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Gualeguaychu » El Dia
Fecha: 01/06/2025 00:32
En un mundo cada vez más acelerado, donde las rutinas adultas parecen dejar poco margen para la pausa y el encuentro genuino, la infancia se vuelve un territorio vulnerable, casi invisibilizado. Niños y niñas, en constante crecimiento, dependen del contexto afectivo que los rodea. Es probable que, cuando algo en su conducta llama la atención (ya sea un exceso de movimiento, una aparente desobediencia o una dificultad para concentrarse), puede significar una señal de sufrimiento. Por eso, es necesario escuchar y comprender. Muchas veces, detrás de estos comportamientos hay historias o situaciones que no se van con un simple “portate bien” o un “quedate quieto”. Lo que está en juego es la salud mental y su posibilidad de desarrollar una subjetividad plena. La tarea de los adultos que acompañan en la crianza es vital: estar presentes, sostener límites amorosos, jugar, mirar a los ojos, ofrecer tiempo real. Ahora ElDía habló con psicólogas y psicólogos infantiles para entender cuáles son las principales consultas que ven en los espacios de terapia. “Los niños tienen un psiquismo en construcción, por lo cual son extremadamente dependientes del contexto subjetivo en el cual viven. Esto remarca la importancia de un adulto disponible para satisfacer las necesidades físicas y subjetivas del niño como condición para que el niño tenga un buen desarrollo subjetivo y adecuada salud mental. En el contexto actual, se torna cada día más hostil a la crianza de los niños”, aseguró María Elisa Benetti. Según ella, los niños se expresan a través del movimiento más que por la palabra: “Se mueven más, se mueven menos, pelean, pegan, o no responden a los pedidos que los adultos hacen en el tiempo que los adultos esperan. La mayoría de las consultas vienen por ese aspecto. Sin embargo, debajo de lo que molesta, están las causas. Por ejemplo, un niño o una niña que no puede prestar atención expresa un sufrimiento. Eso puede responder a diversas causas: necesidades básicas insatisfechas, maltrato, duelo, dificultad en los límites, exceso de tecnología, falta de juego y, en ocasiones, las menos, algún síndrome o condición subjetiva”. Puede interesarte Por su parte, Juan Melchiori (especialista en niños, adolescentes y familia) destacó que los motivos más comunes de consulta con los que se suele encontrar están referidos a lo escolar, tanto en el desempeño como en vivencias asociadas a los vínculos con pares, y preocupaciones en relación a crisis evolutivas o situacionales, como pueden ser la muerte de algún familiar, separaciones o cambios de ciclo escolar, entre otras: “En general hay que hacer un trabajo minucioso para entender la conducta o lo que les sucede en su contexto y atravesados por una historia personal que los hace llegar en este momento al consultorio. Hay padecimientos que atraviesan a todos. Los seres humanos sufrimos y estamos sometidos a una existencia que muchas veces es dolorosa y frustrante. Esto no quiere decir que siempre tengan que consultar, pero sí que todos tienen que enfrentar los desafíos propios de la existencia”. Alejandra Urquiola añadió otros motivos: “El temor, el miedo, la imposibilidad de ir a la escuela, la violencia a la que son expuestos, la imposibilidad de armar bordes para que logren diferenciar lo bueno de lo malo son las presentaciones que se dan en la actualidad”. Además, destacó la polaridad de la situación actual: “Lo bueno es que cuando acuden al tratamiento, el adulto, el familiar o la escuela se están preguntando. Lo malo es que estamos en un contexto histórico de consumo, lo cual imposibilita la diferencia generacional porque todo, hasta el bebé, es pasible de ser consumidor. El lugar que ocupan estas nuevas tecnologías en la inmediatez de absolutamente todo: no es raro observar una familia que está comiendo en un restaurante y un niño de dos años (o seis meses) esté con el celular para que no se mueva, lo cual eso también implica un abandono”. En cuanto a la existencia de un padecimiento común, los profesionales coincidieron en que cada caso es particular. En palabras de la psicóloga Agustina Lamonega: “Cada niño padece por cuestiones diferentes y la forma de su sintomatología también se expresa de forma individual. En nuestra área, trabajamos caso por caso, todos son únicos en cuanto a la particularidad de la articulación, más allá de poder situar cierta estructura subyacente”. Puede interesarte Fanny Escola, quien también es psicóloga de niños y adolescentes, contó sobre la multicausalidad de los trastornos en la infancia: “Suelen ser el resultado de una combinación de factores que pueden variar significativamente en cada caso. Existen factores individuales, como ciertas particularidades del desarrollo del niño, su temperamento, o incluso diagnósticos médicos, neurológicos o psiquiátricos; factores familiares (dinámicas vinculares, estilos de crianza, situaciones de estrés o conflicto en el hogar); y contextuales (entorno social, escolar y comunitario en el que crecen)”. Una preocupación recurrente en los profesionales son los remanentes de la pandemia. En palabras de Escola: “En los últimos años, especialmente tras el período de aislamiento, aumentaron las consultas debido a las dificultades de muchos niños y adolescentes para retomar rutinas y restablecer vínculos fuera del entorno familiar. Esto ha influido en el aumento de síntomas emocionales, conductuales y sociales”. La influencia de la tecnología no es un tema que pasó inadvertido. María Laura Esteybar, psicóloga infanto-juvenil y especialista en Psicoanálisis con niños, afirmó: “No podemos dejar por fuera lo cultural y lo político-social que nos atraviesa a todos. Cada época tiene relación con la construcción de subjetividades. Y esto tiene impacto en la conformación de familias, de redes, en el armado de la cotidianidad, de los modos vinculares, la crianza, los tiempos actuales donde todos corremos y muchas veces estamos sumergidos en la inmediatez de la respuesta, donde la pausa no está permitida, ni se permite parar porque hay que ser productivo, donde la tecnología llegó para quedarse y nos hace creer que forma parte de vital en los niños. Se pone mucho en juego allí en desmedro lo que realmente es importante en estas etapas: la presencia y el estar. También impacta en el modo en que nos encontramos con los otros, sobre todo con los niños. El encuentro requiere de deseo, de tiempo para mirarnos, escucharnos, conocernos, descubrirnos, para jugar, compartir, para descubrir el mundo acompañado. Esto no se reemplaza por ningún aparato tecnológico ni Inteligencia Artificial”. En cuanto a los consejos para los padres, los psicólogos coincidieron: aunque no haya recetas mágicas para ser buenos padres o madres, la atención amorosa y la responsabilidad son fundamentales en el vínculo con los hijos. La conexión genuina, saber cómo están emocionalmente, qué situaciones están enfrentando o conocer sus hábitos, rutinas y preocupaciones son puntos necesarios a cubrir en la relación. Es importante que los niños y adolescentes se sientan seguros de poder acudir a sus padres cuando necesiten ayuda. Cuando mantienen un diálogo abierto y constante, y están verdaderamente presentes en la vida de sus hijos, contribuyen a una infancia y adolescencia más sana, equilibrada y feliz. Esa presencia y conexión emocional son una base sólida para su desarrollo y bienestar.
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