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» El litoral Corrientes
Fecha: 08/06/2025 00:40
Por Carlos Lezcano y Natalia Schejter Desde hace unos cuantos días, varios sectores del ámbito cultural del país se encuentran en alerta por la publicación del decreto 345/25 que atenta contra las bases más importantes de la Ley Nacional del Teatro, y contra el funcionamiento de institutos de investigación histórica y de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares. Entre las modificaciones que se intentan poner en marcha, el Instituto Nacional del Teatro (INT), que es el organismo encargado de aplicar la ley, sufre cambios que lo alejan de su funcionamiento democrático y federal: pasa de ser un organismo autárquico a una unidad interna de la Secretaría de Cultura; suprime las representaciones provinciales y el Consejo de Dirección federal conformado por concurso público para centralizar las decisiones en Buenos Aires; desaparece la distribución de fondos con criterios de equidad territorial y transparencia para repartirlos de forma discrecional y además con estos cambios, peligra la promoción del acceso a la cultura como un derecho colectivo. El INT no solo promueve el funcionamiento de salas en todos los rincones del país, fomenta la producción de obras, de formaciones, de investigaciones, impulsando y profesionalizando la actividad teatral, favoreciendo su calidad artística y respetando las particularidades de cada territorio, sino que además, posibilita el acceso a toda la comunidad a esta manifestación cultural. Piense en un pueblo alejado de las grandes ciudades, ¿esa localidad es igual con una sala de teatro y una biblioteca popular que sin ellas? En el prefacio de la Ley Nacional de Teatro sancionada en 1997 se reponen un montón de experiencias de países centrales y hegemónicos que “preservaron para sus pueblos una legislación tuitiva de la Cultura, y en particular, del Teatro”. Y también allí puede leerse una frase que en esta coyuntura suena paradójica: “la responsabilidad del Estado Moderno en materia de política cultural se sintetiza en un axioma: Cultura es Libertad.” Todos los apoyos que otorga el Instituto Nacional de Teatro son producto de convocatorias y concursos transparentes y cada decisión está reflejada en actas de acceso público, tiene representación equitativa en todas las provincias del país, por eso está considerada la institución pública más federal y democrática del ámbito cultural nacional. Esta institución no aparece de una día para el otro por ocurrencia de una sola persona que la edificó con una varita mágica, el INT es producto de la lucha de muchos años de los trabajadores escénicos de todo el país, entre ellos, Ángel Quintela, un referente del teatro correntino. Quintela comenzó a hacer teatro en 1974 en su escuela secundaria “Manuel Belgrano”; es uno de los fundadores del grupo de teatro del Guarán, que tiene casi medio siglo de trayectoria ininterrumpida y fue el primer representante del Instituto Nacional de Teatro de la provincia de Corrientes. Nadie mejor que los protagonistas para contarnos más detalles del antes, el durante y la lucha actual por sostener la Ley Nacional de Teatro. ¿Cuál es la crisis que está atravesando el Instituto Nacional del Teatro? En este momento el Instituto Nacional del Teatro, por un decreto del poder ejecutivo, deja de funcionar como tal, así de un plumazo, con un decreto pasa encima de una ley, cosa que no está bien. Se desmantela el funcionamiento directivo del INT y desmantela todo el federalismo y toda la ayuda que la cultura recibía del Estado, principalmente en los lugares donde hace falta que la cultura en general, y el teatro en particular tenga mayor desarrollo. Este decreto nos lleva de vuelta a 1997, porque retrotrae todo a cuando estaba centralizado, vuelve a poner toda la actividad del teatro independiente en una oficina de la Secretaría de Cultura de la Nación en Buenos Aires, con un director nacional de teatro, así como lo era Lito Cruz en 1997, cuando se sanciona la Ley Nacional de Teatro. Desde esa época hasta hoy es muchísimo lo que se ha hecho a través del instituto. Y yo digo que este decreto está pergeñado y diseñado por ignorantes que son muy peligrosos, porque no tienen ni idea de lo que es el federalismo y lo que representa el Instituto Nacional del Teatro en el interior del país, en los lugares donde más hace falta que la cultura se afiance. Estamos en este punto de lucha y tratando de hacer conocer a la