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  • Alma y espíritu, ¿son partes inseparables?

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 18/05/2025 03:28

    n El cuerpo físico que todos poseemos está sustentado por el alma y el espíritu, cuando el cuerpo muere, se descompone y desaparece. Pero, ¿qué sucede con el alma y el espíritu de la persona fallecida? Tenemos tres cuerpos o vehículos que corresponden a tres niveles diferentes y se integran en este mundo. De ellos, uno solo puede percibir a través de los sentidos: el cuerpo físico, soporte de la materia densa de la que estamos hechos. Los dos restantes son cuerpos sutiles: el cuerpo espiritual y el cuerpo astral, mediador este último entre la parte física inferior y la parte espiritual superior. Estos cuerpos pertenecen a mundos invisibles en los cuales continúa la existencia después de la muerte del cuerpo físico. Somos seres activos, dotados de movimientos, es decir animados. Animado quiere decir en latín que tiene vida, anima, soplo, aliento. Por lo tanto tenemos un alma. A su vez el concepto de espíritu no es de fácil definición, porque hay una clara tendencia a confundirlo con el alma. San Pablo postula al alma como el principio de la vida en este mundo, mientras que define al espíritu por hecho de participar de la vida divina.. El alma es el principio vital orgánico, que da vida al cuerpo, y el espíritu abarca las funciones correspondientes al entendimiento y la razón. Diferencias. Para facilitar la comprensión del tema, que es un poco complejo, comparemos al hombre con un carruaje. En éste el carro representa al cuerpo físico, el caballo al alma y el cochero al espíritu.. El carro (cuerpo físico) no puede moverse por si mismo, es el caballo (cuerpo astral o alma) el encargado de darle vida o movimiento, pero el caballo no puede imprimirle un rumbo fijo, no puede darle una adecuada dirección. El encargado de esta actividad será precisamente el cochero (espíritu) quien comanda la dirección del carruaje y dirige su sentido.. En resumen, el hombre está formado por tres principios, uno el cuerpo físico, otro que anima y mueve todo, el alma y un tercero que gobierna al ser entero: el espíritu. La diferencia esencial entre alma y espíritu estaría dada pues por la función que cumple cada uno. El alma anima al cuerpo y otorga vida al organismo, mientras que el espíritu se expresa mediante la inteligencia, dirigiendo y orientando nuestras acciones, permitiéndonos imprimir un sentido superior a nuestra vida. El alma es el yo individual y el espíritu, el ser inmortal. El instante de la muerte. Si el alma y el espíritu son sutiles, invisibles y pertenecen a otros planos de existencia también sutiles, entonces, ¿qué sucede al morir el cuerpo físico? El movimiento que realiza el alma para desprenderse del cuerpo, puede producirse de muy diferentes maneras. Así, la muerte repentina de una persona relativamente joven sería distinta, por ejemplo, de la muerte de un ser que ha llegado a la vejez con la tranquilidad de haber cumplido con su deber, ya que, en este último caso, la partida del alma se produce en forma progresiva y serena. Cuando se enferma gravemente un familiar o un amigo, nos preocupamos y angustiamos. Ante una enfermedad muy dolorosa, nos desesperamos y no sabemos como actuar para aliviar el padecimiento del que sufre. Sin embargo, desde el punto de vista espiritual, todos los dolores que soporta el enfermo, son de incalculable valor en la otra existencia, sobre todo si son soportados con fortaleza y conciencia. Es importante el ambiente que rodea a un ser querido a punto de morir, que está por partir. Los gritos y lamentos producen sobre el alma que está por salir una penosa impresión, y eso hace que no se decida a irse aún. Las oraciones, en cambio, poseen un efecto muy benéfico. Lo recomendable en estos casos, es mantener la calma y un silencio respetuoso, a fin de facilitar al alma que está por partir, el examen de su pasado, porque al atravesar el portal de la muerte, aparecerá ante ella, una reminiscencia de su vida pasada. Los actos de toda su vida pasan rápidamente frente a la persona como si se tratase de una secuencia fílmica. El ser a punto de morir las percibe sin emoción alguna, es solo un espectador objetivo y sereno. Detalles importantes. La persona que en esta vida fue apegada a los valores materiales y físico, se resiste a abandonar toda esta comodidad, sin pensar que lo espera una vida muy superior, lejos de este cuerpo físico que tenemos. Por eso se recomienda no mostrar mucho dolor ante la muerte de un ser querido, tampoco a no ir a visitarlo al cementerio por lo menos tres días después de sepultado. Se estima que el alma demora, en algunos casos, hasta 72 horas en completar el proceso de desprendimiento del cuerpo físico, para pasar a un plano superior. De lo contrario queda en una zona intermedia llamada Limbo, o seno de Abraham, o purgatorio, de donde debemos ayudarla a evolucionar y ascender, mediante nuestras oraciones y misas en su nombre.. Más adelante, cuando el alma accede a otros planos de existencia, tendrá oportunidad de analizar sus acciones y juzgarlas. La muerte no duele, la angustia y el dolor que la enfermedad u otros padecimientos que hubiesen podido causar, desaparecen cuando el alma comienza cercarse a la dimensión superior que la espera. Se ha comprobado que cuando una persona muere sufriendo, en un accidente, lacerado y destrozado, cuando pasa al otro plano, recupera su salud, juventud y vitalidad, situándose como cuando estaba en el plano físico, con una edad alrededor de los 40-50 años. Y allí permanecerá en este estado hasta que se eleve nuevamente a otro plano superior, para ir ascendiendo lentamente de acuerdo a sus merecimientos, hasta acercarse a la luz divina de Dios en un número desconocido de años terrestres, porque en el mundo espiritual, los años transcurren más lentamente. Quizás alguna vez comprendamos este enigma que hasta hoy hace pensar mucho a investigadores, científicos y teólogos.

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