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» Diario Cordoba
Fecha: 22/05/2025 10:06
Vivíamos en un mundo feliz sin saberlo. Con guerras, sí, una en el mismo seno de Europa, la de Ucrania, pero en un presente generalizado de tranquilidad internacional que de pronto ha desaparecido. El planeta se ha vuelto un lugar menos seguro –además de más caro- y hasta el más mínimo movimiento se analiza en clave geopolítica. Nadie hubiera aventurado hace medio año que se avecinaba un cambio de rumbo motivado principalmente por los nuevos intereses de uno de nuestros grandes aliados, los Estados Unidos, tras la llegada de Donald Trump a su presidencia. Aterriza por segunda vez el multimillonario en la Casa Blanca y a los pocos días vuelve todo del revés con su hiperproteccionismo, su desprecio a las alianzas tradicionales y su arrogancia provocadora. Esgrimiendo en su país miedos atávicos a la falta de oportunidades y al diferente y promoviendo la autarquía económica, industrial y social, que es como ir con el paso cambiado en un mundo interconectado al instante. Como consecuencia, el golpe de EEUU a la política internacional –con China en su principal punto de mira- configura un nuevo tablero global que obliga a la Unión Europea a prepararse para afrontar amenazas complejas de las que no se hablaba desde el fin de la II Guerra Mundial. Tanto que Bruselas nos recomienda hacernos con un kit de supervivencia, por lo que pueda pasar. De todo esto y de mucho más se ha hablado en un debate propiciado por la Real Academia de Córdoba, dentro de su ciclo Los Lunes de la Academia, que contó con la participación de dos contertulios que, cada uno en su ámbito, son buenos conocedores del panorama global. Manuel Torres Aguilar, director de la Cátedra Unesco de Resolución de Conflictos de la UCO, y Juan Ojeda Sanz, periodista y exeurodiputado, fueron muy explícitos a la hora de enjuiciar la nueva situación internacional, coincidiendo ambos en que hay serios motivos para la preocupación, sobre todo por la incertidumbre generada en un horizonte donde casi nada es ya lo era ni se sabe a quién tienes por aliado o enemigo. Se extendieron sobre los factores de este cambio drástico en la realidad geopolítica, que se combina con la aparición de nuevas tecnologías y con ellas de peligrosos mecanismos de desinformación y el no menos amenazante poder de todo tipo que concentran las grandes empresas multinacionales, que son las que verdaderamente mueven los hilos del universo. Esa falta de certezas, añadió Torres, unida a cierta angustia vital por ver que su futuro será peor a la comodidad de la que han disfrutado sus padres, está empujando a los jóvenes a posturas de ultraderecha, dentro de un giro autoritario en toda Europa al que no es ajena la ineficacia de los partidos tradicionales y en general de la clase política. También se abordaron cuestiones como la guerra comercial de los aranceles desatada por EEUU o el rearme, tan indeseado y difícil como necesario –estuvieron de acuerdo los contertulios-, al que abocan a Europa las insinuaciones de Trump de dejarla a su suerte en materia de seguridad. Y es que Europa, que ha ido aplazando decisiones en materia de defensa al contar con el paraguas de Norteamérica, ahora se ve en la obligación de adoptarlas –y de poner por delante los 800.000 millones de euros que según Bruselas costará dar el paso- para tener su propia estructura militar y autonomía a la hora de afrontar posibles intimidaciones externas. Pero no todo se vio oscuro. Tanto Ojeda como Torres dejaron un mensaje de esperanza, el de que ahora es el momento de transformar nuestra debilidad en oportunidades mediante acciones que huyan de egoísmos en aras de una diplomacia conjunta. La unión hace la fuerza y el Viejo Continente está muy necesitado de ellas en medio de este panorama global.
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