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  • Los pueblos de Córdoba en 1910

    » Diario Cordoba

    Fecha: 18/05/2025 15:09

    Hoy, hacer una fotografía es algo tan fácil como coger el teléfono y pulsar el botón de su cámara. Y como la inmensa mayoría, por no decir el 100% de la población, tiene móvil, son pocos los rincones del planeta que no están inmortalizados por la fotografía. Pero hasta hace muy poco, tener una cámara en casa era una afición poco extendida y muy cara. Además, solo había fotógrafos profesionales en las grandes poblaciones de nuestro país. En Córdoba, no será hasta los últimos años del siglo XIX cuando se establezcan los primeros fotógrafos en los pueblos de la provincia. Eso sí, solo en los más poblados, donde estos podían tener suficiente clientela para montar una galería de retrato. Aún así, muchos compaginaban su arte con los más diversos oficios para poder sobrevivir. Sus trabajos más rentables eran los retratos de estudio individuales o familiares y pocos eran los fotógrafos que dirigían sus enormes cámaras de cajón a captar vistas o fiestas de su localidad. Es por ello que, en la actualidad, es tan difícil encontrar fotografías de nuestros pueblos anteriores a la Guerra Civil. Las primeras localidades cordobesas de las que conocemos vistas de cuando se fotografiaba con placas de cristal se remontan a los primeros años del siglo XX y solo gracias al fenómeno del coleccionismo de las postales fotográficas. Una moda que se hace viral en la España de la época, ya que por solo unos céntimos cualquiera podía comprar unas tarjetas con vistas de su tierra. Más allá de la capital, las localidades cordobesas más industriosas, Belmez, Peñarroya Pueblonuevo, Puente Genil, Montoro o Lucena, serán las primeras donde se publiquen estas cartulinas fotográficas con vistas de sus minas, almazaras, ermitas, ayuntamientos y otros puntos de interés de los municipios. En la actualidad, estas postales son un auténtico tesoro para archivos y coleccionistas de toda la provincia y suelen ser muy conocidas por la población gracias a las redes sociales, donde diversos grupos nostálgicos las difunden. El castillo de Almodóvar en plena restauración de su patio de armas a principios del siglo XX. / Baltasar Castellá Pero el fenómeno de las tarjetas solo fue uno de los nuevos medios en que la fotografía se erigió en una nueva forma de conocimiento e información con un enorme impacto en todos los estratos sociales y culturales gracias a su lenguaje directo y asequible. En la España de 1900, en solo unos años, la imagen coloniza medios tan potentes como la prensa o los libros y la imagen fotográfica se convierte en una herramienta informativa de primer nivel. Algo que los editores explotan publicando todo tipo de libros exclusivamente gráficos. Este es el caso de la editorial del aragonés Alberto Martín Vicente (Valbona 1870-Barcelona 1918?), quien en 1910 lanza al mercado uno de los primeros coleccionables fotográficos por fascículos del mercado español: el Portfolio fotográfico de España. La publicación, dirigida por el historiador Ceferino Rocafort y Sansó (La Pobla de Segur 1872-1917), perseguía divulgar la geografía política de España a través de un pequeño cuadernillo semanal de 19x13 cm dedicado a una capital de provincia española. Su estructura era siempre idéntica: un mapa de la provincia, un pequeño texto descriptivo y su gran aliciente: 16 fotografías en blanco y negro impresas por fotograbado sobre papel couché. Al completar la colección se adquirían sus exquisitas pastas en tela roja con gofrados dorados y con su icónico grabado modernista en relieve de una lectora hojeando la publicación. El fascículo de la ciudad de Córdoba se publicó en 1913 con el número 32 y recopilaba las ya clásicas vistas de la ciudad monumental, entre las que se incluía un amplio reportaje de la Mezquita-Catedral. Una modernísima toma de los trabajos de recolección mecánica de cereal en Bujalance. / Baltasar Castellá El gran éxito comercial de la publicación llevó a la editorial a lanzar entre 1914 y 1917 un segundo coleccionable monográfico de Andalucía, donde ahora los grandes protagonistas eran los pueblos de la comunidad. La edición se dividió en partidos judiciales y la provincia contó con un cuadernillo por cada uno de sus 16 distritos, siendo la comarca de Posadas