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  • Un chicle para neutralizar virus: la ciencia se mete en la boca :: Asdigitalnews

    Parana » Asdigitalnews

    Fecha: 20/05/2025 02:05

    En los últimos años, quedó claro que los virus no solo matan: también hacen fila en Ezeiza, viajan en subte en hora pico y se cuelan por la boca como cualquier mentira bien contada. La diferencia, esta vez, es que la ciencia encontró cómo atraparlos ahí mismo: en la boca, mientras la gente mastica. No con un tapabocas ni con alcohol en gel, sino con un chicle. No cualquier chicle, por supuesto. No el que se pega en la suela del zapato o se esconde debajo de los bancos escolares. Este lleva una proteína vegetal derivada de un frijol casi olvidado por la humanidad y tiene un solo objetivo: pegarse a los virus y dejarlos fuera de juego. ¿Cómo? El chicle actúa como un velcro molecular. Las partículas virales se adhieren a la proteína ACE2 contenida en la goma de mascar, una versión sintética del receptor que el SARS-CoV-2 usa para entrar a las células humanas. Así, los virus quedan atrapados y neutralizados antes de poder iniciar una infección. La idea, tan simple como inverosímil, fue desarrollada por investigadores de la Universidad de Pensilvania y se pudo acceder al ensayo, recientemente publicado en la revista Molecular Therapy. El documento explica cómo un equipo internacional de científicos logró desarrollar una goma de mascar que puede neutralizar virus respiratorios y orales en la saliva, antes de que infecten células humanas. El ensayo no solo mostró eficacia contra el SARS-CoV-2, sino también contra la influenza (H1N1 y H3N2), herpes tipo 1 y 2, y virus sincicial respiratorio. El ingrediente central es una proteína llamada FRIL, extraída del Lablab purpureus, un frijol de origen africano y asiático que hasta ahora no figuraba en el radar científico occidental. FRIL es una lectina, es decir, una molécula que se une a los azúcares presentes en la envoltura de muchos virus. En términos simples: los recubre, los atrapa y los deja inactivos. Los científicos pudieron producir esta proteína en laboratorio, purificarla y estabilizarla. Lo más interesante: se mantuvo activa durante más de dos años a temperatura ambiente, lo que la convierte en candidata ideal para regiones sin acceso a cadena de frío. "Encontramos una forma de que el virus no llegue a infectar. Lo bloqueamos antes de que entre al cuerpo", detallan en el trabajo. Saliva, cultivos y virus reales El estudio fue riguroso. Se tomaron muestras reales de virus (incluidos SARS-CoV-2, herpes y gripe), los mezclaron con saliva humana simulando las condiciones naturales de la boca, y los expusieron a la goma de máscara que contenía FRIL. ¿El resultado? En cuestión de minutos, más del 95 por ciento de los virus quedaron neutralizados. La experiencia se hizo en placas de cultivo celular: una técnica habitual para comprobar si un virus puede o no infectar una célula. En las placas que recibieron la goma de mascar con FRIL, los virus quedaron completamente inactivos. Las pruebas también demostraron que la proteína no afectaba las células humanas, lo que sugiere un alto nivel de seguridad. Incluso se probó la acción del chicle antes y después de la exposición al virus, simulando tanto un uso preventivo como uno posterior a un posible contagio. En ambos casos, los resultados fueron favorables. Si bien este chicle no es una vacuna, ni pretendo serlo, su función es clara: actuar como barrera física y bioquímica en la boca, el primer lugar de entrada de muchos virus. Y esa, en términos de salud pública, puede ser una revolución. Hoy muchas vacunas no logran generar inmunidad mucosa —la defensa localizada en la boca y las vías respiratorias superiores—. Pero este chicle ataca justo allí. Puede utilizarse como estrategia preventiva en escuelas, hospitales, aeropuertos o zonas de brote. Es barato, no requiere refrigeración, no necesita personal especializado para su aplicación y es aceptado socialmente (¿quién va a rechazar un chicle?). Por ahora, es un prototipo. Pero el ensayo preclínico abre la puerta a nuevas fases: ensayos clínicos con voluntarios, aprobación regulatoria, producción en escala. "Este podría ser un complemento real en pandemias futuras o actuales", sostienen los autores. Lo interesante es que no se trata solo de una tecnología de países ricos. Todo lo contrario. Es simple, accesible, y puede distribuirse en poblaciones vulnerables sin infraestructura médica. Con todo, esta noticia —como siempre en ciencia— mezcla obsesión, proteínas vegetales y una pregunta básica: ¿y si masticar fuera una forma de prevenir enfermedades? Mientras el mundo discute qué aprendió —o no— de la covid, una idea simple y vegetal podría ser una de las claves para prevenir la próxima gran ola

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