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Parana » Uno
Fecha: 02/06/2025 15:12
Lo más requerido a las costureras por los clientes son cambios de cierres sobre todo de camperas, remiendos, ruedos y modificaciones de botones En épocas donde la economía aprieta, oficios tradicionales como la costura no sólo sobreviven, sino que experimentan un resurgimiento. Yolanda López es costurera, modista y tapicera, además es docente en la escuela de Educación Técnica Nº 3 Enrique Carbó de Paraná (enseña en el 7° año del Taller de Indumentaria) y Rosa Benitez, también costurera y modista, tiene un puesto en la feria de Salta y Nogoyá. En diálogo con UNO, ambas entrevistadas coincidieron en el aumento de la demanda de arreglos y restauración de ropa debido a la crisis económica que lleva a la gente a extender la vida útil de sus prendas en lugar de comprar nuevas. Los materiales de menor calidad en la ropa moderna también contribuyen a esta necesidad de arreglos. Pese a las ofertas digitales y distintos planes de pago, la realidad es que a la gran mayoría de las familias se les hace cuesta arriba destinar dinero de su salario para comprarse distintas prendas. Allí entran en juego los protagonistas de la economía circular para alivianar el bolsillo de quienes hacen malabares para llegar a fin de mes. Habilidad y enseñanza YOLANDA López costurera modista tapizadora Paraná (2).mp4 Yolanda comenzó en el oficio a los 15 años, lo aprendió de su madre, junto a ella hacían arreglos de ropa, cosían y atendían trabajos en el barrio. Esa experiencia diaria le permitió observar la evolución de las tendencias y, sobre todo, la calidad de los materiales. Según relata, las telas de jeans de antes, por ejemplo, eran “muy gruesas” y requerían mucho uso para romperse, mientras que ahora la tela es como de “mantel” y se agujerea rápidamente. Lo mismo ocurre con telas para vestidos como el raso, que antes era “espectacular” y ahora se siente “duro”. Esta baja calidad de las telas modernas genera más necesidad de arreglos. YOLANDA López costurera modista tapizadora Paraná (2).jpg Costureras: un oficio que no pasa de moda y se reactiva con la crisis económica Yolanda es propietaria de confecciones Sarilu y en su taller recibe trabajos desde distintos puntos de la capital entrerriana. La situación económica actual se refleja directamente en su espacio. “La demanda repuntó con mucho cambio de cierre, ruedos, remiendos y restauración de ropa”, contó a UNO y agregó: “La gente no cuenta con dinero para comprar prendas nuevas, prefiere estirar y estirar el uso de la ropa que ya tiene, incluso si está en condiciones óptimas”, sostuvo. YOLANDA López costurera modista tapizadora Paraná (6).jpg Tapicería Además de ropa, Yolanda se dedica a la tapicería de hogar. Realiza desde fundas de almohadón hasta restauración completa de sillas y sillones. YOLANDA López costurera modista tapizadora Paraná (7).jpg Respecto de la conducta de los clientes, Yolanda contó que muchas veces no valoran la calidad del trabajo y la rapidez. “Por suerte muchos de mis clientes sí valoran mi trabajo y estoy agradecida por ellos. Aún así hay mucha crítica, a veces no constructiva”, dijo y explicó: “Muchos clientes exigen inmediatez, queriendo trabajos ´para la noche´ que traen el sábado a la mañana. Estos pedidos urgentes tienen un costo más alto, como un ruedo que se cobra 10.000 pesos, no por la dificultad, sino porque debo dejar otros trabajos para atender la emergencia del cliente. Para llegar a esos cinco minutos, yo tuve que aprender cosas en mi camino”, enfatizó sobre la percepción de que, si algo se hace rápido, debe ser barato. La expectativa de que, por trabajar desde su casa, los horarios o precios deben ser flexibles, también es una constante. yolanda López costurera Paraná.jpg Costureras: un oficio que no pasa de moda y se reactiva con la crisis económica En cuanto a precios de referencia, mencionó que los cambios de cierre en camperas varían entre 7.000 y 12.000 pesos, dependiendo de la complejidad de la prenda. Un remiendo ronda los 4.000 o 5.000 pesos. Un cambio de botón cuesta 1.000 pesos si el