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  • Una democracia corrompida por trastocar la finalidad y la norma

    » Comercio y Justicia

    Fecha: 27/05/2025 00:05

    Por Luis Esterlizi (*) “Del desastre brota el heroísmo, pero también la desesperación, cuando se han perdido dos cosas: la finalidad y la norma. Lo que produce la náusea es el desencanto y lo que puede devolver al hombre la actitud combativa es la fe en su misión, en lo individual, en lo familiar y en lo colectivo. Ahora bien, va anexo al sentido de norma el sentido de cultura. Nuestra norma, la que tratamos de insinuar aquí, no es un cuadro de imposiciones jurídicas, sino una visión individual de la perfección propia, de la propia vida ideal (…) En ese aspecto no cabe duda de que su eficacia depende enormemente de nuestra comprensión del mundo circundante como de nuestra aceptación de las obligaciones propias. El solo intento de trazar un cuadro comparativo entre las posibilidades culturales de la antigüedad y las actuales resultaría descabellado. El progreso, el incremento de relaciones, la complejidad de las costumbres, han ampliado el paisaje en términos indescriptibles. Es lógico pensar -por consiguiente- que la dilatación del panorama haya redundado en limitación proporcional de la conciencia de situación. Cuando nuestro tiempo se plantea cuestiones de moral o de ética -acaso las más sustantivas e inaplazables que debemos formularnos hoy- no ignora que en la confusión de muchos valores desempeña un activo papel el signo vertiginoso del progreso y el avance en ciencia y tecnología. La evolución humana se ha caracterizado -entre otras cosas- por lanzar al hombre fuera de sí mismo. A ese estar fuera de sí puede atender e integrar mediante leyes una comunidad organizada políticamente y tendremos entonces un aspecto de la norma ética. Pero para su reino interior -para el gobierno de su personalidad- no existe otra norma que aquella que se puede alcanzar por el conocimiento, por la educación, que afirma en nosotros una actitud conforme a moral (extracto de La comunidad organizada). Claro mensaje de las elecciones 2025 En Argentina, existen situaciones inocultables que desnudan verdaderos dramas de millones de argentinos, pero ante la decadencia política del nefasto conjunto de coaliciones y partidos en crisis, se minimiza dicha realidad, festejando sus “triunfos a lo Pirro” (victoria que resulta ser una derrota disfrazada). Por eso, los festejos electorales en estos últimos años son realizados tan sólo por militantes y dirigentes y en horas suelen disiparse ante la penosa realidad social, que oscurece la política, debido a los irresueltos estigmas de una profunda crisis política, económica y social que se profundiza día a día. Por lo tanto, el proceso electoral en marcha muestra la decepción del pueblo, producto del “engaño democrático” revelándose ante la”obligación” de votar mientras quienes votan y que apenas rozan 50% del padrón no todos festejan y solo lo hacen abiertamente los grupos de incondicionales -que saltan y vociferan- sin que les preocupen los pocos votos cosechados, con tal de ganar aunque sea por un voto. Hay países en donde no es obligatorio votar en las elecciones. En Argentina ya hace varios años que esa obligación constitucional comenzó a evadirse, llegando al presente con los guarismos que señalan la participación popular en Rosario, en Chaco, Salta, Jujuy, San Luis y la del domingo en CABA, de una concurrencia de apenas 50%, muy lejos de los guarismos de años anteriores. En las elecciones en la CABA, el padrón señalaba a más de dos millones quinientos mil votantes. Manuel Adorni, de LLA, que triunfó con alrededor de quinientos mil votos, nada dijo de los dos millones de porteños que no lo votaron. Y si estos números son de quien más votos sacó, los que le siguen tampoco deberían festejar y darse cuenta de la realidad instalada en el país, blanqueando que más de 50% de argentinos los desprecia. Para completar este análisis que se refiere a la elección de “los auténticos representantes del pueblo”, es comprobable que muchos votantes no conocen a quienes encabezan la boleta, y mucho menos al resto de postulantes. Ésa es otra triste muestra de la falta de ética y moral, sabiendo que, como elegidos, sólo representarán a los “líderes” de las coaliciones que son los que imponen las decisiones. Ésta es una de las acciones más deleznables que ha corrompido la democracia. La pérdida de la finalidad y la