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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 06/06/2025 05:03
Estela Raval “Los problemas del alma enferman al cuerpo, estoy convencida de eso”, decía Estela Raval. Y tenía razón. La cantante que era capaz de desafiar a la trompeta en cada show para terminar ganándole la jugada gracias a su impactante voz, era fuera del escenario una mujer muy sensible, que nunca pudo superar una pena de amor. Murió el 6 de junio de 2012, cuando ya había cumplido los 77 años y llevaba más de una década luchando contra el cáncer. Pero su recuerdo sigue latiendo hasta el día de hoy. La vida profesional y personal de “la maestra”, como muchos la llamaban, estuvieron íntimamente relacionadas. Había nacido en Ciudadela el 19 de mayo de 1929 bajo el nombre de Palma Nicolina Ravallo, pero siendo apenas una niña adoptó el pseudónimo artístico con el que empezó a desarrollar su carrera tanto en la Argentina como en algunos países limítrofes junto al grupo Las Alondras. Sin embargo, en la década del ‘50, conoció al trompetista Ricardo Romero de quien se enamoró perdidamente. Además de talentosa, Estela era una de las mujeres más bellas de su época. Brillaba en todas sus facetas. Y la gente la adoraba. Así que todos celebraron su romance con el músico, con quien se casó en 1955 y tuvo a sus tres hijos: Mónica, Ricardo y Hernán. Él, además, se convirtió en su mánager. Y juntos crearon el mítico grupo Los Cinco Latinos, inspirado en Los Plateros de Estados Unidos, que debutó el 22 de mayo de 1957 en el Teatro Tabarís. La joven Estela junto a Los Cinco Latinos (Captura de video) La Raval era, obviamente, la estrella de la banda, a quien acompañaban Héctor Buonsanti en saxo alto, clarinete y coros, Mariano Grisiglione en saxo barítono y tenor, Jorge Francisco Pataro -luego reemplazado por Carlos Antinori- en trombón y coros y el propio Romero en trompeta y coros, además de la dirección. Su primer single fue una versión en español de Only You (Solamente tú), que grabaron acompañados por la orquesta de Waldo de los Ríos. Y, desde entonces, el mundo entero se rindió a sus pies. Rock and Roll, Nueva Ola, Doo Wop o, simplemente, boleros: todos los estilos le sentaban bien a Estela. Cuidaba mucho a su “instrumento”, como ella le decía a su garganta privilegiada que difícilmente se podía ver sin la protección de una chalina. Y sabía perfectamente que solo ella podía cantar Quiéreme siempre o La balada de la trompeta haciendo estremecer a todo un teatro. O alejarse el micrófono para entonar alguna estrofa a capella haciendo que hasta el público de la última fila se pusiera a suspirar. La Raval y sus músicos recorrieron América y Europa con giras arrolladoras. Y, en 1964, se presentaron en El Show de Ed Sullivan, en Nueva York. Sin embargo, estando en pleno apogeo, en 1969 anunciaron la separación del grupo. ¿El motivo? Estela quería tener más tiempo para dedicarse a sus hijos. La despedida fue al año siguiente en Sábados Circulares, el programa conducido por Pipo Mancera. Y, a partir de ese momento, la cantante logró compatibilizar su carrera de solista con su trabajo de madre. La cantante en una postal familiar con su marido, Ricardo Romero, y sus hijos (Captura de video) Romero, sin embargo, siguió siendo su mánager y su sostén. Llegó a cantar con El Trío Los Panchos y a ganar un premio Martín Fierro por sus actuaciones en Argentina y un premio Konex por ser una de las cinco mejores cantantes del país. Sin embargo, con motivo del Mundial de España de 1982, hubo muchas propuestas para que el icónico grupo que la tenía como líder se volviera a reunir. Y, finalmente, lo hizo pero ya con el nombre de Estela Raval y Los cinco Latinos. Sin embargo, cuando todo parecía marchar de parabienes, una infidelidad terminó hundiendo a la cantante en la más profunda tristeza. Después de 34 años de matrimonio, Estela descubrió la traición de Romero y sintió que todo se desmoronaba frente a sus ojos. En aquel momento, incluso, se llegó a publicar que había intentado terminar con su vida. Algo que ella misma, tratando de mostrar entereza detrás de unas gafas oscuras, se encargó de desmentir. “En ningún momento quise alejarme de este mundo. Una cosa es sentir que uno se muere y otra cosa es querer morirse”, dijo en el living de Susana Giménez en 1988. Y explicó el motivo por el cual había sido ingresada de urgencia a un hospital despertando las alarmas de sus fanáticos. “Yo creo que fue todo producto de una misma cosa. Sufrí un gran shock emocional. Entonces tomás unos sedantes para tranquilizarte. Y bueno, el organismo no está en condiciones. Así que sufrí una baja de presión, me internaron. Pero fue una consecuencia de la primera noticia, que fue una bomba en todo el país: la separación”, confesó. La Raval y su presencia estelar sobre el escenario Nunca más volvió a formar pareja. “Tuve mi cuota cumplida de matrimonio. No me imaginé otra pareja, tuve muchas oportunidades y buenas. Pero no sé si hubiera podido hacer feliz a otra persona porque tengo demasiada historia y no sé si puedo cargar en mi mochila con otra historia”, decía cuando le preguntaban sobre el tema. Era, como ella misma se definía, una “romántica incurable”. Pero estaba claro que su corazón nunca se terminó de sanar. Y, por el contrario, con el correr de los años su cuerpo se empezó a enfermar. Le detectaron cáncer de mama en 2002. Y le dio pelea. Nunca dejó de cantar. De hecho, cada vez que en sus shows llegaba el momento de Resistiré, parecía que una fuerza misteriosa se apoderaba de ella. Por entonces, hizo las pases con Romero, que por obvias razones había quedado afuera del grupo, y el músico la acompañó junto a sus hijos hasta el final de sus días. “Al principio estaba golpeada, pero ya no. Y estoy agradecida, no tengo en absoluto rencor, al contrario, tengo un gran cariño y respeto, una muy buena relación”, reconocía Estela. Su partida, ocurrida hace ya 13 años cuando su cuadro se complicó por una infección respiratoria, sacudió a toda la colonia artística nacional e internacional. Y a millones de personas que la seguían desde sus inicios y que, al día de hoy, se siguen conmoviendo al escuchar su voz. Esa que era capaz de ganarle el desafío a la trompeta. Y que hacía que la Raval fuera, simplemente, única.
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