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» Notife
Fecha: 27/05/2025 11:21
En lo que fue un maravilloso fin de semana de campo en Uruguay, donde reside, Calu Rivero mostró en sus historias de Instagram hermosas fotografías de sus dos hijos,: Tao (de dos años), y Bee, que aún no suma uno, a quienes tuvo junto a Aíto de la Rúa. También imprimió en sus publicaciones a un arroyo que desembocaba en el océano con la frase “everyday school” (“la escuela de todos los días”). Allí, en el corazón del haras donde pasa los días, con la luz dorada de un mediodía diáfano, Calu Rivero alzó su teléfono y capturó una escena que para otros habría sido repugnante: un montículo de bosta de caballo, del que emergía un hongo. “Vida Maestra. La belleza de la bosta. Ves que de la mierda salen cosas hermosas”, escribió. No era ironía, tampoco provocación. Pero no explicó a qué se refería exactamente La vida de Calu con sus hijos en la otra orilla puede parecer bucólica, ideal. Sin embargo, a veces la influencer deja deslizar que maternar no es siempre una panacea, por más amor que exista. Puede interesarte En abril dejó expuestas esas contradicciones: “Dos chiquitos tan chiquitos. El tiempo que no alcanza. Las noches que no descansan”, escribió sin dramatismo, pero con una melancolía transparente. Y continuó la suave catarsis: “Las exigencias que crecen. Las responsabilidades, los haceres, los quehaceres… todo lo que sostiene, pero también todo lo que pesa”. Todo, para al fin reconocer una queja bastante común en las madres: “A veces me siento sola en esta danza”. Por eso, como expresó, la creatividad en el silencio debe ser mayor, bajo el riesgo de caer en el tedio: “Hoy me armé un plan hermoso: un hotel, una pausa, otro aire”. Así, en una habitación lejana a su rutina, la necesidad de escapar se hizo latente. En menos de un día, su publicación fue replicada, comentada, compartida por mujeres que se sintieron reflejadas. “Con ninguna palabra resueno más que con estas que acabas de escribir. Gracias porque el leerte me hace sentir más acompañada en este maternar x 2”, respondió una usuaria. Otra lanzó una pregunta existencial: “¿Cómo se puede sentir soledad con la personita que más ama al lado?”. Calu no reniega de su elección. La abraza, incluso cuando duele: “Ese es el camino que elegí. A veces liviano, a veces intenso. Pero profundamente mío”. En ese sendero, también hay búsqueda: fue muy comentada su convocatoria para encontrar niñera. Pero no cualquier niñera: una “alma viajera”. En el cuestionario que armó planteó interrogantes destinados a evaluar aspectos más personales y filosóficos, como “¿Cuál es tu magia?”, refiriéndose a lo que hace única a la candidata para el rol, y “¿Cuál es tu superpoder?”, entendiendo por ello la principal fortaleza que la postulante pueda ofrecer. También se interesó por conocer la “kriptonita” de cada aspirante, es decir, aquello que pudiera ser una debilidad. Puede interesarte Su convocatoria se viralizó y en poco tiempo recibió más de trescientas postulaciones. “¡Wow! Increíble la cantidad de mensajes que recibí. Gracias”, compartió en sus historias, impactada por la respuesta masiva. “Mujeres y hombres increíbles con historias y talentos únicos, tomándose el tiempo de escribirme y compartir su magia”, continuó su relato. Finalmente, consiguió a la persona indicada. La imagen de la bosta no es una provocación estética. Quizás esconda una metáfora. Como madre, Calu vive entre restos de comida, mamaderas mal cerradas, pañales sucios y juguetes perdidos. Pero también en medio de eso brota la belleza: el primer “mamá”, el abrazo inesperado, la siesta compartida. En su vida, como en esa imagen del campo, la mierda no es el final. Es el comienzo de algo. De algo pequeño, silencioso, pero vital.
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