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» El Ciudadano
Fecha: 19/05/2025 22:21
En Australia, científicos observaron que algunas aves de presa, en concreto los milanos negros (Milvus migrans), los milanos silbadores (Haliastur sphenurus) y los halcones pardos (Falco berigora), propagan intencionadamente incendios forestales para cazar. Estas aves, conocidas colectivamente como «halcones del fuego», aprovechan los incendios para ahuyentar a sus presas, como insectos, reptiles y pequeños mamíferos. Se les ha visto recoger palos humeantes de incendios existentes y dejarlos caer en zonas no quemadas para encender nuevos fuegos, ampliando así sus territorios de caza. Se han observado halcones de fuego en Australia Occidental, Queensland y el Territorio del Norte, y por lo general los avistamientos los han hecho directamente los pueblos indígenas de la isla continente, así como miembros del servicio de incendios forestales. Las comunidades indígenas australianas llevan mucho tiempo reconociendo e incorporando las acciones incendiarias de estas aves a su concepción cultural de la tierra. “Agarran ramas ardiendo y las dejan caer repetidamente” Sin embargo, no sólo las rapaces australianas realizan esta extraña práctica. Se ha observado lo mismo en rapaces tanto de África occidental como oriental, así como de Papúa Nueva Guinea, Sudamérica (Brasil y Panamá) y Estados Unidos. Mark Bonta, uno de los autores de un estudio de 2017 publicado en el Journal of Ethnobiology, explica que “ven humo y van. Agarran ramas ardiendo y las dejan caer repetidamente hasta que son capaces de provocar un incendio al otro lado de una carretera, un río o un cortafuegos creado por el hombre. Esto es intencionado, porque provocan incendios y hacen esto porque necesitan más presas”. Durante varios años, él y sus colaboradores examinaron estudios antropológicos y ornitológicos en busca de interacciones documentadas entre aves, fuego y humanos en sabanas tropicales de todo el mundo. También hicieron un seguimiento de los avistamientos registrados y entrevistaron a personas de las regiones septentrionales, entre ellas ganaderos, bomberos e investigadores de campo, además de recoger un número considerable de testimonios de comunidades aborígenes. Las implicaciones de este comportamiento son significativas. Desafía la idea de que los humanos son la única especie que utiliza el fuego como herramienta y pone de relieve la compleja inteligencia de estas aves. “Es un tema de investigación fascinante”, indicó Bonta para concluir que “ojalá sirva para que mucha gente empiece a buscarlo e inspire a los ornitólogos a salir ahí fuera”.
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