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  • Una Biblioteca que busca renacer del polvo, el olvido y la desidia

    Concordia » Diario Junio

    Fecha: 31/05/2025 12:23

    “Lo que preveíamos quedó opacado por la realidad. La realidad es mucho más terrorífica, pero no es nada que no se pueda recuperar o rescatar”, indicó. Meneguin admite que no sabe cuántos libros conserva ni que material se perdió con el correr los años. Por ello, espera encontrar algún inventario para saber que libros ya no están. En ese sentido, explico que eso se debe a la destrucción que ha sufrido el material impreso más antiguo. “Hay libros que están mojados, hay libros que están atacados por los bichos, hay libros con moho”, explicó. No obstante, destacó también que hay libros que se recuperan. Por ello destacó el trabajo de los voluntarios que se los limpian y los clasifican para una re-catalogación. Hoy no se sabe cuántos libros hay. Meneguin explicó que se fundó en 1872 con 5.000 libros. “Cien años más tarde seguían habiendo 5.000 libros. Se han perdido muchos libros”, admitió. Meneguin dijo que algunos libros ya no tienen vigencia respecto de que sus conocimientos han sido superados pero se trata de documentos que no pierden su valor histórico. “Un libro de 1840 es un libro de 1840. No es del año pasado”. Sostuvo que sabía que había una colección completa de “Caras y Caretas” porque la vio en su adolescencia, pero no la puede encontrar ahora. “No sé si en este salón o en cuál había un montón de libros en yiddish y hoy no los veo. Sería importante tenerlos porque es prácticamente una lengua muerta, pero en Entre Ríos no se hablaba hebreo, se hablaba yiddish”, explicó. Meneguin sostuvo que la «Olegario V. Andrade» es una de las primeras bibliotecas populares del país. Se fundó en 1872 y es la segunda o tercera en Entre Ríos luego de la de Gualeguaychú. «Sarmiento se la encarga a Andrade que vivía acá enfrente», expresó. La bibliografía fue donada por el autor de «Facundo». Meneguin resaltó que se pueden discutir los proyectos políticos de próceres como Sarmiento, pero lo que no está en debate era que tenían un concepto de la cultura que hoy no la tiene la clase dirigente actual. «La cultura para ellos es cosa de ‘drogones’ y de gente que está al pedo», expresó. El escritor remarcó que hay material de consulta, como libros de contabilidad de principios del Siglo XX o de electrónica valvular de los años 50 que tiene valor para estudiantes de contabilidad y de ingeniería respectivamente. Esos libros no pueden salir. En cambio, si lo podrán hacer los libros centrados en la literatura de verano, novelas históricas, los libros de tipo «policial negro», ya que tienen mucho consumo y mucha gente se acerca buscando esos libros. «Que se pierda un libro de Harold Robbins no pasa nada, pero que se pierda un libro de Historia no». El director sostuvo que hay mucha literatura latinoamericana en buen estado. «Comprarse un librito de Cortázar son $ 50.000 o $ 60.000. Los gurises que estudian Letras no pueden comprar Literatura», dijo. Edificios linderos, perjuicios colaterales Respecto del edificio, sostuvo que la Biblioteca fue perjudicada por los dos edificios levantados a ambos lados. Fue construida en una época donde no existía el hormigón. “Está asentada en barro y piedra. Es una estructura fuerte. No hay hormigón, pero es todo perfilería de hierro y se puede arreglar. Pero a un costo que no podemos absorberlo”. En el salón principal, algunos estantes, los que están ubicados en forma paralela a calle H. Yrigoyen, debieron ser vaciados dado que se estaban hundiendo en la madera que comenzó a ceder además de que hay sectores en que los tirantes se rompieron. «Es sucede cuando no circula aire. Si no pueden durar años, Fijate este puso está bueno», dijo señalando la madera que cubre la oficina ubicada a la izquierda del hall de entrada. En efecto, un informe del Consejo Asesor del Patrimonio realizado en septiembre del año pasado menciona que la sala de lectura tiene un parquet asentado sobre tirantes de madera con la correspondiente cámara de aire que se dejaba para que los pisos de madera no se pudran. “Al construirse los edificios en sus costados se taparon sus ventilaciones, sobre todo las que daban al terreno de calle Hipólito Yrigoyen. Esto, más el ingreso de agua, que se da por el patio interno que da al este, ha podrido la madera de los tirantes que sostienen el piso, el que colapso por el peso de las estanterías con libros”. Otro tema “no menos preocupante” son las rajaduras que se pueden ver en el edificio patrimonial. “En la fachada aparece una que con el tiempo se ha agravado, con forma típica de las que se producen por asentamientos diferenciados. También aparecen otras en el interior cuya forma podría incluirse dentro de la misma categoría”, se menciona en el informe. «Hay mucho perjuicio que se cometió y de alguna manera se va a tener que reparar eso. No se puede venir así nomas patoterilmente en una sociedad que se maneja por patoterismo y no por educación ni cultura y menos por pensar en un progreso», define Meneguin. «En Concordia se cree que el progreso es hacer guita y no es hacer guita. El progreso es tener un pueblo sano, culto, sin enfermedades, educado y con salida laboral», indicó. Ek escritor se siente indignado por