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Concepcion del Uruguay » La Calle
Fecha: 25/05/2025 15:24
El domingo pasado, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, “La Libertad Avanza” obtuvo un resultado favorable en las elecciones legislativas locales, ganó por poco margen pero ganó, destronando al PRO, ubicándolo tercero. Manuel Adorni, vocero presidencial y primer candidato a legislador porteño, celebró públicamente ese triunfo en presencia del propio presidente Javier Milei. No sólo agradeció el respaldo electoral, sino que en su discurso apeló a una vieja teoría filosófica para hablar del futuro. Usó una expresión cargada de historia y peso simbólico: tabula rasa. No se trató de una frase casual. En política, nada lo es. Mucho menos cuando proviene de quien, como Adorni, representa una concepción muy definida de cómo debe entenderse el rol del Estado, el sentido de la política y el vínculo entre las personas. Tabula Rasa El término tabula rasa nos remite al siglo XVII, al empirismo inglés, y específicamente a la teoría de John Locke, uno de los pensadores que más influyó en la modernidad política. Locke creía que no existen ideas innatas, que todo conocimiento humano se forma a partir de la experiencia. El ser humano es, al nacer, una hoja en blanco -una “tabla rasa”- que la realidad y el entorno van escribiendo. El tiempo, el modo y el lugar de venir al mundo no son meros detalles biográficos, sino condicionantes fundamentales de nuestro desarrollo. La vida, la cultura, la historia y la comunidad son las que nos van formando. Adorni, entonces, no sólo reivindicó una victoria electoral -válida, aunque sostenida en un bajo nivel de participación-, sino que propuso simbólicamente una hoja en blanco para la Argentina. ¿Pero puede un país empezar de cero? ¿Se puede gobernar sin historia, sin memoria, sin trayectorias comunes? Pero ¿cómo se usa hoy esa expresión? ¿Puede construirse un destino común sin memoria ni experiencia? ¿Qué quiere decirnos Adorni cuando, en pleno festejo político, la invoca? ¿Estamos ante un llamado a la reconstrucción colectiva, o ante una propuesta de borrón y cuenta nueva donde nada de lo anterior importa? Muchas preguntas y no tantas respuestas. Contexto En un contexto de creciente desafección democrática, donde la participación política disminuye y la confianza en las instituciones está herida, con una crisis de representatividad política que sigue sin resolverse, hablar de tabula rasa puede sonar tentador. Pero también riesgoso. Porque no hay país sin memoria. No hay sociedad sin historia compartida. No hay comunidad sin vínculos. Y esos vínculos se construyen -y reconstruyen- en base a la experiencia, no desde un vacío. Si aplicamos este concepto a la actualidad, vemos que muchos de los problemas que nos atraviesan no pueden pensarse sin contexto. No es lo mismo nacer en el margen que en el centro, no es lo mismo la periferia de la vida que el corazón del núcleo. No es lo mismo crecer con derechos que sin ellos. No es lo mismo vivir con certezas mínimas que hacerlo bajo el imperio del miedo, la fragmentación social o el aislamiento. No es lo mismo estar dentro que ser excluido, sencillamente no lo es. Amnesia Existe una especie de “amnesia social”. Porque en este presente tan condicionado por la velocidad de los estímulos, los algoritmos, la polarización y el cinismo, pareciera que la historia ya no pesa. Que los aprendizajes colectivos se diluyen. Que todo empieza de nuevo. Y en ese empezar de nuevo, el poder construye sus propios relatos. Ya sea para alcanzarlo, para consolidarlo o para no perderlo. Lo que es peor, para que otros no lo tengan. Cuando se niega el pasado, cuando se desprecia el saber acumulado por la experiencia colectiva, cuando se sustituyen derechos por slogans, la tabula rasa deja de ser un punto de partida para convertirse en una herramienta de control. Se vacía el debate público, se empobrece la palabra, se alimenta la desinformación. No estamos frente a una hoja en blanco, sino frente a una hoja arrugada, con marcas, con tachaduras, con cicatrices. Y esa hoja es nuestra historia. Es nuestra gente. Son nuestros barrios, nuestras luchas, nuestras conquistas. Lo que queda Si de algo debe servir el triunfo de Adorni -de La Libertad Avanza-, es para reflexionar sobre el rumbo político que se nos propone. Y sobre el que podemos y debemos construir desde otro lugar. Desde la experiencia, desde el vínculo, desde la reconstrucción del lazo social roto por años de crisis, pero también por discursos que promueven el individualismo extremo, la deshumanización del otro y el desprecio por lo colectivo. Porque no hay sociedad sin memoria. Y no hay futuro sin pasado. Las heridas sociales no se borran con una frase; las desigualdades estructurales no desaparecen por arte de magia. La realidad no empieza cada día desde cero. La experiencia de nuestro pueblo -con sus dolores, sus aprendizajes y sus luchas- es el fundamento de toda política que aspire a ser justa. Reescribir el presente no es negar lo que fuimos, sino integrar lo que aprendimos. No se trata de borrar la hoja, sino de saber leerla. En tiempos de creciente uso de la desinformación como estrategia de poder, cuando se intenta instalar que todo lo anterior fue un fracaso absoluto, conviene preguntarse si esa hoja en blanco no es también una pantalla sobre la que se proyecta un país sin derechos. ¿Una oportunidad? La tabula rasa puede ser una gran oportunidad, si entendemos que el conocimiento y los vínculos sociales se construyen. Pero también puede ser un enorme peligro, si se transforma en excusa para destruir la memoria colectiva. Hoy más que nunca, necesitamos una tabula que no borre, sino que registre. Que no niegue, sino que comprenda. Que no imponga, sino que escuche. Porque construir una Nación es una tarea de todos y para todos, no es eliminar la historia para empezar de nuevo, sino reconocer esa historia para hacerla futuro. Por eso, si algo debe dejarnos este resultado y su mensaje político, es que no es sólo una lectura electoral, una foto del momento con un alto comportamiento emotivo expresado en urnas. Es la necesidad de no resignarnos a la fragmentación, de salir del laberinto de la desconfianza y el miedo, de volver a pensar un destino común que no borre la historia, sino que la reconozca para poder transformarla. Porque la Patria es un Don y la Nación una tarea. Porque en definitiva, la única protagonista histórica de este momento es la gente y quien realmente empuja los cambios históricos. La gente ha demostrado a lo largo del tiempo que no se limita a ser objeto de la historia, sino que es el sujeto activo que la crea. Por eso, no lo olvidemos, lo nuestro es la gente. (*) Abogado. Concejal 2023-2027. Vicepresidente 1° HCD. Presidente del Bloque Concejales PJ 2023-2027. Apoderado del Consejo Departamental PJ Uruguay. Congresal Provincial PJ ER. Secretario de Gobierno 2019-2023. Concejal 2015-2019. Presidente del Bloque Concejales PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.-
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