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» El Sur Diario
Fecha: 19/05/2025 12:10
En la tarde del viernes 16 de mayo, la comunidad de Cañada Rica vivió una jornada inolvidable al celebrar el centenario de la Escuela N° 6230 “Escarapela Nacional”. La ceremonia, que tuvo lugar en las instalaciones del establecimiento, fue conducida por el locutor nacional Miguel Ángel Brusasca, oriundo de Villa Constitución, y contó con una masiva convocatoria. Participaron del acto el presidente comunal Oscar Fernández, la supervisora de Educación Primaria del Ministerio de Educación de Santa Fe, Gisela Ponce, y representantes de instituciones locales, exdocentes, exdirectivos, exalumnos y vecinos, además de presidentes comunales de localidades vecinas. Uno de los hechos más destacados fue la presencia de dos granaderos del Destacamento Campo de la Gloria, con asiento en la ciudad de San Lorenzo, y de la Banda Sinfónica de la Policía de la provincia de Santa Fe, organismo Rosario, que le aportaron solemnidad y emoción a la ceremonia. Una directora con raíces en la escuela La primera en tomar la palabra fue Laura Mattiacci, directora actual de la institución, quien compartió su emoción con palabras personales cargadas de recuerdos: “Cada vez que entro a la escuela siento un aroma particular. Ese aroma me lleva a la infancia, a un pasado único y lleno de historias nuevas. No puedo evitar recordar con emoción aquellos años de alumna: los recreos, los juegos, las clases, y también la soledad”. Mattiacci agradeció el trabajo de tantas personas que hicieron posible la historia de la escuela, y expresó un deseo profundo: “En este centenario quiero hacerles un pedido a toda la comunidad: que continuemos apoyando este proyecto educativo y trabajemos juntos para que nuestra escuela siga siendo un lugar de sueños para nuestras infancias”. Un patio donde el tiempo convive Luego fue el turno de Gisela Ponce, supervisora de Educación Primaria, quien reflexionó sobre el valor simbólico del encuentro: “Este calor que hay hoy acá no es una cuestión climática. Es la calidez de poder pensar y querer a la escuela, de sentir que atraviesa toda una vida acá adentro”. Citando una frase de Galeano, habló de un “mapa del tiempo sin fronteras” y destacó la convivencia de generaciones dentro del mismo patio: “Conviven allá los delantales rojos de los más chiquitos, y acá adelante, personas que fueron alumnas, maestras, directoras. Ese cruce de tiempos es lo que permite que esta escuela sea cada día más fuerte”. También valoró el compromiso de las docentes presentes, algunas de las cuales se preparaban para rendir concursos al día siguiente, pero eligieron estar en el acto “porque fueron parte de esta escuela”. “Una escuela que es faro de conocimiento” El presidente comunal, Oscar Fernández, cerró la ronda de discursos con un mensaje cargado de gratitud e historia: “Nos hemos reunido para celebrar los 100 años de fecunda actividad educativa de nuestra querida escuela primaria. Una escuela que ha sido un faro iluminando el camino del conocimiento”. Fernández recordó a docentes y directivos del pasado y resaltó la importancia de seguir apostando a la educación pública: “Esta centenaria institución no solo ha sido un baluarte de las letras, sino también testigo del crecimiento y desarrollo de nuestro pueblo. Agradezco profundamente a todos los que han cimentado esta historia educativa e invito a los actuales actores a continuar fortaleciendo la educación pública”. Cerró su mensaje con una cita de San Martín: “La educación y el cultivo de las letras son la llave maestra que abren las puertas de la abundancia y hacen felices a los pueblos”. Una fiesta para la memoria colectiva El acto incluyó presentaciones artísticas a cargo de los alumnos, y una serie de reconocimientos. Se entregaron placas conmemorativas de instituciones de la región, incluida una placa de mármol enviada por el senador Germán Giacomino, y la declaratoria de interés de la Cámara de Senadores de Santa Fe, entregada en manos de la senadora suplente Griselda Caffaratti. La comunidad entera fue parte de una celebración que no solo honró el pasado, sino que también renovó el compromiso de todos por una educación pública de calidad. Cañada Rica vivió así una tarde profundamente emotiva, en la que el tiempo, como en los recuerdos, pareció detenerse para celebrar un siglo de enseñanza, sueños y futuro.
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