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  • El día que el Nahuel Huapi se levantó: el lagomoto que sacudió a Bariloche en 1960

    » El Ciudadano

    Fecha: 22/05/2025 20:52

    El 22 de mayo de 1960, Bariloche vivió uno de los episodios naturales más impactantes de su historia: una ola gigante, conocida como «lagomoto», azotó las costas del lago Nahuel Huapi, destruyendo el muelle y cobrando la vida de dos personas. Este fenómeno fue consecuencia del terremoto más intenso registrado hasta la fecha en Valdivia, Chile, con una magnitud de 9,5 en la escala de Richter. A más de mil kilómetros del epicentro, nadie imaginaba que aquel sismo tendría repercusiones directas en la costa del Nahuel Huapi. Sin embargo, la violencia del movimiento telúrico atravesó la cordillera y provocó un efecto inesperado: las aguas del lago comenzaron a moverse de forma extraña, primero en un vaivén suave y luego con una fuerza devastadora. Los dos vecinos que perdieron la vida fueron Andrés Kempel y Julio Fratinni. Kempel era un trabajador del sector de muelles del puerto junto al Club Náutico de Bariloche y que realizaba maniobras de sacar tres veleros del agua para su mantenimiento. Se encontraba en el puerto cuando la ola lo atrapó. En cuanto a Fratinni, estaba a bordo de un velero cuando el lagomoto lo absorbió. Luis Caram, quien entonces tenía 18 años, fue testigo directo de aquel suceso. “Era un domingo tranquilo, estábamos en el muelle cuando, de repente, el agua comenzó a retirarse del lago, dejando al descubierto el lecho. Fue algo que nunca habíamos visto”, recordó Caram en una entrevista con El Cordillerano. “Después de unos minutos, el agua regresó con una fuerza descomunal, formando una ola de aproximadamente cinco metros que arrasó con todo a su paso”, relató. “El muelle se desmoronó y dos personas que estaban allí fueron arrastradas por la corriente. Fue una tragedia que marcó a toda la comunidad”. Aunque muchos lo recuerdan como un “tsunami en el lago”, técnicamente el fenómeno no lo fue. Los tsunamis se generan por desplazamientos verticales del fondo marino, generalmente a causa de terremotos submarinos. En cambio, el llamado “lagomoto” fue el resultado de una oscilación violenta del agua provocada por las ondas sísmicas que recorrieron el continente tras el terremoto chileno. En cuerpos de agua cerrados como lagos, estas perturbaciones se denominan seiches, un tipo de onda estacionaria que puede causar variaciones bruscas en el nivel del agua. En el caso del Nahuel Huapi, la amplitud del movimiento fue tal que provocó una gran ola que sorprendió a todos en la costa. Para dimensionar el terremoto hay que tener en cuenta que en Valdivia el terreno se hundió 2,7 metros. En los alrededores de la ciudad varios ríos cambiaron su cauce, algunas llanuras se convirtieron en humedales y se perdieron miles de hectáreas de campos de cultivos y pastoreo. Fue tanta la perturbación, que afectó incluso la rotación de la Tierra e hizo que los días fueran milisegundos más cortos. «Uno no se imagina que algo que pasó en otro país pueda llegar con tanta fuerza hasta acá, y menos en un lago. Pero pasó, y fue muy real”, aseguró Luis Caram. “Eso no se olvida nunca más”. A más de seis décadas de aquel día, todavía se recuerda el estruendo del agua, el miedo grabado en los rostros y la fragilidad que sentimos frente a lo inesperado. El lagomoto no solo arrasó un muelle: sacudió las certezas de una comunidad entera, recordándole que, incluso en los paisajes más serenos, la Tierra puede hablar con una voz profunda e impredecible.

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