gente, sobre todo al público que la cultura es un derecho que tiene el pueblo, que tiene la gente de ver teatro, conocer y consumir teatro y también de practicarlo. Entonces la ley protege la actividad teatral como un servicio del estado a la población. Vos comenzaste a hacer teatro en la ciudad de Corrientes en la década del 70. En esa etapa había bastante fomento de parte de la provincia y del municipio de la ciudad de Corrientes, por ejemplo el taller de teatro que dirigía Dante Cena de donde surge el Guarán y de donde salen tantos referentes. ¿Cómo se suma Corrientes a la pelea por generar la Ley Nacional de Teatro? Bueno, mirá, en los 70, años difíciles si los hubo,había una Dirección Nacional de Teatro en Buenos Aires y en la provincia estaba la Subsecretaría de Cultura de la provincia, que en ese momento estaba a cargo del profesor Marcelo Daniel Fernández, que hizo varias otras cosas pero fue el que impulsó principalmente todo el teatro, fue el que fomenta estos talleres de capacitación. Nosotros hacíamos teatro en el Vera, no había otras salas, pero el teatro Vera estaba abierto y había grupos que hacíamos teatro ahí. Había también competencias intercolegiales. Yo empecé a hacer teatro en la escuela secundaria de la mano de Dante Cena que empezó a trabajar ahí y después se generan estos talleres de capacitación, de ahí nace el Teatro del Guarán, de los que hicimos dos años de taller, estoy hablando de 1979 más o menos, en plena dictadura militar se pudo hacer acá todo eso, el teatro en los barrios, porque se armaba circuitos auspiciados por la subsecretaría de Cultura en distintos barrios que no eran salas, eran bibliotecas populares, salas parroquiales o algunas comedores o escuelas y nosotros hacíamos teatro en ese ámbito. Pero ya estaba la semillita de juntarnos para generar esta ley, junto con la ley nacional de teatro también buscamos una ley para que el teatro sea obligatorio en escuelas, que sea una materia más dentro de la educación artística. Un poco fueron paralelas y nosotros tomamos la posta, nos comunicamos con compañeros referentes de acá del NEA y sobre todo de Rosario, Santa Fe, formamos un frente, una agrupación en la que empezamos a bregar por la ley nacional de teatro. Y esto mismo lo empezaron a hacer en Buenos Aires los actores de la ciudad de Buenos Aires. Y nosotros tuvimos ciertas discusiones siempre fue federalismo contra unitarismo. En esa época me acuerdo que estaba Luis Brandoni a cargo de la presidencia de Asociación Argentina de Actores, y Néstor Zapata era nuestro líder, digamos. ¿Ahí ya estamos hablando de la llegada de la democracia, no? Ya en democracia sí, hablamos de los años 89, 90, 90 y pico. Demoró unos años, pero cuando la ley entró, fue tratada en las cámaras, la ley 24.800 y se aprueba. Pero Carlos Menem estaba como presidente en esa época y la veta. Entonces la ley vuelve al Congreso, se la vuelve a tratar y se la aprueba de nuevo , y esta vez por unanimidad. Creo que es una de las pocas leyes que el Congreso aprobó por unanimidad. Era en 1997, recuerdo que en las bandejas del Congreso estaban todos los actores que pudieron ir y cuando se aprobó la ley era una algarabía tremenda. Y entonces, en virtud de esta ley, se crea el Instituto Nacional de Teatro. Los referentes de cada provincia, nos reunimos, para armar el consejo de dirección, como lo establecía la ley; Lito Cruz fue el primer director del Instituto del Teatro nombrado por la presidencia de la Nación. Y después elegimos a los representantes de las provincias, y ahí me eligieron como representante de Corrientes. Así es la historia, así comienza. Y después todos los representantes que siguieron fueron electos por concurso de antecedentes y oposición. ¿Cuáles eran los acuerdo y desacuerdos que tenían las provincias con la Asociación Argentina de Actores con cabeza en Buenos Aires mientras se gestaba la ley? En común era que salga la ley, estábamos todos juntos para que salga la ley. Pero la ley exige que el Instituto funcione con un presupuesto, entonces la disputa era cómo se repartían los fondos. Obviamente la cabeza, que era Buenos Aires, quería la parte del león, digamos, que haya más plata para Buenos Aires. Y los del interior decíamos no, esta es una reparación histórica, porque Buenos Aires ya tiene un desarrollo que no le hace falta tanto dinero, entonces vamos a hacerlo por partes iguales. Esa fue la disputa y ganamos, porque la ley dice que los fondos del Instituto del Teatro serán repartidos en