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» Diario Cordoba
Fecha: 16/05/2025 05:24
El bar Lucas abre este jueves y viernes para que familiares y amigos puedan despedirse del que ha sido uno de los rincones más emblemáticos de Córdoba. Su propietario, Rafael, servirá sus últimos perritos calientes tras más de cincuenta años en el negocio. A partir de entonces, el futuro del establecimiento es incierto, aunque él mismo reconoce con una sonrisa que “tengo varias novias”, lo que hace pensar que su legado podría continuar. Hace casi tres meses, y sin previo aviso, Rafael se vio obligado a bajar la persiana de su local de toda la vida. Un problema de salud que en un principio parecía leve se agravó, obligándole a parar. “Lo he pasado muy mal, la vida me ha dado un susto importante”, reconocía en abril en declaraciones a Diario CÓRDOBA. Ya entonces tenía claro que no podría continuar, y que el bar Lucas, tal y como se conocía, se encaminaba hacia su final entre los grandes nombres de la hostelería cordobesa. Rafael Lucas (tercero izquierda), junto a su familia en el bar. / Manuel Murillo Una decisión difícil de tomar La decisión no ha sido fácil. Rafael admite que dejar el negocio que inició su padre ha sido uno de los momentos más duros de su vida. “Las negociaciones para vender el local no han culminado por culpa mía —confiesa—. No he concretado nada. No tenía ni ganas ni ánimo... dar el paso de cortarme la coleta ha sido muy difícil”, dice con la voz entrecortada. Sin embargo, también reconoce que ya no hay marcha atrás: “Ya no hay más remedio que hacerlo”. Rafael Lucas prepara uno de sus famosos perritos calientes. / Manuel Murillo Las dudas y el miedo a cerrar definitivamente esta etapa han impedido que se cierre alguna de las ofertas que ha recibido. La ubicación del local, en pleno centro de Córdoba, y su historia lo convierten en una opción muy atractiva para quienes quieren mantener vivo, de algún modo, el espíritu del Lucas. Aun así, Rafael lo tiene claro: nada será como su bar, lo que venga será otra cosa, una especie de secuela. Un futuro diferente Aunque no puede dar detalles concretos, todas las propuestas que ha recibido son para mantener la actividad hostelera. Algunas quieren conservar el nombre y parte de la esencia del local, mientras que otras plantean un nuevo concepto. “Cuando sepa qué va a pasar, lo anunciaré”, zanja con serenidad. En una conversación cargada de emoción, Rafael deja entrever que, aunque quizá se sigan sirviendo perritos frente a la plaza de Ramón y Cajal, ya nada volverá a ser como antes. Lo que sí está claro es que el legado del bar Lucas permanecerá imborrable en la memoria de miles de cordobeses. Suscríbete para seguir leyendo
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