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  • Historia del cuerpo humano: el cuerpo implosionado y el cuerpo mestizado/mejorado (V)

    » Comercio y Justicia

    Fecha: 04/06/2025 07:32

    Por Armando S. Andruet (h) twitter: @armandosandruet Aquí, la última entrega de nuestra producción vinculada con la historia de la medicina, y que tiene como eje el cuerpo humano, que la cultura y la técnica han ido apropiando desde diferentes contornos. Presentamos ahora dos momentos de la medicina que resultarán familiares a todos nosotros, porque somos habitantes del siglo XX y XXI, cuando dichos momentos se producen y, por lo tanto, estamos consustanciados con la tecnología al servicio de la medicina, cuestión ésta, que en la historia de la medicina no siempre ha sido de ese modo. El cuerpo implosionado (1950/2010) Habremos de espigar nuestra incursión historiográfica limitada a la materia físico-química aplicada a la medicina, que se relaciona con el camino que se abre cuando la medicina comienza a colocar un especial énfasis investigativo en lo que se habrá de nombrar como la biomedicina; que viene a modificar el paradigma que la medicina clásica había fortalecido mediante la práctica de la “clínica“, que había cobrado impulso desde finales del siglo XVIII en adelante y que, ahora, empezará a decrecer y con ello también, el desinterés por el cultivo de la relación médico-paciente. La ciencia médica, empieza a entenderse y nombrarse como “biomedicina”. Lo determinante para dicho giro, fueron los avances insospechados posteriores al reconocimiento del ADN y los genes, más allá de la aparición de una nueva disciplina: genética. Quedó, así, reconocido el funcionamiento del origen de la vida singular y con ello, el inicio de una gestión de “implosión” de la naturaleza humana; la que luego habrá de ceder el paso, a los “mestizajes” de lo humano con lo no-humano -y de los que ya tenemos experiencias cumplidas exitosamente-, y que abren el espacio en escala significativa, a las técnicas de convergencia para la mejora humana -transhumanismo- y finalmente al mismo posthumanismo. Cuestiones éstas, de las que nos ocuparemos en el último momento de nuestro itinerario y que se proyectan sobre la primera década del corriente siglo. Así, al inicio del siglo XX, se habrá de producir un hecho de alto valor científico y que en realidad no es un descubrimiento de algo no conocido, sino que se podrá decir, es el re-descubrimiento de algo ya estudiado, pero que sin embargo, no había merecido mayor atención, como son las leyes de la genética. Ellas serán el puntapié para el desarrollo primero de esa disciplina y luego, para las novedosas cuestiones relacionadas con la biología molecular que se habrán de seguir por lógica consecuencia. Todo ello, había comenzado con las investigaciones que entre 1866 y 1869 el monje agustino Gregorio Mendel había alcanzado para la mejora de las plantas mediante procesos de hibridación, y por lo cual había descubierto patrones que se trasladaban de una generación vegetal a otra. Había conocido experimentalmente, que existían leyes de la herencia en los seres vivos y que son constantes en sus patrones. Conocemos hoy a ellas, como “leyes mendelianas“. Fruto de estos estudios iniciales y rudimentarios, en 1905 fue William Bateson (1861-1926) y otros aportes de H. de Vries, que se formalizarán tales estudios como “genética” (1906), la cual se presenta como una nueva rama nueva de la fisiología. También en poco tiempo, se conocerán los aportes que resultan del conocimiento del mecanismo cromosomático estudiado por Eduard van Beneden (1846–1910) y finalmente se coronarían dichos estudios, con los aportes de Wilhelm Johannsen (1857–1927) respecto a la adjudicación de entidades tales como “gen”, “genotipo” y “fenotipo”. Luego, en 1944 con Oswald Avery (1877–1955), se habrá de mostrar que la molécula fundamental y responsable del mecanismo de la herencia es el ADN, rechazando la tesis que ello radicaba en las proteínas. El ADN había sido descubierto sobre 1869 por el fisiólogo Friedrich Miescher (1844–1895) quien designó a dicha molécula con el nombre de “nucleína”, y de dónde provenía la confusión con asociarla con una proteína. Todo ello, acercaba el develamiento que se produciría con los hallazgos de los que darán noticia los estudios realizados en 1953 por James D. Watson (1928) y Francis Crick (1916-2004), que describirán la estructura del ADN o ARN (ácido ribonucleico), conformado por un gran número de nucleótidos. De esta manera, se habrá de presentar que la composición material de los genes no es sino, ácido