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» El Ciudadano
Fecha: 27/05/2025 15:52
Unos quince minutos después de iniciado el tour Caetano & Bethânia, suena “Motriz”. Escrita por Caetano Veloso a partir de los recuerdos de su hermana sobre un viaje que ella y su madre, Dona Canô, realizaron en el Motriz, como se conocía al tren que conecta Santo Amaro con Salvador de Bahía, esta canción condensa gran parte del material que da vida al espectáculo, ahora convertido en el álbum del mismmo nombre, que ya se encuentra disponible en platafromas digitales. El trayecto de Santo Amaro a Salvador, del origen al mundo. La memoria como tierra femenina donde todo reposa, y el cielo masculino donde todo se proyecta. La madre. La voz que lleva a la madre y la voz de la madre que lo sostiene todo. La voz de la canción que dice lo que no sé, que dice lo que quise y no hice. La fe materializada en Penha y en el misterio divino y terrenal de la llama verde de los cañaverales. Una Matriz, un Motriz. El origen, el movimiento. Todo ello se narra a través de las 42 canciones que componen el espectáculo, distribuidas en 33 tracks del álbum, entre ellos el inédito “Um Baiana”, que Caetano escribió durante la gira. Desde la invasión amorosa de Doces Bárbaros hasta la pacífica fuerza de BaianaSystem; de la celebración plural de la religiosidad brasileña al saludo a Mangueira; del recuerdo de Gal Costa a las evocaciones del Recôncavo Baiano; de ritmos bulliciosos al romanticismo desgarrado. Una historia que abarca seis décadas de la carrera de Caetano y Bethânia, y algunos años más de vida, que también mira la historia de Brasil durante este período. Esto se vuelve especialmente evidente en “Alegria, alegria ”, la primera canción del show. Una de las piezas que dieron origen a la Tropicália en 1967, junto con “Domingo no parque” de Gilberto Gil, la canción documenta la emergencia del movimiento y el Brasil que le tocó vivir, gobernado entonces por una dictadura militar. Fue en ese contexto que el bahiano se anunció: “Caminando contra el viento / Sin bufanda, sin documento”. El verso que abre el espectáculo, ahora pronunciado en nombre de ambos hermanos, reafirma ese sentido de desafío casi 60 años después, al tiempo que señala un punto de partida. De igual manera, “O Sol nas bancas de revista”, el primer verso que Bethânia canta en solitario en el álbum, suena a la vez nuevo y ancestral en su voz. Tal como todo lo que se escucha en estas casi dos horas. Originalmente una marcha iê-iê-iê, “Alegria, alegria” adquiere un acento bahiano en esta nueva versión. El arreglo sigue el sonido diseñado para el espectáculo por los directores musicales Jorge Helder y Lucas Nunes, que combina, por un lado, la exuberancia de las grandes arenas donde se presenta y, por otro, la sutileza del suelo brasileño. Al frente, la elegancia de los vientos y la picardía de las percusiones, y viceversa. La banda que acompaña está compuesta por 14 integrantes: Joana Queiroz (clarone, clarinete y saxofón), Jorge Continentino (saxofón, clarinete y flautas), Marlon Sette (trombón), Diogo Gomes (trompeta y arreglos), Paulo Dáfilin (guitarra), Rodrigo Tavares (teclados), Jorge Helder (dirección musical, arreglos y bajo), Lucas Nunes (dirección musical, arreglos, guitarra acústica y eléctrica), Kainã do Jêje (batería y percusión), Thiaguinho da Serrinha (percusión), Pretinho da Serrinha (percusión, anunciado en el show como artista invitado), y el trío Janeh Magalhães, Jenni Rocha y Fael Magalhães (voces). Los arreglos reflejan una mirada profunda a las tradiciones vivas de la música brasileña y más allá. Hay muchos ejemplos en el álbum: el samba-jazz que se insinúa en el terreiro do Gantois en “Dedicatória”, el samba de roda con aire del pagode que brota en “Reconvexo”, los panderos dialogando con el complejo y excitante arreglo de vientos de “Gente”, el samba-reggae con tintes de Black Rio en “A tua presença morena”, el maracatu-jazz