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» Diario Cordoba
Fecha: 24/05/2025 19:37
Ni una mesa libre. El primer sábado de Feria, Córdoba entera se ha sentado a la mesa en El Arenal para llenar de vida un recinto lleno de color en el que locales y visitantes han recibido de buen grado también el calor. «Una feria sin calor no es feria», sentenciaba convencido Juan Pablo Serrano, un histórico del Mayo Festivo que no ha faltado a la cita con su caseta, la peña Amigos de las Matildes. Su presidente, Francisco José Chofle, suscribía sus palabras. «Esto es una maravilla y después de tanta lluvia, la gente estaba deseando que saliera el sol». Afortunadamente, el aviso amarillo de tormentas pasó el viernes sin pena ni gloria, respetando todos los farolillos. Entre las 13.30 y las 14.30 horas, no quedaba hueco libre donde comer en casi ninguna caseta, tal y como estaba previsto, tras el aluvión de reservas registrado en las últimas semanas y meses. En Cajasur, han comido este sábado 380 comensales, en Las Matildes casi 200, en la Federación de Peñas, más de 500, en Yerbabuena, de la Quinta Angustia, 420 y así sucesivamente. Una feria con al menos dos ambientes Los amantes de la improvisación han tenido que hacer de tripas corazón para picar algo en el recinto, en el que a la hora del almuerzo se ven al menos dos ambientes muy diferenciados. Por un lado, las casetas de aire acondicionado, mantel y cubierto, con muchas niñas guapas vestidas de gitana y bravos chavales con traje y corbata, y por otro, el de las casetas comedor rodeadas de rejas y llenas de humo que, igualmente repletas de gente guapa, no requieren reserva y son el último reducto de quien desea comer a toda costa en El Arenal. En las primeras, manda el menú, aunque también suele haber carta. En las segundas, los platos llenos de carne ahumada y patatas fritas. Quien prefiere ir de bocadillo, tiene abiertas las puerta de la Caseta Municipal, donde también se sirve comida y bebida y que luce una foto fija desde hace al menos quince años, como si nada hubiera cambiado en el recinto. Mientras ayuntamientos de distinto color han aumentado el listón de exigencias para muchos caseteros (en la Feria, hay quienes se lo toma más a pecho que otros), la Caseta Municipal sigue sin introducir mejoras, más allá de la calidad de los coros que se superan cada año en el maratón que hoy se ha iniciado y donde dan prueba de su valor poniéndose a cantar cuando el Lorenzo está en su máximo apogeo. Menos mal que la gente y sobre todo el turista es resiliente y se adapta a lo que hay. Es el caso de Otilia, una jiennense que acompañada por un grupo grande de catalanes hacía cola en la puerta de una caseta. "Nos está encantando la Feria, es preciosa", aseguraba sincera, "no teníamos reserva y hemos comido en una caseta que estaba bastante bien, es nuestra primera vez y volveremos". Ole. A otros con menos suerte, se les veía vagar de puerta en puerta pidiendo aposento. "No, esta caseta es privada, solo para socios", ha sido alguna de las respuestas, porque por mucho que digamos lo contrario hay casetas privadas y no pasa nada por admitirlo, para que quien venga de fuera lo sepa y no se venga abajo. Aunque lo de "está todo lleno desde hace meses" se ha oído también en las abiertas. En el mejor de los casos, más de uno se ha encontrado con un imprevisto "si quiere puede tomarse algo en la barra" y ahí se ha quedado. El que no se conforma es porque no quiere. Las ferias de Córdoba siempre son una cajita de sorpresas. En cualquier momento, pueden ocurrir cosas inesperadas, como encontrarte en la puerta, lista para entrar en la caseta de Cajasur para comer con sus "hijos, nietos y bisnietos" a una señora de 92 años y planta estupendísima que resulta ser Mercedes Pemán, la hija del mismísimo escritor José María Pemán. O mirar la carta de una caseta y ver que en en la Feria de Córdoba se puede pedir una botella de Moet Chandon por 90 euros. "Vendemos muchas porque la gente viene aquí a celebrar, por eso montamos nuestra caseta como si fuera para una boda", explica el gerente. Qué arte. Flamencas pasean por El Arenal. / Manuel Murillo También se aprenden cosas, como el secreto mejor guardado de Juan Hidalgo, el concejal de IU conocido antes que por concejal por su presencia en la barra de la caseta del Rincón Cubano. "Llevo 20 años trabajando en ella, atendiendo y montándola, ahora aguanto gracias a que tomo batido de chocolate todo el rato, eso es lo que me mantiene bien porque como tiene leche, no bebes". Con un poco de paciencia, puedes presenciar una operación antidroga de la Policía Nacional, que anda patrullando el recinto y parece que tiene buen olfato con la marihuana porque más de uno que iba cargadito esta sábado se ha ido a casa sin porros y con una multa en el bolsillo. Aviso a navegantes. Las recepciones del sábado de Feria, en imágenes / Manuel Murillo Si uno está en el lugar adecuado a la hora precisa, o mejor, media hora más tarde porque venía con retraso, es posible hasta escuchar la melódica voz de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que después de "muchos años de ausencia en esta fiesta" (algunos ni recordamos haberla visto antes) ha entrado este fin de semana en El Arenal cantando bajito para que los caseteros no se le echen encima por las cartitas que anda repartiendo. Por si acaso, no ha permitido preguntas aunque ella sí que ha lanzado sus mensajes: "Si toca divertirse, toca divertirse", ha dicho a la militancia y compañeros y compañeras de cargos institucionales presentes, "lo que siempre habrá es oportunidad de defender al presidente Sánchez de los ataques que le llegan por tierra, mar y aire". Concisa y breve, se despidió con su habitual gracejo: "A disfrutar, es una orden", abriendo por fin la veda para servir algo de comida. Que no está bonito alimentar a nadie si la jefa no está delante. Aunque la jefa llegue tarde. Amigos en El Arenal el sábado de Feria / VÍCTOR CASTRO Superada la hora terrible del calor sofocante, a la sombra y con airecito si es posible, lo que viene después es coser y cantar. O bailar. Las casetas transformers se convierten en cero coma dos en discotecas y de servir postres y café pasan a las copas y el bailoteo sin que a uno le dé tiempo de pestañear. Los impacientes o los de horario de almuerzo inglés empiezan a bailar antes. A las tres y media, ya hay casetas oscuritas con dj incluido haciendo que todo el mundo mueva el esqueleto. Léase La Quijotá o Los Quintos, por poner un ejemplo. Una feria camaleón exige público camaleónico, así que ya saben, adonde fueren, haz lo que vieren.
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