el avance del gobierno nacional sobre la Conabip (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares), el INT (Instituto Nacional del teatro) o el Instituto Belgraniano. «Tenía 14 empleados y los cerraron. Esa es la cultura del patotero, del bruto, son eficientes en su brutalidad». «Este es el precio por elegir un modelo siniestro, estamos peor que en Burkina Faso». Los dos sanitarios del primer piso no funcionan. Si alguien quiere ir al baño, debe salir del edificio y buscar en algún local cercano. Es que los desagües fueron tapados, el agua desbordaba la cañería y comenzó a filtrarse en la losa superior. El agua produjo el deterioro del cielorraso y caía sobre los libros. Por eso, se cerró la llave de paso. ¿Se va a investigar la responsabilidad de las comisiones anteriores en permitir la construcción en el terreno que pertenecía a la Biblioteca? La respuesta fue que se están investigando las actas y se va a publicar todo. «Ya estamos leyendo actas hasta del año 2012, 2013». Negligencias al por mayor El año pasado, cuando comenzaron a interesarse por la situación de la “Olegario Andrade”, solo 17 personas pagaba la cuota. “¿Qué podés hacer con 17 personas? La Biblioteca de Paraná tiene más de 5.000 asociados”. Ahora reúne entre 140 y 150 asociados a un costo de $ 1.000 mensuales. “No es nada, menos de lo que vale un atado de cigarrillos”. Solamente de energía eléctrica, se debe abonar cerca de $ 90.000 mensuales. Por negligencia, la Biblioteca sigue pagando la boleta del impuesto inmobiliario de la provincia cuando el edifico debería estar exento. “Tenemos $ 1 millón de multas cuando debería ser costo $ 0”, expresó. Además, la cuenta del Banco Nación de la Biblioteca estaba bloqueada. “Hoy la liberamos y ahora la gente la puede pagar con un alias sin tener que venir acá”, dijo. También está pendiente el regularizar la inscripción en la ARCA (Agencia de Recaudación Aduanera-ex AFIP). Meneguin sostuvo que la Biblioteca debería estar exenta, pero figura como responsable inscripta. Y la única persona que tramitaba la personería jurídica no estaba afiliada. «Fue la persona que salvó la personería jurídica», expresó. Por otra parte, mencionó que la Conabip envía subsidios para la compra de material todos los años, pero se debe tener los papeles en regla. Pero nada llegaba, ya que la Biblioteca ni siquiera figuraba en la lista de la Conabip. Pero no hay que quedarse mirando hacia atrás todo el tiempo. Meneguin lo sabe y por ello sostuvo que se va a modernizar la biblioteca con un servicio de wifi con fibra óptica que ya fue contratado. Para ello, cuentan con una computadora que fue donada además de otra que había en existencia que funciona y una tercera que fue donada. Además la necesitan para hacer la catalogación de libros de manera online en la Conabip. Compromiso y gestiones En la reciente asamblea, Meneguin se impuso a la lista de los concejales Mauricio Rey, Felipe Sastre y Verónica del Boca. Rey se comprometió en ayudarlos una vez que se conoció el resultado. «Yo los cité en la misma asamblea que vengan a acercarse porque la verdad es que la recuperación de la biblioteca debe ser un compromiso de la ciudad. Yo tengo mi ideología, mis compañeros tienen su ideología, pero la política partidaria queda afuera. Acá no hay internas partidarias y el partido queda en la puerta», indicó. «Eso fue los que le dije a los concejales del PRO: ellos se metieron en esta cosa que no les compete para nada. Ahora ustedes son los que tienen que gestionar. No les voy a pedir que vengan a limpiar libros, pero que gestionen la plata y son muchos millones los que se necesitan», dijo el escritor. Meneguin sostuvo que la Municipalidad, la Provincia y la Nación deben colaborar por ley. «Yo no le voy a pedir un favor a la municipalidad. La municipalidad tiene la obligación de ayudarnos. La Provincia tiene la obligación de ayudarnos y, más allá de Milei, la Nación tiene la obligación de ayudarnos». En ese sentido, explicó que existe una ley en la provincia sancionada cuando Jorge Busti era gobernador que establece que el sueldo del bibliotecario lo debe paga la provincia y equivalen a dos salarios de un maestro con 15 años de antigüedad. «Los chicos que nos ayudan acá son bibliotecarios de carrera. Son licenciados ante la UNL (Universidad Nacional del Litoral). No son acomodadores de libros. Yo no les tengo que indicar nada; ellos saben lo que tienen que hacer», remarcó. Meneguin sostuvo que es la única que queda de las que había en Concordia. La «Reyes Miggoni» cerró y el patrimonio fue donado. La que estaba en la escuela Blasco (Ex Salta). Meneguin recordó que cuando se donó ese terreno, era para la escuela y la biblioteca. No obstante, a la biblioteca le dieron solo dos piecitas sin baño y la comisión se disolvió y debió cerrar.»Todas las bibliotecas de escuelas de Concordia eran populares y cerraron todas», dijo. La Biblioteca Popular, a pesar de todas las dificultades, ahora abre sus puertas todas las tardes. En este contexto, no es poco.La Biblioteca sobrevive gracias a la obstinación de quienes creen que la cultura no es un lujo, sino una necesidad. En una ciudad donde los libros dejaron de ser prioridad, abrir sus puertas cada tarde no es una rutina: es un acto de resistencia.

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