la primera en aparecer en 1914 con el número 11. Cada fascículo costaba 50 céntimos y mantenía los mismos contenidos: un mapa, un texto sobre la zona, el listado de sus pueblos y 16 fotografías de las principales localidades de la misma. Ya en su tiempo, la colección se convirtió en un retrato fotográfico único de 40 pueblos cordobeses: Aguilar, Puente Genil, Baena, Luque, Bujalance, Cañete de las Torres, El Carpio, Cabra, Doña Mencía, Zuheros, Castro del Río, Espejo, Córdoba, Fuente Obejuna, Belmez, Peñarroya, Pueblo Nuevo del Terrible, Hinojosa del Duque, Lucena, Encinas Reales, Montilla, Montoro, Adamuz, Villa del Río, Villafranca de Córdoba, Posadas, Almodóvar del Río, Pozoblanco, Villanueva de Córdoba, Villanueva del Duque, Pedroche, Priego de Córdoba, Almedinilla, Carcabuey, La Rambla, Fernán Núñez, Montemayor, Rute, Benamejí, Iznájar y Palenciana. El reportaje, tanto por su número de imágenes, 255, como por el de localidades, es el más completo y temprano que se conoce de la provincia. Las fotografías son de una extraordinaria calidad técnica y de un marcado carácter documental y humanista, que nos muestran con detalle como eran nuestros pueblos a inicios del siglo XX. El repertorio iconográfico es muy diverso, no faltaba una vista general de cada población junto a tomas de las principales plazas y calles, así como de sus castillos, iglesias, monumentos, ferias, principales actividades económicas o fotografías de sus patronas e incluso alguna talla cofrade. Un trabajo fotográfico ingente y cuyo autor, como por desgracia era habitual en la época, no aparecía en los créditos de la publicación. No obstante, hemos localizado una pequeña parte del archivo de negativos del trabajo cordobés entre los fondos del Archivo Nacional de Cataluña, donde se los reconoce como obra de los hermanos Castellá. Uno de los grandes apellidos del fotoperiodismo barcelonés compuesto por Enrique, autor, entre otros, de las históricas fotografías de la Semana Negra de Barcelona, y por Baltasar Castellá Marqués (Barcelona 1875-¿?), fotógrafo del reportaje cordobés del Portfolio, y que hemos localizado en la ciudad en las páginas del Diario de Córdoba de este periodo. El Convento de San Francisco de Lucena. / Baltasar Castellá Un trabajo ingente Pero el trabajo de Baltasar en la provincia fue ingente. Publica casi medio centenar de sus placas cordobesas, ahora sí con su firma, en la célebre revista gráfica madrileña La Esfera, entre 1914 y 1930. Instantáneas con las que por primera vez se promociona a nivel nacional el patrimonio artístico de la provincia. Castellá también realiza para la editorial de Alberto Martín en la década de 1910 las fotografías de otra popular colección del editor barcelonés: El Turismo práctico. Un coleccionable de fotografías estereoscópicas o 3D compuesto por 14 vistas de la capital que difundían la imagen de la ciudad. Un producto dirigido a desarrollar el incipiente fenómeno del turismo en nuestro país entre las clases acomodadas a través de este lúdico entretenimiento visual. Pero el catálogo de la editorial catalana fue enorme y reutilizó una y otra vez las fotografías cordobesas de Baltasar en su enciclopedia La España Regional o en la edición de hasta dos colecciones de postales fotográficas. Clásica vista de Cabra de la por entonces plaza Mayor. / Baltasar Castellá El archivo fotográfico original de Castellá, aunque en gran parte desaparecido, es un documento gráfico de una enorme importancia histórica para Córdoba, ya que muchas de sus instantáneas son las más antiguas que se conocen de sus localidades. Por ello, su valor es enorme, porque no existe ninguna recopilación fotográfica anterior de la provincia. De hecho, para encontrar otra publicación similar tenemos que esperar nada más y nada menos que hasta 1992, cuando Diario CÓRDOBA y la Caja Provincial de Ahorros editan la completísima enciclopedia Los Pueblos de Córdoba, que curiosamente reprodujo algunas de las fotografías de la edición de Alberto Martín. Por suerte para todos los cordobeses, el año pasado el Archivo de la Diputación Provincial de Córdoba recuperó dos bellísimos tomos del Portfolio Fotográfico Español con todas las fotografías de la provincia y las ha puesto a disposición de la ciudadanía en su web para su consulta y disfrute.

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