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» Facundoquirogafm
Fecha: 23/05/2025 18:50
Los días previos al histórico 25 de mayo de 1810 estuvieron marcados por tensiones, maniobras políticas y un clima de efervescencia que anticipaba un cambio radical. Aunque el primer gobierno patrio se instauró oficialmente ese día, los acontecimientos clave que lo hicieron posible comenzaron mucho antes, lejos del Río de la Plata: en Europa. La raíz de la revolución fue la caída del rey Fernando VII de España, depuesto tras las llamadas "abdicaciones de Bayona", que entregaron la corona a José Bonaparte, hermano de Napoleón. Aunque el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros intentó ocultar la noticia, su llegada agitó el avispero político y social de Buenos Aires. La legitimidad del poder colonial quedaba en cuestión. El 23 de mayo fue una jornada crucial. Ese día, un pregonero recorrió las calles de la ciudad de la Santísima Trinidad al grito de “¡Oíd, oíd!”, anunciando que el poder del virrey había caducado y que el Cabildo asumía el mando supremo, respaldado por la voluntad popular. No fue un gesto simbólico: significaba el quiebre de la autoridad virreinal y el avance concreto de los sectores revolucionarios. Sin embargo, el escenario distaba de ser armónico. El virrey Cisneros y los sectores más conservadores no pensaban ceder el poder sin dar batalla. La resistencia virreinal, los movimientos de los “patriotas” y la intervención de sectores radicalizados, como la llamada “Legión Infernal”, dieron a la semana un dramatismo creciente. Buenos Aires estuvo al borde de una guerra civil. La historia recordará el 25 de mayo como el día de la Revolución, pero fue el 23 cuando el pueblo empezó a hacerse oír formalmente. Cada jornada de esa semana fue una pieza clave en el proceso que cambió para siempre el rumbo del Río de la Plata.
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