la voz de Leila incorporada. Todo el trabajo de ida y vuelta, lo que iba reformando y reescribiendo, fue muy ágil y muy amable. No fue para nada tortuoso, al contrario, fue algo muy provechoso para mí, una experiencia creo que marca un antes y un después para mí como escritor”. —En el libro hay recuerdos, reflexiones, reconstrucciones. En una página decís: «de mi diálogo real o inventado”. De alguna manera esa anotación atraviesa todo tu relato, como si no parara de decir que lo que importa es el efecto de verdad que tienen las cosas. En la obra sobrevuela todo el tiempo esta idea. —Tal cual, juega con una idea central también en psicoanálisis. Finalmente es un libro del psicoanálisis sin hablar de psicoanálisis y sin hablar de los conceptos psicoanalíticos de forma tradicional. Sin embargo están todos ahí. Y se los podría enumerar, como el tema del amor al prójimo que es fundamental en Freud y en la ética del psicoanálisis. Todos esos conceptos están condensados en torno a la cuestión de la vecindad, que atraviesa prácticamente todo el libro. El tema de la infancia, la niñez y sobre todo esta cuestión que tiene que ver con lo que Lacan menciona acerca de la estructura de la verdad: la verdad tiene estructura de ficción. Significa que así como puede ser verdad, puede ser mentira, sin embargo, sus efectos son verdaderos, porque tienen que ver con lo que uno no deja de hablar jamás en la vida, que es de su modo de gozar, otro concepto psicoanalítico que en el fondo nos da una idea de aquello de lo que hablamos sin tener idea de qué hablamos. Uno no deja de hablar del modo en que uno goza sin poder mencionar o plasmar exactamente en palabras de qué se trata ese goce. Y en cada uno ese modo de gozar es diferente. Entonces, la cuestión de la verdad queda al margen, porque la verdad no puede nunca nombrar el goce. En psicoanálisis nosotros a eso lo llamamos lo real. Lo real tiene que ver con lo innombrable del goce. ¿Con qué tiene que ver el goce? Con el cuerpo. Es la historia de las huellas o las marcas en el cuerpo de las que uno se la pasa hablando sin saber por qué. Eso es lo que transcurre en el libro. Más allá de que algunas cosas yo podría decir que son para mí verdaderas, podría venir mi hermana o un familiar mío y tener una versión completamente distinta de la misma familia, de los mismos padres, etcétera. Sin embargo, acá de lo que se trata es de que esa ficción o esa estructura de la verdad ficcionada para mí resulta verdadera. Y aísla un poco de qué se trata o cuáles son las huellas en mi cuerpo que hacen a mi propia existencia y a mi forma de vivir. El debate biográfico es lo que hace un historiador, que documenta acerca de los hechos. Eso no está en el libro, no estoy dando la discusión de un historiador. No estoy debatiendo acerca de si este hecho fue más o menos verdadero y si está documentado con papeles o con testimonios. Lo que interesa es la versión. —Recién decías que aparecen los grandes temas del psicoanálisis y que, sin embargo, no es un libro de psicoanálisis. Mientras lo leía pensaba que resulta un libro accesible para quienes no manejamos los conceptos del psicoanálisis. Este libro es muy amable en ese sentido, permite que uno entre. Mientras escribías, ¿pensabas en un lector modelo o te imaginabas esa instancia de lectura? —La única intención es exactamente la que acabás de decir: cómo escribir sencillo y amablemente sobre el psicoanálisis. Si hubo una intención tampoco es una intención completa y calculada porque uno se pone a escribir y es como empezar a hablar, lo que uno calculó decir ya se perdió en el camino. Pero sí tuve una orientación y un horizonte de hacer transmisibles los conceptos, encontrar una voz propia para hacer que esos conceptos o esas ideas se puedan comunicar y se puedan transmitir de un modo que sea apto para todo público, por decirlo así. Y sin tratar de tontos a los lectores, simplemente ser amable. —A veces al conversar con psicoanalistas siento que hay algo como críptico, que se me vuelve enigmático, uno puede