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Santa Elena » Ladepartamental
Fecha: 03/06/2025 23:13
Pedro Castro tiene 81 años y aprendió a hacer escobas de paja en 1971. Desde entonces, nunca abandonó el oficio. Las fabrica a mano, en el fondo de su casa en Urdinarrain, y asegura: “La cama es para los enfermos. Yo me levanto temprano y sigo trabajando”. Pedro Castro, de 81 años, es el último […] Pedro Castro tiene 81 años y aprendió a hacer escobas de paja en 1971. Desde entonces, nunca abandonó el oficio. Las fabrica a mano, en el fondo de su casa en Urdinarrain, y asegura: “La cama es para los enfermos. Yo me levanto temprano y sigo trabajando”. Pedro Castro, de 81 años, es el último escobero de Urdinarrain, en Entre Ríos. Desde hace medio siglo, fabrica a mano escobas de paja, un oficio artesanal que aprendió en 1971 y que mantuvo vivo durante décadas, a pesar de los cambios en el mercado y el avance de los productos industriales. En su casa, todavía funciona el pequeño taller que armó con sus propias manos y donde, con paciencia y sabiduría, sigue creando escobas con la dedicación de toda una vida. Pedro relató que fue su cuñado quien le enseñó el oficio. En aquellos tiempos, recorría el pueblo en bicicleta con media docena de escobas que cambiaba por alimentos. “Vendía las escobas y con eso compraba bolsas de harina. Eso era más útil que el dinero”, recordó. Las herramientas que utiliza fueron fabricadas por él mismo, sin planos ni instrucciones, guiado solo por la intuición y la necesidad. “Era algo artesanal, no se podía estudiar. Las escobas eran parte de la vida diaria”, relató, mientras acomodaba los manojos de paja con manos curtidas por el trabajo. Un taller lleno de recuerdos Pedro trabajó toda su vida. Durante 30 años fue encargado del cementerio del pueblo y también cumplió múltiples tareas para sostener a su familia. “Siempre trabajó por los suyos, para que nunca nos faltara nada”, contó su hija Marisa. Con el paso del tiempo, las ventas bajaron: los escobillones de plástico ganaron terreno y Pedro vendía, con suerte, seis escobas al mes. Pero nunca dejó de hacerlas. “Lo terminó haciendo por deporte y por costumbre”, explicó a Todo Noticias. Cuando recibió la visita de un medio nacional, Pedro se consiguió buena paja, ordenó su taller y se sentó a trabajar como todos los días. Mientras tejía, recordaba los veranos de cosecha bajo el sol y los inviernos al calor del fueguito. “La cama es para los enfermos”, dijo entre sonrisas, y dejó en claro que la jubilación no lo alejó de su esencia. Su historia emocionó tanto al pueblo que Danilo Pérez, músico y amigo de la familia, le compuso una canción: El Escobero. Un homenaje sencillo, con letra y melodía, que agradece a Pedro por su entrega, su ejemplo y su oficio que resiste al paso del tiempo. Hoy, en el fondo de su casa, Pedro sigue haciendo escobas. No por necesidad, sino por amor a su historia y al trabajo que lo acompañó toda la vida. En su gesto hay algo más que una tradición: hay memoria, esfuerzo y dignidad. (TN)
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