partes iguales a cada una de las provincias. Ese fue el otro gran triunfo, porque nosotros recibimos lo mismo que Buenos Aires, que Santa Fe, que Córdoba, que Misiones, Santa Cruz y demás. Y a partir de ahí es que se pudieron generar en las provincias salas de teatro, además de producción de obras, de giras, de festivales. Todo esto fue en aquellas épocas, y hasta no hace mucho esto funcionaba así. Hay toda una historia desde 1998 para acá, donde se fueron dando muchos avatares en el funcionamiento del Instituto hasta llegar al día de hoy, a la semana pasada, que de un plumazo nos quieren borrar todo. En estos casi 30 años que funcionó la Ley Nacional del Teatro, ¿nunca hubo una crisis así? No, no, vos sabés que no. Hubo crisis de otros tipos, porque siempre nos peleamos, pero por otras causas, por cosas de la profesión, por debates de qué proyectos hacer, cosas así. Una vez hubo un intento cuando estuvo al frente del instituto un señor que se llamaba Cocho Paolantonio y quiso ser él, no un director ejecutivo, sino un presidente de un instituto, y quiso poner a todo el consejo, no como un consejo resolutivo, sino como un consejo asesor. Entonces le cambiaba la esencia del instituto. Y ante esa situación nos revelamos, digamos, todos los que estábamos en los cargos de representantes, y en una Fiesta Nacional del Teatro en Mendoza, le paramos la fiesta. Paramos la fiesta, no hicimos más funciones, estaba en pleno desarrollo en la fiesta de teatro, una fiesta nacional. Y ahí logramos que este señor dé marcha atrás en su proyecto de erigirse como un presidente de un instituto. Después hubo otra crisis en el 2001 donde fuimos a una marcha a Buenos Aires, ahí nos pagamos el colectivo cada uno, cada provincia y estuvimos todos; por los recortes que hubo del presupuesto y también había algunas predicciones que podía cerrarse el instituto, pero todas las crisis las fuimos sorteando favorablemente. Bueno, esta es una más, pero es la más peligrosa creo, es el que más lejos llegó en esto de por un decreto borrar todo eso. Pero vamos a seguir luchando como siempre para que esto no suceda. ¿Cómo afecta esto al teatro correntino, hay algún financiamiento pendiente, cómo ves que esto va a afectar para el futuro, específicamente para los correntinos? Los proyectos que están en curso se están pagando, lo que ya está tramitado y se aprobó en asambleas se están pagando. Hay menos recursos, o sea, no hay plata, entre comillas. Después, el mismo decreto crea una especie de cuerpo asesor de seis miembros, uno por cada región, que van a ser consultivos ante la dirección, lo que sería esta nueva Dirección Nacional del Teatro. Donde fundamentalmente afecta es, primero, que los 24 representantes cesan en sus funciones, o sea, no tienen más trabajo. Y asimismo, las secretarías de cada delegación y los lugares físicos donde funcionaba el Instituto Nacional de Teatro en cada provincia, también se cierran y de eso no queda absolutamente nada. Vamos a ver qué es lo que la nueva dirección diseña o propone para cada provincia y estaremos viendo cómo comunicarnos asiduamente con la Dirección Nacional de Teatro. Estamos alertas pero lo concreto es que teatro no se va a dejar de hacer, porque nosotros los teatreros somos así, tozudos, luchadores, sobrevivimos siempre y el teatro no va a morir nunca. Lo seguiremos haciendo a capa y espada, pero defendiendo y tratando de que el Instituto vuelva a ser lo que era y se derogue el decreto. Y para eso estamos después de cada función, hablando con el público para hacerles saber lo que nos pasa, haciendo firmar peticiones a través de las redes sociales, juntandonos con diputados nacionales de la provincia Corrientes, para hacerles conocer y para ponerlos en autos para que nos apoyen en el Congreso, porque ahora en el Congreso se va a tratar la derogación de estos decretos. Por otro lado, estamos estudiando la posibilidad de presentar recursos de amparo a través de las distintas asociaciones de cada provincia para también intentar que estos dos decretos sean derogados. Y paralelamente a eso, seguimos haciendo teatro, seguimos haciendo funciones, vamos a hacerlas como podamos, ayudándonos entre todos Y las salas van a seguir abiertas, pero la lucha continúa, por eso te decía, volvemos un poco al 97, a la lucha y ahora están los jóvenes, nosotros estamos un poco grandes, pero los jóvenes los veo con mucha fuerza para continuar y para pelear por el instituto.
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