preguntarse “¿qué me están queriendo decir?» y en el libro eso no se siente. —Lo más difícil es cómo encontrar la manera de no perder la idea de la complejidad de lo que estoy hablando sin por eso ser crípticos. Creo que con este libro encontré una voz propia respecto de un modo de hablar de psicoanálisis sin ser críptico y sin perder la complejidad de los asuntos. De eso estoy conforme. —Lo que también se ve en el libro es que más allá de los recuerdos o reflexiones, hay alguien que claramente se analizó por mucho tiempo, se siente que es alguien que va a análisis y que escribe desde ese lugar. Hacia el final se hace incluso más explícito en relación a tu análisis, con tu analista y los sueños que tenés. ¿Eso también fue apareciendo a medida que avanzabas en la escritura? —Absolutamente. Es como ir encontrando algo que en psicoanálisis también llaman el pase, ese modo de dar testimonio de que hubo un análisis. Se le llama el pase porque es un dispositivo que Lacan inventó y que se discute y se discutió entre los psicoanalistas durante décadas sin llegar a una conclusión respecto de cómo sería dar un testimonio y cómo certificar que esa persona pasó por un análisis y eso lo habilita también a convertirse en analista. Es una gran discusión que no tiene fin, pero sí me fui encontrando con que tiene la estructura de un pase. Dar testimonio de que hubo un análisis y del modo en que el psicoanálisis hizo con mi vida una mutación. En eso también puedo decir que estoy contento. —Además, es como si el libro también replicara lo que ocurre a veces en una sesión. Al principio no está tan claro hacia dónde va y después va tomando una forma. Pareciera que el libro imita esa forma. —Completamente. Es como una especie de hallazgo al final que resignifica un poco todo lo que se fue diciendo al tipo de despliegue del texto. Una sesión, sí. A veces pasa eso en una sesión. —Me interesó mucho cómo ingresa en el texto el tema de la dictadura. No sé si decir que es un testimonio pero sí muestra cómo impacta también en la vida de los niños en general y en una infancia lo que ocurrió en Argentina entre 1976 y 1983 —Sobre todo en lo que supuestamente estaría muy ajeno a la vida de una familia tipo de clase media en la Argentina de aquellos tiempos. Y sin embargo, todo lo que ocurre a nivel social llega con distintos ecos a distintos sectores sociales y me parece que sí final e inadvertidamente, de forma sorpresiva, llega a esta familia relatada en el libro. Algo de lo que parecía ocurrir siempre allá, ajeno, lejos, en otro lugar, en otro sitio, en círculos ideológicos, también la atraviesa. Y también es un hallazgo del personaje. Del niño que presentía cosas sin darse cuenta de qué. Del mismo modo que aquel niño hijo de desaparecidos podía presentir las suyas. Ahí hay como una relación en espejo respecto de esas sensaciones que mutuamente se podían identificar. Y treinta o cuarenta años después tienen como una revelación y una especie de hallazgo que arma un poco el rompecabezas. Lo interesante del asunto es el modo en que esa familia que parecía ajena, ese famoso «no te metas, no es un asunto nuestro, no es algo en lo que nosotros estemos» pero sí finalmente padecemos y lo padecemos muy íntimamente. Hasta el punto que forma parte de la historia personal de los miembros de esa familia y sobre todo la del protagonista. Entra bien porque no está de ningún modo forzado, es parte de una historia también real. —Se pone de manifiesto la forma singular que tiene de impactar en la vida de las personas y que los niños también pueden registrarlo. —También está enmarcado dentro de la idea de la vecindad. Ese niño sufre la vecindad en distintos niveles: los vecinos directos, la vecindad barrial y esa gran vecindad que sería la sociedad en general y el momento del país en el que ese niño estaba creciendo. —Mostrás también cómo cambia la escuela. —El recuerdo del día después del feriado que declararon los militares cuando asumieron, ese niño que volvió al volvió al colegio y todo había cambiado completamente. —La