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  • Abel Pintos en Rosario: un show a pura emoción que ni la lluvia pudo apagar

    » La Capital

    Fecha: 18/05/2025 11:49

    En su primer show en Rosario, el cantante bahiense emocionó y puso a bailar al Metropolitano. Ni la tormenta pudo frenar la fiesta que vivió la ciudad Este sábado por la noche, Abel Pintos volvió a Rosario y la ciudad lo recibió como siempre: con los brazos abiertos y las entradas agotadas. Con más de 20 años de carrera y una evidente conexión con su público, volvió a llenar uno de los escenarios más importantes de la ciudad y dejó en claro por qué sigue siendo uno de los artistas más convocantes del país. El cantante se encuentra atravesando uno de los momentos más sólidos de su carrera. Luego de una residencia en Mar del Plata con 11 funciones agotadas y una maratón histórica de 34 shows junto a Luciano Pereyra en el Luna Park, se lanzó a una gira nacional que lo llevó por todos los rincones del país y también por Uruguay. Rosario, una vez más, volvió a ser una parada obligatoria en ese recorrido. El regreso fue por partida doble. La primera función, para el sábado 17, agotó las entradas, lo que llevó a sumar una segunda fecha para el doming o. Incluso, días antes del show, Abel participó en la plantación de árboles en el Parque Nacional a la Bandera , donde quedó inaugurado el “Bosque Alta en el Cielo”, un proyecto que refuerza su cercanía con esta tierra que ya siente como propia. Desde temprano, a pesar de que el cielo amenazó toda la tarde con lluvia, cientos de personas llegaron al predio ubicado en calle Junín al 500. Era el comienzo de una noche que recorrió sus mayores éxitos, con un show cargado de emoción, entrega y conexión. Aunque afuera diluviaba a cántaros, adentro durante dos horas, Abel cantó con el alma todas sus canciones y fue acompañado con un público frenético que las hacía propias. >> Leer más: Abel Pintos en Rosario: nueva función por preventa agotada Familias, amigos y emoción a flor de piel Poco a poco, el Metropolitano fue recibiendo a un público de lo más diverso: familias enteras, parejas de todas las edades, grupos de amigas con vinchas de flores, abuelas tomadas de la mano de sus nietas, padres que llevaban a sus hijos y hasta grupos de amigos listos para corear cada canción. Los fanáticos llegaron desde distintos rincones del país, como Santa Fe, Victoria y Gálvez, e incluso desde otros países como Chile. La variedad del público dejó en claro el inmenso alcance del artista: Abel Pintos atraviesa generaciones y conecta con distintas edades y emociones. Mientras algunos se acomodaban en sus butacas numeradas, otros hacían la previa con una cerveza en mano, una gaseosa, unos panchos o unas papas fritas. Pasadas las 21 horas, la emoción se desató. Uno por uno, los músicos fueron tomando su lugar en el escenario hasta que, finalmente, apareció Abel Pintos. Sencillo, humilde, vestido con pantalón, camisa y campera de cuero, saludó como quien llega a su casa: con la sonrisa tranquila que lo caracteriza y regalándole besos al público. abel pintos tira besos.jpeg Foto: Celina Mutti Lovera/ La Capital El cantautor se paró en el centro del enorme escenario y comenzó a cantar “De repente”, mientras el público se encargaba del estribillo. Luego vinieron “Creo en ti”, “Sueño dorado del sol” y “La llave”, uno de sus himnos más populares. Abel no necesita grandes artificios ni escenografías deslumbrantes: su presencia basta. Con tan solo un micrófono, su voz y una interpretación llena de sentimientos, fue construyendo un show de entrega total. A lo largo de la noche, demostró su capacidad única para pasar, con naturalidad, del baile a puro ritmo a la emoción más profunda. En su hit “No me olvides”, dejó que el público tomara el micrófono invisible y cantará con toda el alma. “Abrázame un rato, Rosario. Quiero que otra vez hagamos un pacto”, dijo el cantante emocionado. Tras los gritos desesperados que despertó su mensaje, dio paso a “Como te extraño”, acompañado por su guitarra y rodeado de sus músicos. La conexión con el público era total, incluso los vendedores de bebidas hicieron una pausa para escuchar con atención la delicada interpretación de “Aquí te espero” y “Cien Años”, la mítica canción de la novela argentina "ATAV". abel cantando.jpeg Foto: Celina Mutti Lovera/ La Capital Abel se mostró auténtico, agradecido y con la humildad de quien no da nada por sentado. Por su parte, las fanáticas no se guardaron nada: “¡Te amo flaco!” gritaban desde sus butacas. Tras cada canción, Pintos sonreía como un niño feliz que acababa de recibir un premio, emocionado con el cariño de su público rosarino. >> Leer más: Abel Pintos pasó por Rosario con sus "Amores y Rarezas" Ritmo, fiesta y una lluvia que quedó afuera A mitad del show, comenzó la verdadera fiesta bailable. Con “Espejo”, Abel encendió al público. Aunque el Metropolitano estaba organizado por butacas y sillas enumeradas, fue inevitable pararse a cantar y bailar al compás de las canciones. Le siguieron “Aventura”, “Tu voz” y “Pájaro cantor”, con la que sorprendió con unos pasos de baile inesperados demostrando que, además de ser un gran intérprete, es un showman lleno de carisma. Luego, una guitarra potente dio paso a “Él Alcatraz” y con este tema todos empezaron a saltar y a tirar agua al aire como en un festival. Después de esa explosión de energía, llegó el momento de bajar las revoluciones. El cantante bahiense le dedicó unas palabras al público y continuó con sus clásicos de siempre, “De solo vivir” y “Motivos” . Mientras afuera, Rosario atravesaba una fuerte tormenta, con lluvia y viento, adentro, los fanáticos estaban completamente sumergidos en el universo de Abel. A modo de cierre completó con sus hits cumbieros “Y la hice llorar” y “Que me falte todo”, dejando al público con el corazón en la mano. abel01.jpg Amagó con irse, pero después de unos minutos volvió con una remera nueva y un clima completamente distinto. Esta vez acompañado solo con una guitarra, interpretó “Mariposa” y conmovió a sus fanáticos con “Te voy a amar” y “A-Dios”. El final definitivo llegó con una emocionante interpretación de “Piedra libre”. Finalmente, Abel se despidió de su público. Les tiró besos al aire y observó unos segundos a la multitud mientras todo su equipo se paraba para saludar. Él, humilde como al principio, se quedó un paso atrás, aplaudiendo a sus compañeros y dándoles el protagonismo en la última postal de una noche inolvidable. Aunque fue un cierre perfecto, no fue una despedida definitiva: el domingo volverá a subirse al mismo escenario para reencontrarse una vez más con el amor de su público rosarino.

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