de “Tropicália”, el gospel brasileño destilado en el ADN del trío vocal. “Alegria, alegria” es una de las tres canciones del repertorio que estuvieron presentes en el encuentro previo de los hermanos en 1978 junto con “O leãozinho” y “Tudo de novo”. Es decir: evoca ese momento de sus vidas en que las historias de Caetano y Bethânia, entrelazadas desde su nacimiento, se cruzaron con mayor claridad. Lo mismo ocurre con la siguiente canción, “Os mais doces dos bárbaros”, una especie de carta de intención del grupo Doces Bárbaros, creado por los hermanos en 1976 junto con Gal y Gil. Un dato curioso sobre esta canción: desde su lanzamiento, su nombre fue escrito incorrectamente. “En la época, la discográfica la ‘corrigió’ a ‘Os mais doces bárbaros’. Me quejé durante años”, comenta Caetano. Por fin, ahora tiene su título correcto. Este primer segmento del espectáculo marca un terreno en su historia compartida, algo presente en todo el show pero que aquí parece tener un carácter fundacional. “Gente”, por ejemplo, menciona a Bethânia en su letra, una oda a la grandeza de la vida humana frente a condiciones como la desigualdad y el hambre. Mientras, “Oração ao Tempo” se dirige a quien sobrevuela el espectáculo, definida por Caetano como “uno de los dioses más hermosos”. La belleza se hace evidente en las voces de los hermanos, llenas de tempo y alternancia en las estrofas. “Motriz” aparece en el concierto mezclada con la tropicalista “Não identificado”. En la primera, un tren sale de Santo Amaro; en la segunda, un platillo volante llega a la ciudad trayendo una canción de amor, un “iê-iê-iê romántico”. Sin el tono inspirado en la Jovem Guarda ni las rarezas espaciales de las grabaciones originales de Gal y Caetano, el arreglo mantiene la dinámica de un lirismo ingenuo cortado por la tensión final. Compuesta por Caetano para Nossa Senhora, como Bethânia reveló años después, “A tua presença morena” sigue insinuando lo sagrado en medio de lo terrenal, al igual que “Oração ao Tempo” y “Motriz” antes que ella. Da paso al momento en el show donde uno de sus ejes centrales se muestra con claridad: la fe y sus distintas expresiones en Brasil. “Milagres do povo”, con versos como “quien sea ateo y haya visto milagros como yo / Sabe que dioses sin Dios no dejan de brotar / Ni se cansan de esperar”, abre la secuencia. “Filhos de Gandhi” convoca a los orishas y deidades católicas para el desfile de afoxé de Bahía. También está “Dedicatória”, escrita en honor a Mãe Menininha do Gantois, quien inició a ambos hermanos en el candomblé, juntos porque, según ella, eran la misma persona. El segmento incluye también la canción dedicada a Oxum “La Omim Bum” (“la madre de las aguas profundas”, en traducción libre del yoruba) y “Eu e água”, una de las tantas piezas del repertorio escrita por Caetano y grabada por Bethânia. Su fe aparece en otros momentos del espectáculo, especialmente en dos sorpresas: “Deus cuida de mim”, cantada en solitario por Caetano; y “Fé”, éxito de Iza. La primera ya había sido grabada por Caetano en 2022, en dúo con el pastor Kleber Lucas, reflejando su interés en el fenómeno evangélico, expresado en varias entrevistas recientes. La reacción desconcertó a buena parte del público, que vio cómo su ídolo octogenario confrontaba sus prejuicios en vez de reafirmar sus creencias. En cuanto a la canción de Iza, fue incluida a sugerencia de Bethânia, quien la definió como “el rostro del mundo de hoy, de Brasil, de nosotros, de la música popular brasileña”. Los hermanos vuelven a reunirse en “Tropicália” (compuesta y lanzada por Caetano en 1968) y “Marginália II” (grabada por Bethânia y Gil ese mismo año). Ambas nacen de los momentos tensos que vivió Brasil antes del AI-5 (decreto militar que suspendió derechos políticos y disolvió el Congreso), reflejando en imágenes grotescas la realidad brasileña y su proceso de sanación que se afirma pese al dolor. Los arreglos traducen salud y tensión