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  • Milei arrasa. ¿Arrasa?

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    Fecha: 25/05/2025 13:51

    Javier Milei arrasó en todas las elecciones que hasta ahora se realizaron en el país. ¿Arrasó? LLA viene de obtener un 30% de votos en la ciudad de Buenos Aires, un 12% en San Luis, un 23% en Jujuy, un 25% en Salta, un 14% en Santa Fe y, en alianza minoritaria en Chaco con los radicales de Leandro Zdero, consiguió dos de 16 bancas. Del total de 207 bancas puestas en juego en estos distritos, el partido de Milei obtuvo 42. El 20%. Con los resultados del pasado domingo en CABA, el Gobierno abonó la idea del éxito arrasador de LLA. Ese fue el tono de los mensajes festivos de Milei y de su candidato Manuel Adorni, quien trató el resultado como un plebiscito a favor del oficialismo nacional: “Fue una elección que eligió entre dos modelos. El modelo de la casta, de los privilegios, y el modelo de la libertad. Hoy ganó la libertad”. Existe un empate hegemónico por el cual una parte de la sociedad acepta como ciertas las verdades del poder... Coincido en que los porteños no votaron en función del estado de las calles. Es tan explosivo y controversial el fenómeno Milei que es lógico que la sociedad use su voto para indicar el apoyo o el rechazo a este presidente. Es precisamente en ese sentido que el 30% de votos que le alcanzó a LLA para salir primero resulta módico ante tal planteo plebiscitario sobre el Gobierno. En especial, teniendo en cuenta que, según Milei, el suyo es “el mejor gobierno de la historia”. Si a los votos de LLA se les sumaran los de dos candidatos que también apoyan su modelo (Ramiro Marra y Yamil Santoro), aquel porcentaje ascendería al 33%. Parece módico, además, teniendo en cuenta el 47% de ausentismo en estos comicios. Lo que hace que ese 33% solo exprese al 18% de los porteños en condiciones de votar. Una corriente abstencionista que se repitió en el resto de las elecciones. La razonable explicación del vocero de que fue una votación plebiscitaria a favor o en contra del modelo lo hace comparable con la última vez que se votó entre dos opciones: el balotaje de 2023 entre Milei y Massa. Aquella vez, Milei se había impuesto en la Ciudad por el 57% de los sufragios. Expresado en cantidad de personas: un millón de votos en 2023 contra la mitad este año. Resta la incógnita de saber cuántos de los 260 mil votantes que ahora eligieron al PRO (16% de los votos) y en 2023 habían votado al libertario hoy lo volverían a hacer. El grado de enfrentamiento con Milei que alcanzó la campaña macrista haría suponer que al menos una parte de los electores de Silvia Lospennato ya no apoyaría al jefe de Estado. Si ese porcentaje fuera la mitad (ocho puntos), aquel 33% subiría al 41%. Todavía lejos del 57% que votó a Milei hace dos años. Y aun si el 100% de los votos macristas de esta elección siguieran apoyando al Gobierno, serían ocho puntos menos que entonces. En el resto de las provincias en donde hubo elecciones, las comparaciones porcentuales con aquel balotaje arrojan resultados similares. La pregunta es por qué Milei y su aparato comunicacional lograron instalar la idea de un triunfo arrollador que está teniendo lugar en todo el país. Creo que la respuesta hay que empezar a buscarla en la resolución de un duelo entre los dos relatos hegemónicos en pugna tras la aparición en escena de este político. Un relato, hasta hace poco aceptado como válido desde la recuperación democrática, que promovía el respeto por las formas republicanas y condenaba el autoritarismo. Frente a un nuevo relato que cuestiona esas premisas y privilegia eventuales beneficios económicos por encima de los valores democráticos. Que Milei consiga imponer como verdaderos hechos que no lo son, o que son debatibles que lo sean, ¿puede indicar que ese duelo se esté desempatando a su favor? El objetivo gramsciano del Presidente siempre fue imponerse en esa batalla cultural, entendiendo que el proceso hegemónico se completa cuando se naturaliza y toma por cierto lo que el poder dice que es. La frase célebre de Adorni: “Si el Presidente dice que hay cinco perros, hay cinco perros”. ... pero hay otra parte que sigue considerando vpalido el relato opuesto Por ejemplo, esta semana solo una parte de los economistas criticó la quita de controles sobre el dinero en negro. También fue parcial el cuestionamiento a la afirmación de Milei de que la baja natalidad se debe a la ley del aborto, cuando venía descendiendo desde un lustro antes, coincidiendo con un fenómeno global. Poco tiempo atrás, las mismas consignas hubieran sido ampliamente rechazadas. Hoy lo son parcialmente. De eso se trata el “empate hegemónico” de Portantiero, de un equilibrio en el cual ninguno de los sectores sociales puede imponer su relato de forma consistente y duradera. Aunque no deja de llamar la atención el avance del intento hegemónico mileísta que representa a importantes sectores sociales. Ellos sí consideran ciertos los relatos que provienen del poder. Que el Gobierno no fue el que frenó Ficha Limpia. Que tampoco fue el responsable de la fake que quiso restarles votos al PRO y al peronismo porteño. Que Milei no tuvo que ver con la estafa de $Libra. Que ya no usa la publicidad oficial para distribuir entre comunicadores y medios adeptos. Que es razonable la sospecha que vincula homosexualidad y pedofilia. Que quienes critican al Gobierno son ratas, cucarachas o virus. Que el comunismo se está apoderando del planeta. Que el papa Francisco era el enviado del diablo. Y que las Fuerzas del Cielo iluminan al líder libertario. La hegemonía cultural se consolida cuando se naturalizan las posiciones o mentiras del poder, y se las empiezan a asumir como incuestionables. O, en tiempos de verdades relativas, cuando se acepta que la realidad está supeditada al cumplimiento de propósitos materiales superiores. Pero esta batalla cultural todavía no arrojó un vencedor definitivo. Si eso ya hubiera sucedido, las votaciones realizadas hasta ahora habrían mostrado un resultado plebiscitario claramente a favor del Gobierno. Porque es correcto que una parte del país asumió como cierto el relato del “mejor gobierno de la historia”. Pero parece que hay otra parte que todavía conserva grandes dudas al respecto. Por Gustavo González -Perfil

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