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Parana » Vorterix
Fecha: 20/05/2025 04:07
Marcelo Ruggeri, comerciante de la peatonal San Martín, advierte sobre la crítica situación del sector: alquileres altísimos, ventas en caída y una competencia desigual que empuja a muchos al cierre o al salto forzado al comercio online. Los sábados son, históricamente, el mejor día de ventas para los comercios de la peatonal San Martín de Paraná. Pero eso ya no alcanza. “Hasta media mañana no se mueve nada”, dice Marcelo Ruggeri, comerciante con años de experiencia en el rubro del calzado. “Hoy estamos en modo supervivencia”. Los alquileres se ubican entre 2,5 y 3 millones de pesos, dependiendo del tamaño y la ubicación del local. Una cifra que, según Ruggeri, se vuelve insostenible con ventas que no logran repuntar y con gastos fijos que se actualizan cada seis meses o incluso con mayor frecuencia. “Antes el alquiler representaba un 10% de lo vendido, ahora puede llegar al 20% o más”, advierte. La ecuación es clara: lo que entra no alcanza. A los costos del local se suman sueldos, servicios, impuestos y mercadería. “La rentabilidad cayó y también el volumen de ventas. Este año es igual o peor que 2023, que ya había sido el peor desde la pandemia”. Además, Ruggeri señala la presencia creciente de comercios informales o familiares, en muchos casos de origen boliviano, que ocupan locales vacíos con una estructura de gastos muy diferente. “Trabajan en familia, viven en los locales y no tienen empleados registrados, lo que genera una competencia desigual”, afirma. A esto se suma la presión del comercio online. “Hoy competimos con la fábrica que le vende directo al público por internet. Nosotros compramos a 5 mil pesos y tenemos que vender a 10 para que rinda. Ellos lo venden a 8 y sin local ni empleados”, ejemplifica. La digitalización es una necesidad, pero no una solución completa: “Aunque tengas tienda online, los costos fijos no desaparecen”, advierte. “Es desigual, no desleal, pero claramente pone en jaque al comercio tradicional”. La crisis no solo afecta a los comerciantes, también a los propietarios e inmobiliarias. “Muchos se van de la peatonal. Algunos locales ya están vacíos y los que resisten lo hacen hasta que no pueden más”. Con ventas estancadas, presión impositiva y un consumidor cada vez más endeudado y selectivo, los comercios de la peatonal viven una realidad cada vez más adversa. “Antes venía una familia y se llevaba calzado para todos. Hoy viene uno solo, porque se le rompió el zapato”.
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