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» Diario Cordoba
Fecha: 24/05/2025 19:36
Ficha del festejo Ganado: seis toros de El Pilar, justos de presentación y de casta y raza en líneas generales, aunque el cuarto y el sexto, nobles y con cierto recorrido, han ofrecido más posibilidades. Miguel Ángel Perera: estocada trasera (ovación) y estocada (dos orejas) Emilio de Justo: estocada (palmas) y pinchazo y estocada trasera (ovación) Borja Jiménez: dos estocadas caídas (vuelta al ruedo) y dos pinchazos, media estocada y descabello (palmas tras aviso) Plaza: Los Califas (Córdoba). Primera corrida de abono de la feria de mayo. Un tercio de entrada en tarde calurosa. Miguel Ángel Perera ha salido a hombros por la Puerta de Los Califas. La terna se ha estrellado contra El Pilar. Los toros de la ganadería salmantina han sido un conjunto sin movilidad, metafóricamente pétreo. Soso, deslucido, sin raza, sin casta. ¿Nobles? Sí. No se comían a nadie, aunque los tres primeros se han defendido y han desarrollado peligro sordo de pura incapacidad, a base de quedarse a medio camino en los engaños. El Pilar ha sido un pilar, un muro, una piedra en el zapato de los tres consumados lidiadores que han trenzado el paseíllo hoy en Los Califas. Excepto los toros que han hecho cuarto y el sexto, el resto o se han defendido por su descaste y/o por su falta de fuerzas o han embestido sin ángel, sin codicia, sin otorgar la necesaria vibración que necesitan los trasteos de toreros poderosos como Perera, de Justo y de Jiménez. Y ha sido una lástima, porque los tres venían enchufados y, dentro de lo que han permitido los mostrencos salmantinos, han conseguido momentos de calidad aislados. Es por ello que juzgar este tipo de corridas es complejo, porque se suman tres circunstancias claves: los toreros quieren y no siempre pueden; los tendidos con escaso público generan un ambiente plúmbeo, duro como el cemento, y el ganado es una escalera deslucida. Perera sale a hombos de Los Califas, este sábado. / Ramón Azañón Perera se ha erigido en triunfador de la tarde y ha cortado dos orejas generosas después de cobrar una gran estocada y realizar una faena marca de la casa que no ha terminado de romper para merecer tal premio porque el toro, de embestida pastueña, no transmitía lo suficiente como para que aquello hirviera. No hay que poner ni una sola pega a Perera: profesional, técnico, con cabeza… Suavidad en las tandas de inicio para cuidar al animal; al natural, compases muy estimables de trazo largo y remate. Los de pecho, de cartel. Al final le ha enjaretado una tanda por cada pitón a cámara lenta. Pero tampoco podemos confundir la despaciosidad del trazo de sus muletazos con ambas manos mediada la faena con la excelsa calidad que siempre simboliza el toreo al ralentí. Si Perera lo ha toreado despacio ha sido porque el toro tenía ya el motor gripado. Es el temple aplicado a un animal entregado, pero sin vibración porque no es el torero el que somete con su poder sino la res la que se rinde por su descastada condición. Ahí reside la diferencia de esta labor al cuarto con respecto a aquellas faenas que consiguen parar el reloj por la labor del torero. Insistimos. Perera bien: espadazo y dos orejas a la talega, pero allí nadie se ha levantado del asiento. Con el primero de su lote, Perera ha tirado de técnica para conseguir diez o doce arrancadas del pilareño, soso, con la cara alta, brusco por manso y flojo. Por el izquierdo, nada de nada. Vuelta al ruedo de Borja Jiménez. / Ramón Azañón Borja Jiménez se ha encontrado con otro de los menos malos de la corrida, el sexto. El sevillano lo ha bordado con el capote durante la tarde, sobre todo en el manojo de medias verónicas que ha interpretado durante el primer tercio del sexto. Crujida la cadera, las manos bajas y el compás abierto marca de la casa. La faena ha tenido un inicio vibrante, con el torero en los medios y el toro, embistiendo de largo con buen son. Un pase cambiado como preámbulo de un par de tandas con la mano derecha ha sido posiblemente lo más vibrante de la tarde. Porque había toro. Al menos hasta ese momento, ya que por el izquierdo la cosa ha bajado. Luego la faena ha tenido altibajos, con tandas aseadas pero con el torero no siempre bien colocado ni perfilado a modo. Así las cosas brotaba un muletazo con ajuste por acá y otro por acullá, pero con el toro a mitad de trasteo en franca retirada, Jiménez ha tirado a por el acero, con el que ha marrado en varias ocasiones. Con el tercero, buen saludo a la verónica y poco más. El toro se le ha acabado muy pronto. Ya en la tercera tanda le derrotaba. Unos ayudados muy toreros hacia los adentros han sido el final de su primera faena, marcada por el sosísimo funo salmantino. Espectacular derribo del segundo al picador. / Ramón Azañón Emilio de Justo ha pechado con dos toros de similar comportamiento. El cacereño se ha podido estirar de capa con ambos y ha estado dispuesto en los quites a los toros de sus compañeros toda la tarde. El primero de su lote, bien lanceado a la verónica, ha derribado el caballo del picador y se han vivido momentos de tensión. El toro, mal picado ha quedado tendido junto al caballo en una escena dantesca. Y es que el animal supuestamente bravo no podía ni con su alma. Ha porfiado De Justo con honradez, pero donde hay mata, no hay patata. Con el quinto, menos malo, se lo ha currado de nuevo y se ha esforzado pero de poco ha servido. Y ya no aburrimos más contando tandas, que han sido varias. Punto. Y al final Perera ha salido camino de la explanada del coso donde le esperaba la furgoneta que llevará a su hotel desde Ciudad Jardín, un barrio querido y vivido que vive una decadencia similar a la de la plaza, donde las orejas se dan para regusto del gentío, los toros salen sin remate ni poder y los toreros aprovechan el viaje para cobijarse en la enorme generosidad de un público sufrido que afronta el lleno de mañana con las lonas de sus toreros retiradas. Preguntaremos la causa. Entendemos que esa grada se ha vendido, pero faltan los nuestros. ¿Por qué?
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