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  • ¿En fechas patrias las escuelas de Concordia sostienen la tradición de la escarapela?

    Concordia » Despertar Entrerriano

    Fecha: 19/05/2025 01:33

    Despertar Entrerriano dialogó con una docente de Concordia sobre el significado profundo de uno de los emblemas más queridos de nuestra patria. Cada 18 de mayo, los argentinos volvemos la mirada hacia uno de los símbolos más nobles y antiguos de nuestra identidad: la escarapela. Ese pequeño emblema de forma circular, con los colores celeste y blanco, trasciende su sencillez material para convertirse en una insignia de unión, pertenencia y memoria nacional. Su historia se remonta a los albores del proceso revolucionario. Fue en 1812 cuando Manuel Belgrano, comprometido con la causa de la independencia, solicitó formalmente al Primer Triunvirato la creación de una escarapela para identificar a las tropas patriotas. La respuesta fue favorable: el 18 de febrero de ese año, se adoptó oficialmente la escarapela de los colores blanco y azul celeste —colores que poco después también se plasmarían en la bandera nacional. Una insignia de unión La escarapela no es simplemente un adorno que se prende al pecho durante actos escolares o fechas patrias. Es, sobre todo, una afirmación de identidad. Una marca viva que nos recuerda de dónde venimos, cuáles fueron las luchas que nos precedieron, y qué ideales nos unieron como nación. Fue en 1935, a propuesta del Consejo Nacional de Educación, que se estableció el 18 de mayo como fecha oficial para su conmemoración. Desde entonces, año tras año, esta jornada se transforma en un momento propicio para hablar de patriotismo, memoria histórica y valores ciudadanos, especialmente dentro de las escuelas. La palabra desde las aulas Para conocer cómo se vive esta fecha en las instituciones educativas de nuestra ciudad, Despertar Entrerriano dialogó con la docente concordiense Laura Di Tomaso, especializada en la enseñanza primaria. “La escarapela es uno de los primeros vínculos tangibles que tienen los chicos con la patria. Antes de conocer a fondo la historia, ya sienten que es importante. Preguntan por qué se usa, qué significa, y eso nos abre la puerta a enseñarles con profundidad”, compartió. Desde su mirada pedagógica, la escarapela no es solo parte de la vestimenta durante los actos patrios, sino una herramienta para la reflexión. “Les enseñamos que no es solo un símbolo del pasado. Es una forma de decir ‘soy parte’, ‘me importa este país’, ‘quiero ser mejor para construir una Argentina mejor’”, explicó Di Tomaso. Además, señaló que en cada aula las actividades por esta fecha generan espacios de intercambio con fuerte carga emocional. “Hay niños que dicen que su abuela se la pone siempre, que su papá la lleva en el trabajo. Y ahí aparece la transmisión familiar del patriotismo. Esos gestos cotidianos que también son educación”, remarcó. Más allá del símbolo La escarapela tiene la fuerza de condensar en un objeto mínimo siglos de lucha, esperanza, orgullo y resistencia. En tiempos de desencanto o fragmentación social, este símbolo vuelve a recordarnos que el amor por la patria no se limita a una ideología, ni a una generación, ni a una región: es un sentimiento compartido que puede expresarse en lo cotidiano, en el respeto, en la solidaridad, en la memoria. “Vivimos en un país donde la educación muchas veces carga con tensiones sociales profundas, pero cada vez que celebramos estas fechas, los chicos se involucran, preguntan, participan. Hay un interés genuino por saber de dónde venimos. Y ahí es donde la escuela cobra su rol esencial: el de formar ciudadanos comprometidos”, agregó la docente. La escarapela hoy: identidad y proyección En Concordia, como en cada rincón de la Argentina, las escuelas se preparan con murales, canciones, palabras alusivas y actividades pedagógicas que promueven el conocimiento de nuestros símbolos patrios. Pero también con gestos sencillos: una mano pequeña que, con orgullo, se prende al pecho una escarapela hecha en clase. Desde una mirada social, cada 18 de mayo nos invita a repensar la identidad nacional no como un concepto abstracto, sino como una construcción diaria: ¿Qué hacemos por el otro? ¿Qué aportamos a la comunidad? ¿Cómo honramos nuestra historia? Un legado que se transmite “Enseñar el valor de la escarapela es también enseñar respeto, responsabilidad, y empatía”, concluyó Di Tomaso. “Es recordarle a los chicos que la patria se construye entre todos, no solo con fechas importantes, sino todos los días, desde nuestro lugar”. Y en ese sentido, la escarapela no es solo una tradición escolar, sino una herencia viva. Una forma de recordar que, más allá de las diferencias, hay una historia común que nos une. Una memoria compartida que sigue latiendo cada vez que alguien, sin importar su edad, su procedencia o su realidad, se prende con orgullo el celeste y blanco en el corazón. Fuente: Despertar Entrerriano

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