con sensibilidad y opulencia. La redención humana a través de la figura indígena anunciada en “Um índio” adquiere nuevos significados en esta tercera década del siglo XXI, o reafirma su sentido original, “oculto cuando hubiera sido evidente”. Escrita por Caetano para que Bethânia la cante, es otra canción del repertorio de Doces Bárbaros. El xote existencial “Cajuína” recibe una lectura festiva que parece querer afirmar el poder de la vida sobre la muerte, recordando el suicidio de Torquato Neto, el “niño triste” de sus versos. Tras ella, comienza el momento solista de Caetano, que abre con “Sozinho”, interpretada con su voz y guitarra aclamadas, pieza que se volvió un gran éxito. El segmento incluye también “O leãozinho”, “Você não me ensinou a te esquecer”, con arreglos que incorporan samba-reggae y aires de spaghetti western al universo brega, “Você é linda ”, con arreglos de metales que recuerdan a Roberto Carlos y Erasmo Carlos, y “Deus cuida de mim”. Luego, Bethânia sube al escenario con el verso “¿Quién me llamó?”, de “Brincar de viver”. Es el momento del romanticismo en su máxima expresión. “Não dá mais pra segurar (Explode coração)” recibe una hermosa interpretación donde la emoción precisa de Bethânia dialoga con los teclados de Rodrigo Tavares. “As canções que você fez pra mim” trae a primer plano la presencia de Roberto y Erasmo, que ya se había insinuado minutos antes. Destaca “Negue”, con su espíritu de serenata que gana un swing inesperado en la percusión. Juntos en escena, Caetano y Bethânia flotan entre agogós y piano para celebrar a Mangueira en el perfecto “Sei lá, Mangueira”, de Paulinho da Viola y Hermínio Bello de Carvalho, uniendo sambas de la escuela de 1994 (“Atrás da Verde-e-Rosa só não vai quem já morreu”, en homenaje a Caetano, Bethânia, Gal y Gil) y 2016 (“A menina dos olhos de Oyá”, dedicado a Bethânia). Finalmente, rinden homenaje a Verde-e-Rosa con el clásico “Exaltação à Mangueira”. Es la segunda medley del repertorio. En el primer tercio del show ya habían evocado el Recôncavo Baiano con una secuencia de sambas de roda que unían religiosidad, política, celebración, trabajo y sensualidad: “13 de maio”, “Samba de dois”, “Cosme e Damião”, “Lindomar” y “A donzela se casou”. Tras el recuerdo de Doces Bárbaros bajo la mirada de Mangueira, el tributo a Gal. “Ella fue el eco más perfecto de la bossa nova y se convirtió en la versión más hermosa de lo que fue el neo-rock’n’roll tropicalista”, dice Caetano. A continuación, los hermanos reafirman esto cantando “Baby”, eco bossa nova, y “Vaca profana”, neo-rock’n’roll tropicalista, ambas eternizadas por Gal. Es hermoso escuchar a Bethânia en ambas, con las que tiene una conexión profunda: “Baby” fue encargada por su hermano, mientras “Vaca profana” la menciona en un verso: “Quiero que haya un amor Bethânia”. El rock continúa con un clásico del repertorio de Bethânia: “Gita”, de Raul Seixas y Paulo Coelho, que afirma una identidad inasible en primera persona, al igual que la canción siguiente, “O quereres”. La complejidad del arreglo acompaña la presión, conduciendo al clímax del espectáculo. Alternando samba y samba-reggae, “Fé” prepara el terreno para la alegría veraniega de Salvador en “Reconvexo”. “Tudo de novo” es una celebración de lo que los mantiene vivos y lo que sigue vivo en ellos: “Mi madre, mi padre, mi gente”. La canción que abrió el espectáculo de Caetano y Bethânia en 1978 cierra esta reunión con una nota festiva. De nuevo, la matriz y la fuerza motriz. Finalmente, el futuro, sólo la fuerza motriz. El álbum termina con una canción nueva, “Um Baiana”, un samba-reggae que se nutre del firme compromiso de BaianaSystem con la no violencia como modelo para traer paz al mundo. Casi se escucha el eco de “Alegria, alegria”, la canción de dos horas antes, 60 años atrás, 60 años adelante, donde Caetano y Bethânia se desafían mutuamente: “¿Por qué no?”.
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