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  • Corrientes, con el más bajo nivel en matemática en las pruebas Aprender

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 06/06/2025 19:42

    El 24 de octubre del año pasado, más de 379.000 estudiantes de quinto y sexto año de secundaria participaron de la evaluación nacional Aprender. Se trató de un operativo de alcance federal, con una cobertura del 96,6% de las escuelas y aplicado a alumnos que comenzaron la secundaria en 2019 y 2020, en plena pandemia. Los estudiantes de Corrientes, Chaco, Formosa y Misiones en el nivel más bajo. En zonas del norte argentino, los puntajes promedio oscilaron entre 412 y 464 puntos, mientras que algunos departamentos del sur alcanzaron valores de hasta 536. Las diferencias regionales reflejan no solo disparidades en los aprendizajes, sino también en las condiciones estructurales y sociales que rodean a los estudiantes. En matemática, los resultados reflejaron una situación crítica: apenas el 14,2% alcanzó un nivel satisfactorio, el 31,2% logró ubicarse en un nivel básico y más de la mitad —el 54,6%— quedó por debajo del nivel mínimo esperado. Desde 2022 no se identifican desempeños avanzados en esta materia. La evaluación presentó consignas que abordaban contenidos habituales de la enseñanza secundaria, organizados en áreas como funciones, álgebra, geometría, trigonometría y estadística. Según precisaron desde la secretaría de Educación de la Nación, lejos de ejercicios abstractos o fórmulas complejas, se trató de problemas aplicados a situaciones simples y reconocibles que requerían interpretar información, razonar con lógica y realizar cálculos básicos. Aun así, la mayoría de los estudiantes no logró resolverlos correctamente. En un modelo de prueba oficial se presenta una tabla con valores que corresponden a una función cuadrática. La consigna pedía identificar en qué intervalos se encuentran las raíces de esa función, es decir, los puntos donde la curva corta el eje horizontal. Para resolverla, los estudiantes debían observar los cambios de signo en los valores de la columna Y y deducir entre qué pares de valores de X el resultado pasaba de negativo a positivo o viceversa. Esta habilidad no solo se aplica a problemas matemáticos, sino que también permite interpretar fenómenos que suben y bajan, como la trayectoria de un objeto en movimiento o el comportamiento de una variable económica. La opción correcta fue elegida por el 30,6% de los estudiantes. Una proporción significativa confundió las raíces con el vértice de la parábola —el punto donde la curva cambia de dirección—, lo que reveló dificultades para interpretar la relación entre los valores de una tabla y su representación gráfica. Otro ejercicio presentaba una escena reconocible: una persona sentada frente a un escenario debía calcular el ángulo desde el cual observaba una lámpara colgada del techo. Para resolverlo, se ofrecían distintas formas de relacionar la altura de la lámpara con la distancia al escenario. Las opciones correspondían a tres razones trigonométricas clásicas: seno, coseno y tangente. La clave era identificar cuál de esas razones se aplicaba correctamente a los datos del problema, algo que solo el 30% logró. Muchos invirtieron el orden de los elementos. Este tipo de ejercicio busca evaluar la capacidad de aplicar conceptos geométricos a situaciones reales. Saber cuándo usar cada razón trigonométrica es una herramienta útil en campos como la arquitectura, la programación, la industria o la construcción. También se incluyó un problema relacionado con promedios. La situación era simple: un conjunto de pelotitas de colores a las que se sumaban más unidades de un nuevo color. Los estudiantes debían calcular el nuevo promedio. El desafío no exigía recordar fórmulas difíciles, sino entender que para hallar una media aritmética hay que sumar todos los elementos y dividirlos por la cantidad total. Aunque se trataba de un ejercicio de nivel básico, más de la mitad no supo resolverlo. Algunos omitieron sumar los nuevos elementos, otros dividieron entre valores incorrectos, y muchos no distinguieron entre los datos a sumar y la cantidad de categorías. Calcular un promedio es una herramienta esencial en la vida cotidiana: se usa para interpretar notas, planificar presupuestos o leer estadísticas. Este ejercicio apuntaba a eso, pero la mayoría de los estudiantes no llegó a la respuesta esperada. Otro de los ejemplos incluidos en el modelo de prueba oficial, se planteaba una función lineal que representaba cómo variaba la altura de una pelota con el paso del tiempo. La pregunta se centraba en identificar su altura inicial, es decir, el valor en el instante cero. Para resolverlo, era necesario comprender que al sustituir el tiempo por cero, parte de la fórmula se anulaba, y el resultado restante indicaba el punto de partida. No se requería resolver una ecuación completa, sino interpretar correctamente una expresión matemática sencilla. Aun así, solo la mitad de los estudiantes que enfrentaron un ejercicio de ese estilo llegó a la respuesta correcta. Los errores fueron diversos: algunos eligieron el valor más bajo mencionado en el texto, otros realizaron divisiones incorrectas, y varios confundieron la pendiente con el valor inicial. Entender cómo una fórmula representa una situación concreta y cómo se interpreta su inicio es clave no solo en el aula, sino también para leer gráficos, seguir instrucciones técnicas o resolver problemas comunes fuera del ámbito escolar. Desigualdad territorial Los resultados, además, muestran una gran desigualdad territorial. La ciudad Autónoma de Buenos Aires lideró el ranking con un puntaje promedio de 465,7, aunque las autoridades advirtieron que esa cifra debe analizarse con cautela. Según explicó el secretario de Educación nacional, Carlos Torrendell, “la Ciudad forma parte de las 24 jurisdicciones, pero no puede compararse directamente con las provincias, ya que su estructura territorial y social es distinta”. Lo ideal, planteó, sería contrastarla con otras ciudades grandes como Córdoba o Rosario. Después de la Ciudad, se ubicaron provincias como Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y Chubut, que superaron el promedio nacional. También lo hicieron Río Negro, Santa Fe, Neuquén, Mendoza y Jujuy. Cerca de la media quedaron Buenos Aires, Tierra del Fuego, Salta, San Luis, Santa Cruz y San Juan. En el nivel más bajo estuvieron Misiones, Corrientes, La Rioja, Tucumán, Catamarca, Formosa, Santiago del Estero y Chaco. En muchas zonas del norte argentino, los puntajes promedio oscilaron entre 412 y 464 puntos, mientras que algunos departamentos del sur alcanzaron valores de hasta 536. Las diferencias regionales reflejan no solo disparidades en los aprendizajes, sino también en las condiciones estructurales y sociales que rodean a los estudiantes. La evaluación tuvo como fin aportar información precisa sobre los aprendizajes alcanzados por los estudiantes al finalizar la secundaria. Los resultados permiten identificar con claridad las áreas en las que se presentan mayores dificultades y ofrecen un punto de partida para el análisis técnico y pedagógico. Al relevar el desempeño ante ejercicios concretos, la prueba proporciona datos que pueden ser utilizados para diseñar estrategias de mejora, ajustar enfoques de enseñanza y planificar intervenciones que fortalezcan los procesos educativos en todo el país. Con información de La Nación

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