20/05/2025 11:44
20/05/2025 11:43
20/05/2025 11:43
20/05/2025 11:43
20/05/2025 11:42
20/05/2025 11:42
20/05/2025 11:42
20/05/2025 11:41
20/05/2025 11:41
20/05/2025 11:41
» TN corrientes
Fecha: 20/05/2025 04:38
Sociedad Santa Cruz: un turista brasileño terminó caminando 24 km en medio de la nieve y la oscuridad por una mala indicación del GPS Lunes, 19 de mayo de 2025 Sucedió a la altura de Gobernador Gregores; “tenía delirios y caí rendido”, recuerda Thiago Crevelloni, recuperado hoy de su “experiencia extrema” EL CALAFATE.- Viajaba solo, cruzando la Patagonia de norte a sur, cuando el GPS lo desvió de la ruta principal hacia un camino secundario que lo llevaría a vivir una de las experiencias más extremas de su vida. Thiago Crevelloni es de Curitiba, Brasil, y cuando su auto quedó varado en la nieve decidió caminar por temor a quedar atrapado: lo que no sabía entonces es que el camino que le indicó el GPS es uno de los menos transitados de Santa Cruz. “Fue una experiencia extrema, que me marcó, y por suerte tuvo un final feliz”, dice hoy ya en El Calafate sobre la odisea que vivió el fin de semana, luego de caminar de noche más de de 24 kilómetros con temperaturas extremas, hasta que fue rescatado por una patrulla policial. Crevelloni partió la mañana del sábado desde la ciudad de Perito Moreno, en el norte de Santa Cruz, con la intención de recorrer los casi 800 kilómetros que lo separan de El Calafate, su siguiente destino. La ruta nacional 40 estaba nevada, pero transitable. El turista conducía con precaución, guiado por las huellas que dejaban los camiones y asistido por las máquinas viales que despejaban la calzada. Sin embargo, unos kilómetros antes de llegar a Gobernador Gregores, el GPS le indicó un atajo por la ruta 29, que es en realidad la vieja traza de la ruta nacional 40, que hoy casi nadie transita. El camino de ripio parecía en buen estado, pero pronto la nieve comenzó a intensificarse. “A los 20 kilómetros empezó a nevar fuerte. Paré a poner las cadenas. Seguí avanzando, pero con mucho viento y cada vez más nieve. En una curva, el auto se subió a una duna de nieve que no se distinguía bien por el viento blanco. Todo era blanco, no se notaba qué era camino y qué no. Quedé totalmente atascado, con las ruedas delanteras en el aire, y no podía mover el auto”. Atascado y sin posibilidad de maniobrar, intentó liberar el vehículo con piedras, pero el frío y el cansancio le jugaron en contra. “El frío era insoportable. Marcaba -2 grados, pero la sensación térmica era de -10 o peor. Tenía la cara y las manos congeladas. Me empapé con la nieve intentando sacar el auto”, contó. A esa altura, comprendió que estaba solo, que ya había recorrido unos 50 kilómetros desde la ruta principal y que tendría que caminar al menos unos 30 kilómetros más", cuenta el hombre, que es programador y trabaja de forma remota, lo cual le permite trabajar y viajar por el mundo a la vez. “Entré en pánico, pensé que podría morir congelado ahí mismo, me asustaba que la nieve tapara el auto por completo”, recuerda. Y entonces, sin posibilidad de comunicarse y con el temor de quedar enterrado bajo la nieve, tomo la decisión desesperada de caminar en medio del temporal en busca de ayuda. Aun cuando ya eran las 17 y restaba apenas una hora más de luz. “Agarré una mochila con agua y empecé a caminar. Todavía había luz, pero el frío era cada vez más fuerte. Como no me venía alimentando bien, me sentía débil, y muy pronto el cansancio me empezó a ganar. Caminaba sin ver nada y me empecé a sentir peor”, explica ahora, ya repuesto de lo que dice fueron los 24 kilómetros más largos de su vida. Noche y desorientación Con la noche llegó la desorientación. Caminaba sin referencias visuales, sin saber si iba en la dirección correcta. “Tenía delirios, veía luces en el cielo que se movían y me daba cuenta de que mi mente ya no estaba funcionando bien”, reconstruye hoy Crevelloni. Después de cinco horas de caminata, cayó rendido sobre la nieve: “Estuve tirado unos minutos, intentando recuperar energía. Logré levantarme y seguí, aunque ya sin saber cuánta distancia me faltaba”. Fue en ese momento cuando, al mirar hacia atrás en la recta infinita, vio una luz que se movía. “Primero pensé que era una alucinación, pero se acercaba. Era un patrullero de la policía, con las luces encendidas. En ese momento sentí un alivio que no puedo describir”, expresa. Y detalla que prendió la linterna del celular y así lo encontraron. La Patrulla de Rescate de la policía de la localidad de Gobernador Gregores había salido en su búsqueda luego que María, una amiga de Thiago que lo esperaba en El Calafate, preocupada por la falta de noticias, se comunicó con el comisario Marcos Vega y con el subcomisario Juan Manuel de Tres Lagos. Gracias a esa acción, se activó el operativo de rescate. “Me dieron agua, comida; me abrigaron, me hablaron con una calidez que me emocionó profundamente. Me llevaron al hospital para hacerme un chequeo porque tenía las piernas entumecidas, pero estaba bien. Y luego me consiguieron una cama caliente en un hotel”, relató. Al día siguiente, una grúa pudo recuperar el vehículo varado. Ya en El Calafate, Crevelloni asegura: “Fue una experiencia extrema. Podría haber terminado muy distinto. Fue gracias a mi amiga María, a los policías y a todos los que actuaron rápido que hoy puedo contar esta historia”. Cuando se recibió la alerta y al no constatarse la circulación por otras rutas, la policía consideró que la alternativa era que el viajero se encontrara en la vieja traza de la ruta 40, hoy 29, y sumó a la búsqueda a móviles de Vialidad Provincial y Nacional, según detallaron fuentes policiales. Para cuando la policía se encontró con el turista brasileño, cerca de las 23.30 de la noche, el hombre había caminado 24 kilómetros en casi total oscuridad rodeado de blanco, por un paisaje que parecía sacado de la serie El Eternauta. Lunes, 19 de mayo de 2025
Ver noticia original