desoxirribonucleico (ADN) y con ello, fueron los genes las entidades que se habrán de convertir en la piedra de toque y concepto fundamental de la biología. Con posterioridad se habrá de advertir que el ADN tiene una condición de replicación, cuando cumple la célula su proceso de división celular y por lo que, cada célula se replica en otra que recibe la misma secuencia de nucleótidos que poseía aquella de donde esa se desprendió. Este proceso de replicación, es considerado por Crick como el “dogma central de la biología molecular”. En simultáneo con ello, una de las hélices de ADN se trasmite a otra molécula, que se nombra como ARN-mensajero, cuyo mensaje es el orden de letras de la primera cadena y que se nombra como “hélice codificadora“, de tal forma que las letras en el ARNm es complementario del existente. Ello se nombra como “proceso de transcripción” al que le continúa otro “proceso de traducción” que opera sobre los ribosomas en el citoplasma celular. Todo ello es posible por la acción de ciertas proteínas que son las enzimas. Posteriormente, con los aportes del químico Fred Sanger (1918-2013) se encontrará el mecanismo para hacer el proceso de secuenciación del ADN y por cuyo estudio, el nombrado profesor en 1980, recibirá un segundo Premio Nobel en Química. Dichos aportes de Sanger, permitieron que sobre la década del 90 se emprendiera el desafío de reconocer el genoma humano completo, lo cual se alcanzó sobre el año 2003; y con ello una nueva biología se presentaba y permitirá con el tiempo, la formulación de una medicina basada en la genómica. El cuerpo mestizado/mejorado (2010/futuro) El momento de la “mixturación” del cuerpo humano con algún otro tipo de naturaleza no humana, si bien fue una práctica muy anterior al momento presente, y de lo cual, la historia de la ortopedia y los artefactos correctivos sobre el cuerpo –prótesis- es por demás elocuente. Sin embargo en el presente, la tecnología médica ha generado como “protésicos”, artefactos que no son para corregir deformaciones o suplir debilidades o ausencias naturales, sino que tienen una función perfectiva y que para tal logro, la mencionada artefactualidad se ha mixturado con la naturaleza humana. El mestizaje por definición importa mejoramiento de la condición humana y por ello, son los signos más que evidentes de las prácticas transhumanas que se pueden reconocer y que habrán de promocionar los caminos orientativos a una cultura ciborg que se debería pensar, como la última escala posible operativamente, antes de dejar lugar a la realización del posthumanismo como tal. El concepto entonces de ortopedia se maximiza y no es ya solo la corrección corporal, sino la sustitución mediante un artefacto artificial, desplazando con ello a su matriz natural. Tal circunstancia de mestizaje humano-artificial, habrá de importar entonces, que sea considerado el cuerpo humano desde una clave diferente; no ya en cuanto a que ha sido posible conocerlo macroscópica o microscópicamente, fenomenológica y genéticamente sino de cuánto de lo que se nombra como cuerpo humano, se corresponde con la naturaleza humana. Sin duda, que las preguntas que en tal ensanche de problemas se pueden formular, en rigor se reducen a una sola: ¿cuánto de ortopédico no humano puede asimilar el hombre, para no dejar de serlo?. A contrario sensu bien se podría colegir, que cuando dicho límite es superado, y la misma mente, cerebro, subjetividad y consciencia de la persona se encuentra interferida, aunque sea ligeramente, estaremos frente a una “naturaleza artificial cuasi humana“, a la que, muy probablemente se le pueda aplicar la denominación de ser un ciborg. Pues sólo para terminar este último momento de nuestra investigación, apuntamos que la mentalidad biomédica imperante, atravesada por el canon de la “perspectiva molecular” se habrá de auxiliar mediante las técnicas CRISPR/Cas9 de edición genética, hoy posible, y con ello la “facticidad de lo natural y vital” habrá sido suplantada por la “realización de lo posible eficientemente”, que la disciplina científica ha alcanzado y colocado como mejora en la naturaleza corporal (y también mental) humana. De esa manera habremos mutado del “logos del bios” al “logos de lo técnico” y aquello que fue al inicio la medicina, habrá desaparecido por completo, puesto que se ha abierto una frontera que antes era intransitable y ahora se ha vuelto irrefrenable. Cuál será el resultado, no lo podemos juzgar, quizás solo elucubrar, más lo cierto, es que ya no importa el “ser del hombre” sino sólo, el “hacer del ser humano”.

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