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  • Independiente dio el golpe: eliminó a Boca con un golazo de Angulo y lo dejó en llamas

    » Infodia

    Fecha: 20/05/2025 09:42

    El drama del final, con Marchesin de nueve y a empatar o morir, agranda la perspectiva de la victoria, de por sí enorme, de Independiente, y hasta la da un tinte histórico, que lo tiene, de un equipo que de poco se va amigando con su ADN ganador, que quedó amarillento por tanta derrota acumulada con los años. También resalta la crisis de este Boca que perfora cada vez un poco más el piso, al punto que no faltará mucho para que encuentre petróleo. En el medio, un partido apasionante, con dos equipos que jugaron su suerte sin excusas ni medias tintas, cada uno con sus armas. La resaca de este partido se la llevará las esquirlas de la derrota de Boca y la Comisión la Comisión. Pero es más valiosa e importante la lección de convicción que tuvo Independiente para sostener una idea, la firmeza de los jugadores para defenderla y la valentía de llevarla hasta las últimas consecuencias. No es una mirada romántica ni mucho menos: si un equipo se planta con este compromiso, será casi invencible. Independiente salió a jugar, y lo hizo hasta el final. Desde el fútbol y la tremenda calidad de Lomónaco para llevar la bandera, aún a riesgo de exponerse más allá de lo aconsejable, pero qué va. En el momento más caliente del partido, puso la pelota contra el piso y de ahí no salió más. Cuando Angulo dibujó ese golazo, el Rojo se iluminó, erró el tercero antes de meter el segundo y sólo por eso terminó con los 11 atrás, con esa misma valentía que tuvo para plantarse en la Bombonera a jugar su suerte. Es justo decirlo, Boca no fue el de Lanús. Las insultos del final vinieron por la bronca del resultado y la acumulación de frustraciones. Los jugadores no merecieron irse puteados pero hay cuentas pendientes que vienen de lejos, y ahí sí ellos tienen algo que decir al respecto. Esta vez, sí, quedó claro que a Riquelme se le terminó el aura que traía con su idolatría y por segundo partido consecutivo lo putearon como a cualquier otro dirigente del montón. Si la gente no lo hizo con nombre y apellido fue por pura delicadeza, nomás… De todas formas, Boca se quedó corto, otra vez. Leyó bien el partido, pero nunca pudo aprovechar las ventajas que le ofreció un Independiente que achicó a lo Menotti en la mitad de la cancha, con Lomónaco conduciendo más como un enganche que como un central de salida. Boca tuvo dos o tres contraataques que desperdició uno tras otro, lo mismo cuando generaba situaciones a espaldas de Angulo, que terminó siendo el verdugo. A veces por apurarse a jugar contra el offside del Rojo, otras por atolondramiento (sobre todo de Merentiel) otras por un enorme Rey que hace rato que ataja para ser el mejor del país. A Herrón no le salieron los cambios, y eso que se la jugó por los generales, pero ni Herrera ni Cavani fueron solución, menos Zeballos, cada vez más Changuito. Cuando Angulo armó ese desparramo para el 1-0, Boca se derrumbó, en contraposición con un Independiente que se hizo gigante, que se le infló el pecho y que ahora nadie puede prohibirle el sueño de ser campeón. Boca, en cambio, no tiene nada, ni siquiera un entrenador vende humo que le mienta para hacerle creer que puede ser felí. Olé

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