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  • 25 de Mayo de 1810: El nacimiento del primer gobierno patrio - PLAZA DE MAYO

    CABA » Plazademayo

    Fecha: 25/05/2025 14:49

    La mañana del 25 de mayo de 1810 amaneció fría y lluviosa en Buenos Aires, aunque la temperatura en la Plaza de la Victoria —hoy Plaza de Mayo— era decididamente más alta. El pueblo, reunido desde temprano frente al Cabildo, no estaba dispuesto a dejar pasar una nueva maniobra del poder colonial. La caída de la Junta Central de Sevilla a manos de las tropas napoleónicas había dejado a las colonias sin autoridad legítima, y la voluntad criolla de autogobierno ya no podía postergarse. Aquel viernes lluvioso no se trataba solo de una cuestión de clima. Lo que estaba en juego era mucho más que la sucesión de autoridades: era el inicio de una transformación profunda, marcada por siglos de resistencia indígena, luchas de esclavizados por su libertad, la inspiración de las revoluciones americana y francesa, y el ascenso del poder criollo tras las Invasiones Inglesas. Ese día, tras una semana intensa de tensiones, asambleas y maniobras, se concretó finalmente lo impensable: el Cabildo destituyó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y reconoció una nueva autoridad: la Primera Junta, integrada por representantes locales elegidos con el apoyo del pueblo y las milicias. Se trataba del primer gobierno patrio nacido en estas tierras. El pueblo impone su voluntad Mientras los cabildantes debatían puertas adentro, afuera se alzaban las voces de los que exigían respuestas. Dirigidos por Antonio Beruti y Domingo French, los sectores más decididos del movimiento popular presionaban por una ruptura clara con el orden colonial. Vestían cintas rojas como distintivo, no celestes y blancas —aún lejanas en el imaginario colectivo—, y portaban armas, coraje y un mandato claro: “¡La renuncia de Cisneros, ya!” “No estamos dispuestos a sufrir demoras y engaños”, advirtió Beruti desde la galería del Cabildo, escoltado por los llamados “infernales”, una avanzada patriota lista para el combate. El pueblo estaba armado, en alerta, y no se iría sin resultados. La amenaza de una represión fue neutralizada por el propio Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios, quien declaró que sus tropas no se moverían contra el pueblo. El nacimiento de un nuevo poder Finalmente, cerca del mediodía, el Cabildo accedió al reclamo. Cisneros fue destituido y se anunció la formación de la Junta Provisoria Gubernativa del Río de la Plata, integrada por Saavedra, Moreno, Castelli, Alberti, Azcuénaga, Larrea, Matheu y Paso. Desde una casa cercana, la de Nicolás de Azcuénaga —en la actual esquina de Defensa e Hipólito Yrigoyen—, se coordinaban los movimientos patriotas. Allí se gestó el primer germen del poder popular, al calor de la lucha y del deseo de cambio. Una revolución en marcha La Revolución de Mayo no fue un hecho aislado ni improvisado. Como bien relata Felipe Pigna en 1810. La otra historia de nuestra Revolución fundadora, fue el resultado de múltiples causas: la crisis del imperio español, la presión de las ideas ilustradas, la experiencia de gobierno local durante las invasiones inglesas, y el hartazgo ante la corrupción virreinal. Mariano Moreno, secretario de la nueva Junta, lo dijo con claridad en su juramento: “La variación presente no debe limitarse a suplantar los funcionarios públicos e imitar su corrupción e indolencia… Es preciso emprender un nuevo sendero.” Ese sendero se abriría entre luchas internas, resistencias externas y desafíos enormes. Pero el paso decisivo ya estaba dado. El 25 de mayo de 1810 no fue solo la caída de un virrey. Fue el nacimiento del primer gobierno patrio, un acto de soberanía que marcaría el rumbo hacia la independencia, proclamada seis años más tarde, el 9 de julio de 1816. Un legado vigente Hoy, más de dos siglos después, seguimos interrogando ese día fundacional. ¿Qué significa la soberanía popular? ¿Qué rol juega el pueblo frente al poder? ¿Qué desafíos heredamos de esa Revolución que empezó en las calles, con paraguas escasos, y el clamor de justicia como bandera? Quizás la mejor manera de honrar aquella jornada lluviosa y gloriosa sea recordarla con verdad, complejidad y memoria activa. Porque como dijo Beruti en la obra de Alberdi: “El pueblo que duerme el día que ha roto sus cadenas… no tardará en volver a ser esclavo.”

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