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» Infodia
Fecha: 21/05/2025 08:42
Después de un final muy caliente, el Calamar se impuso desde los doce pasos y avanzó a la próxima ronda, donde enfrentará a San Lorenzo. Once contra más de 85 mil. Platense emociona. Un equipo al que no le sobra nada más que agallas. Que hizo otra vez historia. Que en el Monumental revalidó su título de matagigantes, que ya puso en fila a Racing en el Cilindro, ahora a River en Núñez, que va por San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro. Se dijo en la previa: este Platense de Favio Orsi y Sergio Gómez era especialista para jugar el partido que tenía que jugar. Le quedan cómodas las hazañas como ésta, las batallas imposibles: este equipo y este cuerpo técnico están hechos para esto, para ir de punto, para jugar partidos inteligentes, con un dispositivo defensivo lleno de tentáculos, exprimiendo todas las mañas posibles, poniendo nerviosos a los rivales, desesperándolos por goteo como desesperó a la Academia y ahora a un River de Gallardo que fue impotente durante casi 90 minutos y que nunca supo cómo entrarle a un rival bien plantado. Un River que volvió a vivir con ese último penal pero que, estaba escrito, no iba a pasar de ahí: de un buen tiempo a esta parte, los adversarios del CARP saben que tienen a favor dos resultados en las series mano a mano a 90 minutos. Son ocho ya las definiciones consecutivas perdidas y de ninguna manera es casualidad sino más bien una fobia. Ni siquiera alcanzó el envión anímico de un empate agónico que reventó el Monumental y que puso al borde de un ataque de nervios a Platense contra el juez Yael Falcón Pérez, que sancionó bien una falta a Borja que venía de un lateral mal cobrado, demasiado caro para un arbitraje ya de por sí pésimo. Ni siquiera alcanza ya que Armani ataje penales, tampoco, como sucedió ante Talleres en Paraguay. Cozzani fue el héroe que no olvidará jamás esta noche de martes. Una noche en la que River dio un paso atrás para la levantada que venía teniendo. Un paso atrás que, a esta altura del semestre, ya sin margen de error, es game over y se lee en formato macro como una continuidad de frustraciones en estos dos años. Equivocó los caminos el equipo del Muñeco, de principio a fin. Sin el temple necesario para no caer en la búsqueda de atajos y en la desesperación, pisando el palito de Tense, incluso con cambios desde el banco que se leyeron en ese idioma exasperante, con una salida prematura de Enzo Pérez que rompió el medio y le agregó nerviosismo a un funcionamiento ya de por sí impaciente. Es otra decepción para un River que de un buen tiempo a esta parte solo festeja por Boca, por los últimos superclásicos y por los incendios crónicos de los primos. Es muy poco para un plantel que se llenó de estrellas y que invierte sistemáticamente para, por lo menos, pelear hasta el final los torneos locales. Una lástima, claro, porque realmente la mano de Gallardo ya se veía, porque el equipo generaba identificación en la gente. Pero hasta ahí llegó: hasta Platense. Un Platense que sabía que si anulaba los circuitos del CARP iba a tener sus posibilidades aprovechando las ventajas que ya se advertían a lo lejos que daba la defensa de River, que no estuvo a la altura ni siquiera en muchos de los últimos partidos llenos de gol.
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