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Parana » La Nota Digital
Fecha: 20/05/2025 20:10
Universidades de todo el país elaboraron un informe sobre el estado de la Soberanía Alimentaria en Argentina. La Red de Cátedras Libres de Soberanía Alimentaria y Colectivos Afines — Red Calisas — presentó el tercer Informe Anual sobre la Situación de la Soberanía Alimentaria en Argentina, un trabajo colaborativo realizado por 60 equipos distribuidos en universidades de todo el país. M. Martini especial para EcoPress La Red de Cátedras Libres de Soberanía Alimentaria –Red Calisas-, que nuclea a 60 cátedras de universidades de todo el país, presentó el tercer Informe Anual sobre la Situación de la Soberanía Alimentaria en Argentina –- IASSAA — correspondiente al 2024. El documento advierte sobre una constante pérdida de soberanía agravada por las políticas implementadas por el gobierno de Javier Milei: “la concentración de la tierra, el predominio del monocultivo y la dependencia del comercio internacional afectan la autonomía en la provisión de alimentos”, alerta el informe –- disponible en el enlace www.soberaniaalimentaria.ar. Aunque Argentina es reconocida internacionalmente por sus tierras fértiles y una arraigada agricultura que produce y exporta millones de toneladas de alimentos, millones de argentinos se encuentran en condición de inseguridad alimentaria y para muchos comer es simplemente llenar la panza con alimentos poco nutritivos, comúnmente ultraprocesados. En el país cerca del 90% de la población vive en entornos urbanos, dependiendo casi exclusivamente de sus ingresos económicos para poder poner un plato de comida sobre la mesa (IASSA 2022), en ese sentido, se destaca que en 2024 la Argentina no ha podido salir de una inflación alimentaria de más del 2% mensual, agravando la emergencia alimentaria nacional. El informe -que es el primero de su tipo en el mundo- se divide en cuatro ejes de análisis principales: políticas públicas y estrategias colectivas de organizaciones vinculadas a la producción y consumo de alimentos; el análisis del Régimen de Incentivo para las Grandes Inversiones –RIGI- y su impacto en la Soberanía Alimentaria; el relevamiento de establecimientos agroecológicos y el análisis de Indicadores de la Soberanía Alimentaria. El trabajo fue realizado por la Red Calisas en estrecho contacto con actores sociales, productores campesinos e indígenas, profesionales de la salud y militantes por una alimentación sana, sabrosa y ecológica. Con el objetivo de que el informe mantenga una perspectiva federal, la Red se divide en siete regiones de trabajo: Patagonia, Centro, Cuyo, CABA, AMBA, Noreste y Noroeste, cada regional se compone de varias cátedras que, a su vez, trabajan junto a “colectivos afines” locales. “Muchas veces los relevamientos sobre la situación alimentaria de los países toman índices y estadísticas macro, sacan información de estadísticas sobre el PIB o de censos agropecuarios que brindan resultados parciales, y al final tenemos poca información de base sobre lo que realmente está ocurriendo en las localidades y el interior del país”, por eso es fundamental “abrirle las puertas a la opinión y al diagnóstico que puedan hacer los pueblos y las comunidades que viven y trabajan en el territorio y tienen una información mucho más acabada que todos estos índices macro”, indicó Fernando Glenza, integrante de la catedra de la Universidad Nacional de La Plata, en comunicación con el Portal EcoPress. Foto. Ecopress En esa sintonía, el informe 2024 marca una pluralidad de experiencias al recabar testimonios de producciones agroecológicas, de comedores comunitarios, de cooperativas de trabajo de la tierra y de ex trabajadores de instituciones públicas como el desmantelado Instituto Nacional de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena, entre otras. Asimismo, analiza región por región el avance del RIGI y sus posibles consecuencias. Finalmente, examina los Indicadores de Soberanía Alimentaria: “los indicadores evidencian una pérdida de Soberanía Alimentaria en Argentina en los últimos tiempos”, advierte el documento. El país presenta un alto nivel de monocultivo orientado a la generación de commodities para la exportación, afectando la sostenibilidad y la viabilidad económica de otro tipo de producciones, perjudicando la disponibilidad de alimentos para el consumo interno. También se observa una marcada concentración de tierras, casi el 40% de la superficie es cultivada con oleaginosas y cerca de un 30% se utiliza para cereales, mientras que un 10% es destinada a plantaciones de forrajes para el ganado; en tanto solo el 0,94% de las explotaciones agropecuarias se desarrollan agroecológicamente (Censo Nacional Agropecuario 