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» Diario Cordoba
Fecha: 06/06/2025 16:54
La ruptura política y personal entre Donald Trump y Elon Musk, la más pública, épica y explosiva que se recuerda en el poder de Estados Unidos, no tiene visos de ir a repararse de forma inminente. Este viernes, menos de 24 horas después de que una guerra de críticas y ataques entre el presidente y el hombre más rico del mundo escalara a la vista de todo el mundo a velocidad supersónica lo que era un divorcio anunciado, el mandatario ha descartado la posibilidad de hablar directamente con el que hasta ayer era su aliado. "No hablaré con él por un tiempo", ha dicho Trump en unas breves declaraciones a la CNN, poco después de haber expresado en otra entrevista con la cadena ABC que no está "particularmente" interesado en establecer ese diálogo. Aunque el presidente también aseguraba que deseaba que a Musk "le vaya bien", sus declaraciones a las dos televisiones estaban llenas de ataques al padre de Tesla y Space X. Se refería a él como "el hombre al que se le ha ido la cabeza" o "pobre tipo" y ha dicho: "tiene un problema". No especificaba a qué se refería, pero no era difícil pensar en informaciones recientes como una de 'The New York Times' que habla del uso frecuente y abundante por parte de Musk de psicodélicos como ketamina, éxtasis y psilocibina. Ataques personales El punto de no retorno para el presidente, según fuentes cercanas a Trump citadas por medios estadounidenses, estuvo en el mensaje en X donde Musk dijo que el republicano "aparece en los archivos de (el depredador sexual Jeffrey) Epstein" y que por eso los documentos no se han hecho públicos aún. Steve Bannon, el influyente aliado de Trump que sigue siendo voz e ideólogo clave en el movimiento MAGA; y que llevaba tiempo criticando a Musk y a la oligarquía tecnológica, ha dicho también en una entrevista con la radio pública que Musk "ha cruzado el Rubicón" y "no hay marcha atrás" no solo por vincular al presidente con Epstein, sino también por pedir que sea sometido a un "impeachment" y que tras el juicio político sea relevado por el vicepresidente J. D. Vance. Las diferencias políticas sobre aranceles o la propuesta de ley fiscal y presupuestaria podían tal vez superarse, según Bannon y otras interpretaciones, pero no esto. Y es algo que no deja de ser paradójico, dado que para Trump los ataques personales siempre han estado entre los favoritos y más usados de su arsenal. Sin grandes esperanzas A primeras horas de la mañana de este viernes había ciertas esperanzas de que la tensión entre los dos poderosos hombres pudiera rebajarse. El propio Musk había dado la noche del jueves indicaciones de posibles pasos hacia la reconciliación, dando marcha atrás en su anuncio de que desmantelaría el programa Dragon de Space X, que la NASA ha estado usando, y había mostrado su acuerdo con un mensaje de otro milmillonario, Bill Ackman, que llamaba a una tregua entre él y Trump. La Casa Blanca, no obstante, negaba temprano informaciones sobre una posible conversación entre ambos, que Trump descartaba también en sus declaraciones a la prensa. Y lo que llegaba desde el 1600 de la Avenida Pensilvania eran más señales simbólicas de la ruptura, como una información con fuentes gubernamentales de que Trump va a vender el Tesla rojo que compró para apoyar a Musk cuando la empresa empezó a ser víctima de boicots y ataques. Sin control de daños En esta situación quedan abiertas ahora grandes preguntas, incluyendo quién va o puede salir peor parado de este enfrentamiento que va más allá del titánico choque entre egos mayúsculos. En juego hay cuestiones como el futuro de programas y servicios del Gobierno, especialmente en los que las empresas de Musk son fundamentales como el espacio o el impacto en esos negocios, que afectan no solo a la fortuna del hombre más rico del mundo sino también a sus inversores. Se acrecienta y expone además una gran brecha entre el movimiento MAGA y la oligarquía tecnológica que ha estado abierta desde el primer momento de la alianza con Trump de Musk, al que siguieron otros titanes de Silicon Valley que se alienaron también con el republicano. Y lo ha recordado los dos últimos días Bannon. Musk, un recién llegado a Washington, prácticamente no tiene capital político, una debilidad en su duelo con Trump, especialmente porque el presidente tiene detrás un movimiento extremadamente fiel y cuenta con el respaldo de 12 de cada 13 republicanos. Pero no se puede despreciar tampoco la capacidad del empresario de hacer daño. Está ayudando a poner el foco en los serios problemas para el déficit que representaría la ley ómnibus si sale adelante. Y siempre puede tirar de talonario, y de seguidores en X, para apoyar o hacer campaña contra candidatos. Kara Swisher, la periodista de tecnología que lo conoce muy bien personal y profesionalmente, ha explicado en CNN que tiene una "personalidad de tierra quemada" y que "no le importa el caos". Swisher, una de las voces más autorizadas a la hora de hablar de Musk, ha opinado que Musk, al que ha descrito como alguien "emocionalmente problemático", se siente traicionado por haber sido obligado por Trump a salir del Gobierno, y no realmente porque se cumplieran los 130 días legales en los que podía estar como "empleado especial" o porque sus promesas de recorte de gasto con el mal llamado "Departamento" de Eficiencia Gubernamental hayan quedado muy lejos, en menos del 20%, del billón de dólares anual prometido (cantidad que ya era una rebaja de los dos billones inicialmente marcados como meta). En el portal político 'Axios' se asegura que en esa salida de Musk también jugó un factor importante Sergio Gor, uno de los asesores de Trump que ha estado gestionando la oficina de personal en la Casa Blanca, asegurándose de que cualquier nominado para cargos pasa el test de lealtad al presidente y compromiso con su agenda. Fue Gor, según esa información, quien presentó a Trump informes que llevaron al republicano a retirar la nominación para dirigir la NASA de Jared Isaacman, un amigo de Musk que donó en el último ciclo electoral a los demócratas. Todo suma para explicar el desencuentro creciente, pero no el estallido del jueves y las dudas sobre el futuro. Y Swisher ha evocado este viernes una escena de la película 'Atracción Fatal' para ejemplificar la mentalidad de Musk, aquella en la que el personaje interpretado por Glenn Close le dice al amante que está intentando abandonarla: "¡No seré ignorada!".
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