norma Entendemos la finalidad como “la búsqueda del conocimiento fundamental sobre la realidad, la existencia y la naturaleza del ser humano, a través de la reflexión crítica y la argumentación racional. Busca responder a preguntas existenciales y a las bases de nuestra comprensión del mundo”. La escasa concurrencia de argentinos a las elecciones se debe a que tomaron conciencia de que, en los últimos 50 años, las elites políticas los engañaron ya que no respondieron a la realidad de su cruel existencia y de sus necesidades, obviando la naturaleza del ser argentino, de sus valores y virtudes, de su amor a la patria, del terruño donde nacieron o vivieron sus antepasados, abuelos, padres e hijos, etcétera. Esto claramente señala una verdadera traición al pueblo argentino y a sus sentimientos solidarios, sus hábitos y costumbres y -por sobre todas las cosas- a su espíritu abierto a todas las razas, credos y religiones. Por su predisposición, tesón y capacidad para el estudio, el trabajo, la investigación y el espíritu de muchos emprendedores que como empresarios argentinos se sienten realizados por ser factores importantes del crecimiento económico y desarrollo social de Argentina. Pero este pueblo también posee -con total seguridad- el sentimiento de la solidaridad, intentando evolucionar, buscando construir una comunidad organizada, integrada por todas las organizaciones intermedias y entidades representativas, sabiendo que si no participan de las decisiones, quedarán fuera de los resultados. Nuestra sociedad -hoy- adolece de una representación genuina según el ejercicio de esta democracia corrompida que utilizó durante años mecanismos nocivos y extorsivos tratando de degradarla y marginarla paulatina y totalmente de la toma de decisiones fundamentales de su propio país. La deformación de la norma La culpa de esta democracia corrompida además se demuestra a partir del golpe de Estado de 1976, con el inicio de un proceso de paulatina deformación de las reglas y estándares de los comportamientos establecidos y aceptados ampliamente por los argentinos en muchos años y que siendo explícitas (escritas) o implícitas (no escritas) ayudaron a regular la conducta, mantener el orden social y facilitar la interacción entre los individuos, de carácter in-coercitivo, socialmente aceptadas, que prescriben lo que está bien o esta mal, lo que tiene de bueno o de malo (lo que deberíamos o no hacer) en nuestras relaciones personales. Por eso Milei, instala por medio de su proyecto anarcolibertario y como “conejillo de indias” la lucha por la libertad individual, un absoluto que promueve la competencia por el tener y no por el ser, buscando romper la armonía, el equilibrio y la integración social. Si a esto sumamos los avatares producto de la degradación social, encontraremos la perversidad que anarquiza a nuestra comunidad, despedaza su poder y pretende convertirla en una infinita multitud de ceros, fáciles de manejar. Conclusión “En el encuentro de Milei con los representantes de la Cámara de Empresarios de Estados Unidos en la Argentina (AmCham) éstos le advirtieron que, para sostener la recuperación del país, era necesario modificar el esquema tributario, la legislación laboral y garantizar la seguridad jurídica”. Ante esto el Jefe de Estado aseguró: “Estamos frente a un maravilloso caso de crecimiento y es una excelente oportunidad de compra porque Argentina está baratísima”. Yo diría regalada. Extraído de La Voz del Interior – Pág. 8 del pasado día 21. Esto nos sucede porque carecemos de una clara expresión política, económica y social netamente nacional, independizada de las corporaciones y agentes financieros que son los estrategas del avance de Milei y lo sostienen por ser su delegado tanto el FMI, como el presidente de EEUU. Argentina -hoy, por desgracia- es un apéndice en la lucha de EEUU, por un nuevo orden mundial, y ante su decadencia, los capitales especulativos -sin Dios ni Patria – lo acometen buscando apoderarse de todos nuestros recursos mediante la producción extractivista. Sólo estaremos en condiciones de superar este desafío mundial, si logramos recuperar la finalidad y la norma -conculcadas- de nuestra vida y existencia, expulsando al materialismo desalmado que no tiene otra posibilidad de avanzar sobre los pueblos más que la degradación política, económica y social o la guerra. (*) Ex ministro de Obras Públicas de la Provincia de Córdoba

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