2018). Por su parte, la agricultura familiar y las pequeñas parcelas solo participan en el 24% de la superficie cultivada, situación que no les impide proveer el 59% de las verduras y hortalizas consumidas por los argentinos (IASSA 2022). Además, se destaca el modelo transgénico-químico con siete Organismos Vegetales Genéticamente Modificados autorizados a nivel nacional y más de 33 millones de hectáreas tratadas con fertilizantes y agroquímicos. Todo ello coloca a la industria agroalimentaria como una de las mayores emisoras de Gases de Efecto Invernadero del país, concentrando el 45,4% de las emisiones, un valor similar al sector energético. Estos indicadores “reflejan una situación promedio muy mala”, grafica Andrea Fizzoti, de la Catedra de la Universidad de Buenos Aires e integrante del equipo de análisis de Indicadores. “Los indicadores, que se construyen en base a determinados criterios teóricos, surgen de información que existe, hay mucha otra información que hay que recabar y, cómo es a nivel nacional, lo que sucede es que no capta la diversidad que hay en los territorios, esto abre la posibilidad de que en un futuro se empiecen a construir o replicar indicadores que nos permitan tener otra escala que dé cuenta de la diversidad de la situación. De todas maneras, también se observa que a pesar de las particularidades regionales hay cosas en común, y ahí tienen sentido los indicadores nacionales”, matiza Fizzoti. En ese sentido, en los siguientes informes planean sostener y ampliar el análisis de los indicadores, para poder evaluar si la situación tiende a mejorar o a empeorar. Atendiendo a la política federal de la Red, el IASSA 2024 fue presentado ante la comunidad en El Bolsón, donde se encuentra la Sede Andina de la Universidad Nacional de Rio Negro –UNRN-, pionera en el país al dictar la Licenciatura en Agroecología desde el 2014. “Existe una masa crítica y una actividad de un grupo grande del alumnado que está metiéndole a la agroecología, acá en la Comarca –como se conoce a la zona que nuclea a las localidades andinas del sur de Río Negro y norte de Chubut- hay una condición social que hace que la agroecología sea muy potente”, explica Tomas Are Quintana, de la Catedra de la UNRN y productor agroecológico. Presentación en UNRN. Foto. Ecopress “En estos territorios hay una acción cultural de soberanía, dado que hay mucha diversidad cultural y, por ende, mucha diversidad en la alimentación. Hay muchos procesos de autoproducción, no solamente por las características agroclimáticas del valle, que históricamente es un lugar donde se produce desde trigo hasta hortalizas, sino que El Bolsón, El Hoyo y Lago Puelo aún conviven con la ruralidad, que son los espacios de producción de alimentos, eso es muy positivo”, sostiene Juan Ochoa, Coordinador de la Lic. en Agroecología de la UNRN. En la comarca muchos agricultores están organizados en la Red de Productores Agroecológicos, una herramienta que permite fortalecer el desarrollo y la sostenibilidad de este tipo de proyectos. “Desde la Universidad conocemos a la Red de Cátedras Libres, (…) los informes anteriores son referencia bibliográfica para nosotros. Lo más interesante es conocer las experiencias que están ocurriendo en otras regiones del país, conocer los datos duros, a veces tristes, de la situación actual de la Soberanía Alimentaria, veo muy positivo que la universidad pueda tener estos espacios abiertos, donde la academia confluye con movimientos locales y sociales, donde se amplifica la diversidad de voces con el objetivo de trabajar en una soberanía en pos en los territorios”, añade Ochoa, quien, además, opina que “la universidad tiene que resignificarse hoy más que nunca, abriendo sus puertas a otros saberes, a otras prácticas que hagan construir el principio de universalidad de los saberes y las prácticas”. Proyecto Bioma. Foto. EcoPress “Para avanzar hacia la Soberanía Alimentaria es fundamental una mayor diversificación productiva, el acceso equitativo a la tierra y los recursos naturales, y el fortalecimiento de políticas públicas que fomenten la producción agroecológica y el consumo de productos locales”, concluye el informe –- elaborado gracias al apoyo de la Fundación Heinrich Boll Stiftung. “Hay espacios de lucha que están más vivos que nunca, hay que ir por ahí: sabemos lo que queremos y tenemos propuestas de cómo alcanzarlo: cómo ir hacia a la Soberanía Alimentaria. Tenemos mucho para hacer, mucho para decir, obviamente no es fácil, estamos luchando contra fuerzas muy poderosas, pero confío en nuestra convicción, porque cuando algo nos toca el corazón seguimos adelante”, sentencia Fizzoti. Foto de portada: Mapa Extractivista LICH-UNSAM.
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