escuela como otro espacio donde la irrupción de la dictadura impacta. —Impacta en los cuerpos. Y es una marca que a lo largo de todo el libro se asienta en un entramado que se apoya en las marcas en el cuerpo que hacen a una memoria no pensada, que simplemente surge en la medida en que se va escribiendo o así fue por lo menos conmigo. —¿Qué vínculo ves entre el análisis y la escritura? —Hay muchas cuestiones relacionadas a la escritura, a la función de lo escrito en el psicoanálisis. Pero se trata de la función de lo escrito en el cuerpo, no de la escritura en papel. De hecho se acostumbra a decir que los analistas interpretan pero en realidad leen. Leen en la palabra una escritura que no es la escritura del papel y no es una escritura de permanencia, no es la escritura de una memoria de archivo, sino que es una escritura que aparece y tiene un carácter único. Aparece por un instante, es como un poema. Un relámpago. Si tiene alguna relación la escritura con el psicoanálisis es por el lado de lo poético. Pero no de la poesía, sino del poema como el intento de nombrar lo imposible. Es por ese lado, porque la poesía, los poetas y el poema en sí siempre apuntan a lo real. Es un modo de decir que intenta alcanzar lo innombrable. La emoción que produce determinada poesía tiene que ver con la dignidad de lo imposible. Si algo acontece a nivel de la escritura vinculado al psicoanálisis es la poética. Este libro está transido por esa cuestión. Estas atmósferas podrían tener ese carácter poético, no con una intención de poesía, sino poético por efecto. Y de algún modo poetiza la realidad de un niño en el recuerdo, en el intento de vincular y no perder de vista nunca la infancia que nos acompaña a lo largo de la vida. Y esa es la diferencia con la niñez: la niñez es un tiempo determinado, ya histórico, algo que ya uno puede relatar; la infancia es como acercarse a ese estado de agitación y probabilístico por el que uno vuelve a pasar a veces y para poetizar la realidad y hacer con eso algo, algo singular. —Uno va reescribiendo la infancia, va cambiando también cómo miramos, eso lo decís hacia el final del libro. Quizás también en relación a la distancia que vamos construyendo. —La posición que uno tiene respecto de eso que a uno lo mantiene afinado, calentito, digamos. No perder de vista el magma que a uno lo mantiene calentito, con vida. Y un poco la infancia es ese magma. La niñez es la etapa de la vida en la que quizás uno esté más cerca de la infancia, ese magma. Porque uno está desprejuiciado, no está pensando en cómo adaptarse, ni en ser productivo. Uno juega y se juega sin pensar tanto. No quiero idealizar la infancia, tiene muchas cosas horribles también pero el modo de acercarse el niño a la infancia es mucho más jugada. El adulto, por supuesto, tiene que empezar a armarse de estrategias, lo cual está bien, no puede abordar la realidad como un niño, pero no tiene que perder de vista qué es lo que mantiene afinado su deseo. Y eso que mantiene afinado su deseo es ese magma llamado infancia, Freud habló de la infancia y al fin y al cabo él habla de la neurosis infantil. Para que el malestar se nos vaya hay que estar en la singularidad de lo que para cada quien significa estar afinado con su propio deseo y yendo a las causas de ese deseo que tiene que ver con la infancia. Es decir con ese modo de mantenerse un poco fresco en relación a la vida. —Y esa develación acerca de la diferencia entre niñez e infancia, que trabajás a lo largo de todo el libro, se fue dando con la escritura, ¿no? Por lo que vas mostrando en las páginas, no es que dijiste “tengo esta hipótesis y la voy a desarrollar” —Es una de las funciones de escribir, en este caso la escritura del papel. En mi caso por lo menos, yo pienso escribiendo. Se me van aclarando las cosas y al final por ahí terminan de despejarse. Y siempre tiene ese carácter de hallazgo, uno va escribiendo y se va encontrando con cosas. Al final se termina de despejar algo.
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