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Parana » Informe Digital
Fecha: 04/06/2025 11:45
La estrategia defensiva de Cristina Fernández de Kirchner al postularse para un cargo en la Legislatura bonaerense, junto con el impulso que representa para el desafío de Javier Milei de polarizar y nacionalizar la contienda —aún con internas y alianzas sin definir—, confirma la inmensa atracción política del capítulo bonaerense que se cerrará en septiembre. La novedad radica, sin embargo, en el elemento inesperado que la ex presidenta ha sumado al reto que implica el debut de elecciones anticipadas en el principal distrito del país. Se centra en un aspecto que antes se consideraba poco relevante: la provincia es vista en su conjunto como un ente masivo, pero ahora no hay lista provincial, sino competencia en cada una de las ocho secciones electorales. Esto representa ocho elecciones en una sola jornada: cuatro secciones eligen diputados y las otras cuatro, senadores, cada una con sus listas de forma independiente. La decisión de CFK había estado circulando durante un tiempo, aunque tras la oscura maniobra que frustró el proyecto de Ficha Limpia, resurgió la idea de su candidatura a diputada nacional en octubre. No son momentos tranquilos para la ex presidenta, lo que llevó a tomar una decisión que combina factores de necesidad política —que no ocultan debilidades a pesar del discurso— y consideraciones sobre su situación judicial, con la vista puesta en la Corte y en la causa Vialidad. El anuncio de la ex presidenta, enfocado en la contienda con Axel Kicillof, transforma de forma significativa el panorama tradicional de elecciones en la provincia y provoca un efecto peculiar: resalta su apuesta a una única sección electoral —la Tercera, no solo por el volumen de su padrón— y simultáneamente destaca la tendencia a nacionalizar el resultado a partir de una lectura provincial. Es pertinente recordar la historia reciente y también detenerse en la característica novedosa del desdoblamiento electoral, ligado a la lucha interna en el peronismo/kirchnerismo. Hasta el retorno a la democracia, las elecciones en Buenos Aires unieron en un mismo acto los comicios de diputados nacionales —también senadores, cada seis años— y legisladores provinciales. No obstante, por decisión del espacio interno que lidera Kicillof, la competencia local se llevará a cabo el 7 de septiembre, desvinculada del turno nacional de octubre. El cambio es significativo en términos de la apuesta de los líderes territoriales y los aparatos políticos. En el caso de las elecciones conjuntas, apuntaban dos factores clave en la organización política: por un lado, los intendentes de cada partido o coalición —que además arriesgan su poder en los Concejos Deliberantes— y por el otro, las figuras más atractivas o al menos conocidas en la lista nacional. En el medio, quedaban las nóminas para la Legislatura bonaerense, generalmente sin mucho interés en incluir dirigentes de renombre y más bien conformadas por operadores leales a cada sector. Ahora, se produce un cambio notable. La atracción debe generarse a partir de la cabeza de cada lista de legisladores provinciales. CFK ha anunciado que competirá en la Tercera Sección y queda por ver qué sucede en las otras siete. Esto tiene una justificación que está lejos de exhibir su pleno esplendor y expone sus limitaciones actuales para consolidar su liderazgo interno. Sin embargo, también constituye un reto para LLA, que configura un acuerdo aún indefinido con el PRO y tal vez con parte de la UCR. Es innegable que la nacionalización de la campaña, centrada en la confrontación que desea tanto la ex presidenta como Milei, puede generar arrastre a través de la marca y colores del partido, pero al menos en esta etapa del armado, no elimina el peso de los líderes locales. Este es un problema para todos. Los intendentes deben mantener o mejorar su posición en la Legislatura, donde se negocia y se define el poder provincial. Y no se trata solo del peronismo. Así lo han señalado dentro del PRO quienes buscan establecer alianzas en sus distritos para conservarlos: necesitan ganar sin llegar al punto de perder posiciones valiosas. También se escuchan reclamos entre intendentes radicales, incluso entre aquellos cercanos a LLA. El espacio para estrategias locales podría generar sorpresas. Recientemente, un aliado del PRO, el intendente de San Nicolás, Santiago Passaglia, anunció la creación de un frente propio en la Segunda Sección, para competir con LLA y sus socios, así como con el PJ/K. CFK argumentó de manera lógica sosteniendo su candidatura. En otras palabras, planteó que es inimaginable una contienda favorable para el PJ/K en octubre si existe una derrota considerable en septiembre y aún peor, si cae en la Tercera Sección Electoral de la provincia, que alberga las principales intendencias del GBA bajo control del peronismo/kirchnerismo y donde nunca ha sido derrotada. La ex presidenta es consciente de que este núcleo electoral no asegura un éxito total. Ella misma lo vivió en 2017, cuando fue derrotada por Esteban Bullrich en la elección de senadores nacionales. En esa ocasión, solo obtuvo la victoria en la Tercera Sección y perdió por cuatro puntos en el contexto provincial frente a lo que era Cambiemos. Sin embargo, las consideraciones de CFK son más complejas. Ella busca no solo afirmarse como la contrafigura de Milei, sino, y sobre todo, reefirmar su liderazgo partidario frente al proyecto presidencial de Kicillof. Desde el inicio de la visibilidad de esa tensión dentro del propio kirchnerismo, la ex presidenta ha criticado la estrategia del gobernador y su decisión de adelantar la elección bonaerense. Movida por Kicillof y tras el resultado en la ciudad, dirigió sus ataques hacia La Plata ante un posible desenlace similar en la provincia. En otras palabras, su decisión de presentarse como candidata a diputada provincial se conceptualiza como un intento de preservar la imagen partidaria. Si el peronismo fracasa en general pero triunfa en la “fortaleza” del sur del GBA, podría cargar toda la responsabilidad sobre Kicillof y, aun en una situación comprometida, aparecer como garante de una “reconstrucción”. Y si la elección transcurre relativamente bien a nivel provincial, podría señalar que su figura es el principal capital capaz de generar arrastre. Inversamente, una derrota personal sería catastrófica. Por lo pronto, tras su anuncio, se hicieron públicos los primeros contactos personales con el gobernador. El repetido mensaje de unidad contra Milei forma parte de la campaña. Una elección que presenta un matiz original y que plantea un desafío para Olivos: la cuestión es cómo nacionalizar y polarizar la disputa sin limitar el resultado a lo que ocurra exclusivamente en la sección electoral elegida por la ex presidenta. Ella ha movido su ficha, actuando como una forma de salvaguarda.
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