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  • Argentina baja la guardia y eso haría fluir el narcotráfico (Por Alejandro Alves)

    » El siglo web

    Fecha: 27/05/2025 02:37

    Los nuevos decretos presidenciales debilitan a la Unidad de Información Financiera, facilitan la circulación de dinero sucio, desregulan el transporte terrestre, liberan el aéreo (excusa para transportar cualquier cosa) y fleixibiliza los controles portuarios. íd mortales el grito sagrado: libertad, libertad, libertad!” Así canta nuestro himno nacional. Y como argentinos, abrazamos profundamente ese mandato fundacional. Pero no deberíamos confundir la libertad con la anarquía, ni con la ausencia absoluta de control estatal. Cuando el Estado deja de mirar, otros poderes ocupan ese vacío: el del dinero ilícito, el de la violencia organizada, el de las mafias invisibles. En nombre de la desregulación y la eficiencia, el Gobierno Nacional ha dictado una serie de decretos, entre ellos el 274/2025, el 599/2024 y el 883/2024, que, en la práctica, desmantelan pilares del sistema de trazabilidad económica, control de movimientos y fiscalización de operadores logísticos. Esta reingeniería normativa crea un contexto ideal para que el crimen organizado, y particularmente el narcotráfico, opere con más fluidez, más anonimato y menos riesgo. Veamos algunos ejemplos concretos. El uso del dinero será despojado de buena parte de los controles preventivos. A través de resoluciones de ARCA (Agencia de Recaudación y Control Aduanero), se elevará el umbral para informar transferencias, compras, saldos, extracciones e inversiones. Ahora se puede mover hasta $50 millones sin declarar ni justificar origen, en transferencias, plazos fijos o billeteras virtuales. Las compras en efectivo de hasta $10 millones no requieren identificación. Y además se eliminó el régimen de información de consumos personales, vehículos, inmuebles y hasta pagos de expensas. Una amnistía preventiva para el dinero oscuro. En paralelo, se debilitaron las funciones de la Unidad de Información Financiera (UIF), que ya no podrá ser querellante en causas penales. Su rol quedó reducido a “remitir elementos de convicción” a fiscalías que, todos lo sabemos, muchas veces están contaminadas por intereses políticos, falta de recursos o directamente corrupción estructural. El resultado es un sistema que “detecta pero no actúa”, o actúa tarde. El sistema de transporte también ha sido profundamente desregulado. En el ámbito terrestre, el nuevo marco (Decreto 883/2024) permite a cualquier empresa inscribirse en un registro digital y empezar a operar en cinco días. Sin necesidad de ruta asignada, sin control estatal previo, sin auditoría de trayectos. El transporte de pasajeros se convierte en un “libre mercado”, donde un colectivo puede ser también una “mula gigante” sin que nadie lo note. En el ámbito aéreo, las reformas al Código Aeronáutico apuntan a eliminar los filtros en la asignación de frecuencias y habilitaciones de vuelos. La nueva política alienta la liberalización total del tráfico aéreo, pero sin mecanismos robustos de supervisión. En países donde el narco usa avionetas para ingresar toneladas de cocaína o drogas sintéticas, esto sería considerado suicida. Y en lo marítimo, el nuevo Régimen de Navegación (Decreto 37/2025) flexibiliza las autorizaciones portuarias y elimina exigencias como el uso obligatorio de serenos o controles físicos al embarque. Se busca “dinamizar el comercio”, algo siempre deseable, pero al costo de desproteger puntos críticos por donde históricamente ingresan armas, precursores químicos o sustancias ilícitas. Lo que emerge es una arquitectura normativa que privilegia la velocidad económica, pero flexibiliza la prevención criminal. Se suelta el nudo del control, pero no se refuerza la inteligencia. Se invoca la eficiencia, pero se debilita la institucionalidad. Nadie niega que el Estado argentino necesita modernizar sus herramientas. Pero eso no significa desarticular los resortes de alertas. Si el crimen organizado opera hoy como una multinacional, no podemos enfrentarlo con un Estado distraído o, peor aún, autoinducido a la ceguera. La libertad, sí. Pero también la seguridad. Porque cuando se borra la línea entre la libertad y la impunidad, los únicos que festejan son los que trafican poder, miedo y muerte. fuente:PERFIL – AUTOR: Alejandro Alves. Especialista en Seguridad

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