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  • El magnicidio que no fue y conviene recordar – MisionesOpina

    » Misionesopina

    Fecha: 20/05/2025 07:49

    En marzo de 2020, la Justicia desbarató un plan para asesinar al juez de Instrucción 3, Fernando Luis Verón. Según se desprende de la investigación, el capo narco Néstor Fabián Rojas, más conocido como Negro para sus allegados, imputado por tres homicidios a sangre fría, se la tenía jurada. Es que ese magistrado lo había capturado y enviado a prisión. A más de cinco años del descubrimiento de esta operación, la causa continúa en la Justicia de Instrucción, al parecer encharcada en aceite, sin avanzar, debido a que la Fiscalía reitera los pedidos de nuevas pruebas en lugar de hacerlo de una sola vez, para no dilatar el proceso. Fuentes consultadas indicaron que esta situación se habría repetido en al menos tres ocasiones. Rojas cayó en el complejo La Aventura. Aunque esté encarcelado en el presidio de Ezeiza, Rojas es considerado un criminal temible, rencoroso y despiadado que hace honor al código mafioso de la “omertá”, aquel que establece que una delación o una traición se pagan con la muerte. Pese a estos antecedentes, a sus presuntas vinculaciones con el Primer Comando Capital (PCC), una de las organizaciones delictivas más poderosas y temidas de Brasil, Rojas recién apareció en el radar de la Justicia misionera en diciembre de 2015, vinculado con la autoría material e intelectual de los asesinatos de Sebastián Vega y Rodrigo Ibarra, ultimados a tiros en inmediaciones de las avenidas Las Heras y Bustamante (en aquel entonces de tierra en esa intersección). Dicen los detectives más experimentados que en toda investigación, aún en las más complejas, se necesita una buena dosis de fortuna para lograr el esclarecimiento. Y la frase se convirtió en una suerte de aforismo en la resolución del doble crimen. Un juez Federal de Campana, provincia de Buenos Aires, había interferido el celular de Vega, porque lo vinculaba a la caída de un camión con varias toneladas de marihuana, sin imaginar jamás que a través de ese teléfono se enteraría de la mecánica del doble crimen. Rojas, después de ultimar a balazos a Vega e Ibarra, llamó con el celular del primero a un socio de las víctimas para decirle que terminaría de la misma manera. En ese contexto, el magistrado bonaerense se puso en contacto con Verón y remitió todas las pruebas que tenía en las escuchas telefónicas. Poco después, Néstor Fabián Rojas se convertía en el hombre más buscado por la Justicia misionera. Su captura no fue sencilla y creyéndose impune, volvió a matar. En esta oportunidad, al mecánico de autos, Aldo Canteros, quien fue acribillado a tiros en su morada de la localidad de Gobernador Roca, en agosto de 2018. De acuerdo con los antecedentes del caso, al parecer Canteros se encargaba del reacondicionamiento de vehículos para el trasporte de sustancias prohibidas. Imperturbable, probablemente consciente de cómo iba a terminar todo, Rojas mostró su lado más impiadoso. Antes de matar al mecánico, una cámara de un supermercado lo captó haciendo compras con él, entre otras cosas carne para el asado. Debate oral, público y virtual. Rojas condenado a prisión perpetua por el crimen de Aldo Canteros. Finalmente, el capo narco fue capturado. Estaba alojado en el complejo La Aventura, de Posadas. Dicen que cuando se vio cercado por la Policía, sólo atinó a decir “me tocó, es mi hora”. En su psiquis criminal, Rojas siempre sintió que el juez Verón lo perseguía, que se había ensañado con él, como si no tuviera motivos para hacerlo o no debiera cumplir con su deber como magistrado. Dicen que llegó a llamarlo para decirle que jamás lo iba a encontrar o a detener. El tiempo le demostró que estaba equivocado. Pero ese recelo, odio o como quiera llamarlo quedó en la retina del delincuente. Y no se olvidaría. Probablemente nunca lo haga, aunque resulta improbable que alguna vez recupere la libertad. En 2019 cuatro ciudadanos brasileños fueron detenidos en el puesto caminero de San José, en un procedimiento efectuado por Gendarmería. Llevaban un poderoso arsenal. La pesquisa concluyó, posteriormente, en que habían arribado a Misiones con el plan de liberar a Rojas de la Unidad Penal de Puerto Rico, a sangre y plomo si fuera necesario. Por esta razón, Verón pide su traslado y el de los cuatro brasileños al penal de Ezeiza. Y desde allí, precisamente, en 2020, el hombre más temido en Misiones dio las directivas para matar a Verón. En la estratagema estaba implicado su cuñado y dos cómplices más; uno de ellos soldado voluntario del Ejército Argentino. Estas personas habían hecho tareas de vigilancias en los alrededores de la casa de Verón, porque, según el plan, desde allí lo seguirían hasta ejecutarlo. De acuerdo con las indicaciones de Rojas, el objetivo era seguirlo hasta el semáforo ubicado en la intersección de la avenida Cabo de Hornos y el tramo urbano de la ruta nacional 12, a escasos metros del Servicio Penitenciario Provincial. Allí, cuando el magistrado detuviera la marcha de su vehículo, dos sicarios descenderían de las motos en que se movilizarían y lo acribillarían a balazos con dos ametralladoras. Rojas fue detenido el 13 de agosto de 2018 en La Aventura Creer o reventar, en noviembre de 2021, y sin que nadie incluso hasta hoy brindara explicaciones de a quién o a quiénes les cabía responsabilidades por tamaña negligencia procesal, el mismo juez Verón dispuso el cese de la prisión preventiva de Rojas por el doble homicidio de Vega e Ibarra, porque el acusado estaba privado de su libertad hacía más de tres años y estaban vencidos todos los plazos para ese estadío procesal. Aún hoy se aguarda la realización del debate oral y público. Y como si no se aprendiera de la lección, en el caso del intento fallido de magnicidio han pasado cinco años y continúa en etapa de investigación. Misiones se conmovió con la publicación de este episodio, tal vez porque lo que se acostumbraba a ver en series o películas estuvo a punto de suceder en la capital provincial. Y porque el narcocrimen se instalaba en la tierra colorada. Por eso resulta vital que esta cauda vaya a juicio oral y público, para que los responsables sean juzgados y para que la población sepa en detalle cómo operan estas organizaciones criminales.

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