cliente lo trae, y 3.000 si son botones especiales. Para trabajos grandes, como vestidos, uno clásico de fiesta corto puede costar 50.000 pesos sólo de mano de obra (sin materiales), mientras que uno para una adolescente que cumple 15 años y quiere un vestido para su fiesta, arranca en 100.000 pesos para arriba (también sólo incluye mano de obra). Además de su taller, Yolanda es docente en la escuela técnica Carbó, dicta clases en el taller de Indumentaria, donde los alumnos aprenden sobre sastrería, lencería, vestidos y tejidos. La institución es vista por muchos padres como una opción para ofrecer a sus hijos una “salida laboral de urgencia” en caso de no seguir estudios universitarios. Aunque no todos los egresados se dedican a la costura, muchos salen de allí y trabajan directamente en talleres locales porque la escuela tiene pasantías que facilitan la inserción laboral. Algunos alumnos llegan a la escuela enviados por sus padres, a veces no por vocación inicial, sino para tenerlos ocupados. Sin embargo, con el tiempo, muchos terminan apreciando la institución, que también ofrece arte, decoración y gastronomía. Yolanda es docente de la casa desde hace varios años y transmite su experiencia adquirida desde los 15 años. Cosiendo Caminos Rosa Costurera Cosiendo Caminos (1).jpg Rosa Benítez es costurera y modista y tiene junto a Agustina Zaragoza un puesto en la feria de Salta y Nogoyá: Cosiendo Caminos. Rosa tiene 59 años y junto a su compañera están experimentando un auge de trabajo sin precedentes. “Estamos explotadas de trabajo”, comentó a UNO. Rosa Costurera Cosiendo Caminos (1).mp4 Rosa lleva aproximadamente cinco años trabajando en la feria, mientras que Agustina lleva cerca de tres. Su presencia allí fue posible con la ayuda de la Fundación Petropack, donde Rosa aprendió formalmente el oficio, hace poco más de cinco años. Antes de dedicarse a la costura profesionalmente, Rosa fue ama de casa y crió a sus cuatro hijos. Aunque hacía ropa para ellos “de corajuda nomás”, la costura se convirtió en algo fundamental para ella: “Para mí es todo. Me encanta”. Además, el contacto con la gente en la feria le ayudó a superar la vergüenza que sentía antes. “Era muy tímida”, contó. La demanda de sus servicios es tan alta que actualmente están dando turnos con 20 o 30 días de espera. Los clientes llegan de diversas zonas, incluyendo Oro Verde, Colonia Avellaneda y San Benito y según Rosa, es porque se corrió la “bolilla” en la feria. Rosa atribuyó la creciente demanda principalmente al alto costo de la ropa nueva, que lleva a la gente a preferir arreglar sus prendas. Otro factor importante es la dificultad que tienen algunas personas para encontrar talles adecuados, lo que las impulsa a buscar modistas que les hagan ropa a medida, un servicio que Rosa también ofrece, aunque no se dedica a indumentaria de fiesta. Rosa y Agustina trabajan en la feria de martes a domingo, descansan los lunes cuando la feria está cerrada. Se especializan en arreglos, con servicios como: ruedos de pantalones (es uno de los trabajos más frecuentes, el costo es de 4.000 pesos); cambio de cierres (8.000 pesos para pantalones y entre 15.000 y 20.000 pesos para camperas, dependiendo del tipo de cierre); parches (desde 2.000 pesos, variando según el tamaño y la complejidad. Son muy solicitados para jeans rotos en la entrepierna); remiendos (alrededor de 5000 pesos). Para la confección de prendas simples cobran 20.000 pesos por la costura, y el cliente debe traer la tela. A pesar del volumen de trabajo, Rosa menciona que el precio de los arreglos no es “tanta plata” si no es un arreglo de cierre, y buscan “no matar” a los clientes con los costos. La carga de trabajo es pesada, y se intensificó porque inicialmente eran cuatro costureras, pero dos renunciaron, dejándolas a Rosa y Agustina solas para atender toda la demanda. Rosa señala que hay una falta de costureras dispuestas a hacer arreglos en Paraná, ya que muchas prefieren confeccionar prendas desde cero, un trabajo que, según ella, requiere menos paciencia y cuidado que el de arreglar.
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