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» TN corrientes
Fecha: 31/05/2025 22:29
Papa El Papa León XIV enfrenta uno de los mayores conflictos heredados de la era Francisco y busca evitar un cisma en la Iglesia Sábado, 31 de mayo de 2025 Se trata del reclamo de los obispos alemanes de llevar adelante profundas reformas. El diaconado de las mujeres, el fin del celibato obligatorio y otras propuestas desatan el rechazo de los ortodoxos. Es el conflicto interno en la Iglesia más difícil, que hereda el nuevo Papa León XIV, porque ha creado un serio peligro de cisma. El proceso se inició en 2019 con la iniciativa del episcopado alemán de hacer un camino sinodal para remozar su Iglesia con cambios destinados a provocar inevitablemente un choque con en el resto de la Iglesia por la magnitud de las transformaciones propuestas. Las principales tienen que ver con la condición de la mujer, eterna discriminada en la Iglesia Católica aunque las féminas sean mayoría entre los 1.400 millones de fieles católicos en el mundo. La perspectiva de permitir que las mujeres puedan ingresar al mundo sagrado católico a partir del diaconado y una mayor participación en la eucaristía, para concluir en la abierta aceptación del sacerdocio, basta para destacar la magnitud del cambio. También figura el fin del celibato de los sacerdotes. El Papa argentino Francisco abrió las puertas a la querella al anunciar el camino a una Iglesia que elogia la sinodalidad. La palabra significa “caminar juntos”. De hecho lleva a la apertura a nuevas instituciones de gobierno, sobre todo la Asamblea de la Sinodalidad, en la que deciden además de los obispos los laicos y las mujeres, que convocó desde su lecho de enfermo en el Policlínico Gemelli, para 2029. Hambre de cambios León XIV vive lo que en el Vaticano algunos califican como “relación compleja” entre el nuevo pontífice y la Iglesia alemana, caracterizada por un hambre de sinodalidad y grandes cambios por parte de los germanos con el proceso de reformas y la necesidad de preservar la unidad que tiene el Papa. El Consejo Sinodal, creado por los alemanes para modernizar su Iglesia particular, representa un sector minoritario de la Iglesia global y ejercita una fuerte oposición. Apenas se hizo cargo, el nuevo pontífice expresó su apoyo a la sinodalidad que ya practicó como obispo de Chiclayo en Perú y después como “ministro” del Papa a cargo del importante dicasterio para los obispos de la Iglesia y presidente de la Comisión para la América Latina, dos cargos en los que lo nombró Francisco en 2023. Desde su posición confirmó una carta anterior en la que advirtió a los obispos alemanes su falta de autoridad canónica en su proyecto sinodal y los exhortó a la preservación de la unidad en la doctrina de la Iglesia. El lugar de las mujeres y el celibato sacerdotal Los alemanes discuten actualmente el papel de las mujeres en la Iglesia, con una mayor atención a su participación en la eucarística, que en distintos grados las llevará a poder ser diáconesas y más allá a abrir abiertamente las puertas del sacerdocio femenino. Los reformistas también proponen remover el celibato obligatorio de los sacerdotes “que son solteros porque lo era Cristo”, como responden los contrarios a la medida, que en la Iglesia universal son una enorme mayoría porque el ejército de medio millón de curas existente no quiere cambiar su actual condición. La ecuación es muy fácil. La Iglesia se ocupa de ellos desde que entran a los seminarios hasta que ingresan en los centros de atención de los sacerdotes retirados. Protegidos “desde la cuna a la tumba”, fue la metáfora que empleó un sacerdote que mantiene alta la bandera del celibato. Otro problema “in crescendo” es la presión en Alemania en favor por una apertura en las cuestiones de género sexual. Algunos curas dan las bendiciones de parejas homosexuales, que oficialmente no están aún permitidas. La Iglesia LGTBQ tiene abierto el debate. El año pasado el Papa Bergoglio y su responsable de la Doctrina, el también argentino cardenal Víctor Fernández, promovieron una norma que aprobó las bendiciones “a dos personas” del mismo sexo y aseguraron que no representaba una apertura a los matrimonios homosexual. Para la Iglesia los sexos son dos y solo dos: varón y mujer. La Iglesia africana condenó la medida papal y se negó a aplicarla. Al final, la cuestión ha quedado allí, picando, y el tema deberá afrontarlo el nuevo Papa en algún momento. El Papa Robert Prevost ha ratificado la importancia de la sinodalidad para tratar y resolver los problemas, a través del discernimiento, que es un principio que podría ser útil para afrontar los desafíos de la Iglesia en Alemania y otros lugares. El objetivo de preservar la unidad de la Iglesia universal amenazada de hecho por un cisma, requiere compromisos y la colaboración del Vaticano con la iglesia alemana. De hecho la gravedad del tema puede llevar a un nuevo equilibrio entre la autonomía de las iglesias locales y la unidad de la Iglesia universal. No será nada fácil. El presidente de la Conferencia Episcopal alemana, monseñor Georg Batzing, recordó que el Papa León XIV sostiene que la sinodalidad es un punto clave de sus intervenciones. El cardenal Reinhard Marx, influyente arzobispo de Munich y uno de los líderes progresistas, recordó que el nuevo Papa Prevost “apoyó formas de participación sinodal en su diócesis peruana”. El desarrollo de la sinodalidad es al parecer el único terreno en el que se podría superar el serio peligro de un cisma. Las expectativas son altas y los progresistas lanzan una sutil advertencia al Papa León: el nuevo pontífice, afirman, no podrá limitarse a frenar, deberá también escuchar. En la misma iglesia alemana también florecen las perplejidades. Algunos obispos sostienen que no se deben forzar los tiempos. León XIV trata de recoser la unidad sin verse obligado a elegir entre dos visiones irreconciliables. No faltan los observadores que creen que si todo va bien, al final puede resultar inevitable un “pequeño cisma”. El cardenal Marx señala que “el mundo cambia y la Iglesia no puede hacer creer que no pasa nada”. El número de católicos disminuye continuamente en Alemania. Actualmente son unos 19 millones, el 21% de los 83 millones de habitantes. Los protestantes suman una cifra similar, también en disminución. Una de las claves para entender el fenómeno es la obligación de declarar la propia religión y pagar impuestos. De todas maneras es significativo el descenso en la popularidad del catolicismo de la que es considerada una de las iglesias más ricas del mundo, que contribuye con donaciones al Vaticano y a iglesias católicas pobres en el mundo. Sábado, 31 de mayo de 2025
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