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» SL24
Fecha: 22/05/2025 12:13
Facebook Twitter LinkedIn WhatsApp Según el último relevamiento de la Prefectura Naval Argentina, la altura del río en el puerto de la ciudad de Paraná es de 1,17 metros, apenas 10 centímetros por encima del registro de la semana anterior. Sin embargo, desde el INA advierten que se trata de una mejora momentánea. Juan Borus, especialista del organismo, explicó que este leve repunte “no refleja una tendencia sostenida” y forma parte de una fluctuación dentro de un ciclo de bajante que comenzó hace más de cuatro años. El Paraná es una vía esencial para el transporte de productos agroindustriales desde el centro del país hacia los puertos del Gran Rosario. Su bajante obliga a reducir el calado de los buques, lo que incrementa los costos logísticos y reduce la competitividad de las exportaciones. La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estimó que la bajante más grave de los últimos 50 años ya provocó pérdidas por al menos 244 millones de dólares en el complejo agroexportador. A esto se suman impactos indirectos, como mayores demoras en los envíos, mayor uso de transporte terrestre y, en consecuencia, un incremento en las emisiones de gases contaminantes. La falta de lluvias persiste desde marzo de 2020 en áreas clave como el sur de Brasil, el este de Paraguay y parte de Misiones, regiones que alimentan la cuenca del Paraná. Esta sequía no solo reduce el nivel del río de forma sostenida, sino que también provoca fluctuaciones repentinas de entre 10 y 15 centímetros en pocas horas, dificultando aún más la navegación y aumentando los riesgos operativos. Aunque las represas de Itaipú y Yacyretá tienen capacidad para regular ciertos picos, Borus recordó que “están diseñadas para generar energía, no para mantener niveles hídricos a largo plazo”. Su impacto en el caudal del Paraná, por lo tanto, es limitado ante un déficit estructural como el actual. El informe del INA coincide con las proyecciones del Servicio Meteorológico Nacional y del Centro de Predicción Climática de la NOAA, que ya en abril pronosticaban un invierno con escasas precipitaciones en el sur brasileño. La transición hacia una fase climática neutra en el Pacífico, tras la salida del fenómeno El Niño, no ha traído el alivio esperado. Esta situación pone en jaque al corredor fluvial Paraná–Paraguay, por donde se moviliza cerca del 80% del comercio exterior argentino de productos agrícolas. La reducción en su operatividad provoca mayores costos y menor eficiencia, lo que repercute en la competitividad del país frente a otros exportadores como Brasil o Estados Unidos. A pesar de este panorama complejo, la Hidrovía sigue siendo clave para el futuro del comercio regional. Diversos estudios proyectan que el volumen de carga transportada podría duplicarse o incluso multiplicarse por 2,4 hacia 2035, tomando como referencia las 19,2 millones de toneladas movilizadas en 2020. Perspectivas sobre el desarrollo de la Hidrovía Paraguay-Paraná.https://t.co/f6IjpMkCGd pic.twitter.com/XdJxHCdoI4 — BCR Mercados (@BCRmercados) May 14, 2025 Para sostener esta proyección, se requieren inversiones urgentes en infraestructura. Uno de los desafíos centrales es aumentar el calado en puertos estratégicos como Timbúes hasta los 40 pies, en línea con estándares internacionales como Montevideo, que ya opera con 42 pies y prevé alcanzar los 47. De no avanzar en esa dirección, Argentina corre el riesgo de perder posicionamiento frente a otros nodos logísticos en expansión. Garantizar la navegabilidad de la Hidrovía y su adaptación al nuevo escenario climático es clave no solo para recuperar la competitividad actual, sino también para asegurar un rol estratégico del Cono Sur en el comercio global durante la próxima década.
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