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» on24
Fecha: 30/05/2025 08:20
Una propuesta íntima y de alta cocina que fusiona la tradición nipona con el diseño contemporáneo y una narrativa gastronómica cuidada al detalle. Un recorrido multisensorial donde cada paso está pensado para sorprender, emocionar y reconectar con el acto de comer como un ritual En la ciudad que vibra entre lo clásico y lo emergente, acaba de abrir un espacio gastronómico que invita a bajar el ritmo, entregarse al momento y dejarse sorprender. Inspirado en la tradición japonesa del omakase —una cena sin carta, basada en los ingredientes frescos del día y la confianza plena en el chef—, este nuevo restaurante propone una experiencia íntima, multisensorial y cuidadosamente orquestada. Ubicado en Zeballos 2417, Kojin Omakase, funciona a puertas cerradas y solo con reserva previa. La disposición del salón gira en torno a una barra central de diez metros de largo, desde donde el chef guía a cada comensal en un recorrido de sabores. La atención es completamente personalizada, con un itamae (chef) por cada seis personas, permitiendo un servicio cercano, atento y sin distracciones. El menú, diseñado por pasos y en constante rotación, cambia según la temporada y la disponibilidad de productos frescos. Cada plato se presenta con vajilla artesanal y se sirve respetando los tiempos del comensal, en una secuencia que combina técnica, estética y narrativa culinaria. Los vinos se eligen cuidadosamente para acompañar y realzar cada paso, y los tragos de autor complementan la experiencia con sutil creatividad. El origen de una idea compartida Este espacio nace del impulso conjunto de dos amigos: Nicolás Rotman, abogado y empresario, y Nicolás Cerda, chef chileno formado en Santiago. La idea tomó forma en una cena en uno de los referentes del sushi nacional. “Esto mismo debería existir en Rosario”, escribió Rotman. Y ese mensaje se convirtió en proyecto. Ambos coincidían en que la ciudad necesitaba una propuesta distinta, auténtica, que escapara del circuito tradicional y propusiera una experiencia más profunda, casi ritual. Un diseño que respira tradición y modernidad El estudio encargado del diseño fue Estudio Taverna, que concibió el espacio como una síntesis entre la estética japonesa y una sensibilidad contemporánea. La barra de piedra natural no solo es el centro operativo, sino también el corazón simbólico del lugar, enmarcando cada gesto del chef con sobriedad y precisión. La elección de materiales nobles, como madera hinoki, piedra volcánica, papel shoji y metal forjado, busca generar un entorno de contemplación. La iluminación cálida y escenográfica —con acentos que evocan el fuego— crea una atmósfera íntima y teatral. Como cierre perfecto, un patio japonés interior conecta al visitante con la naturaleza, la pausa y el recogimiento. Cocina como forma de expresión Para Cerda, la cocina de este lugar es una forma de expresión personal, un homenaje respetuoso a la tradición japonesa, pero también una oportunidad de dialogar con ingredientes y sabores latinoamericanos. Para Rotman, es la concreción de un deseo profundo: ofrecer un lugar donde las personas se sientan bienvenidas, atendidas con calidez y sorprendidas por la excelencia. Cada plato, cada textura, cada interacción está pensada para generar una experiencia 360, donde diseño, técnica y emoción se entrelazan con naturalidad. Algunos de esos momentos, capturados en plena acción o desde el detalle de un plato, pueden verse en su perfil de Instagram: @kojin.omakase. Las imágenes acompañan la filosofía del lugar. El resto está pensado para personas que entienden la cocina como una forma de arte, de conexión, de relato. Que disfrutan no solo de lo que comen, sino de descubrir la historia detrás de cada plato, el cuidado detrás de cada gesto.
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